Los Benjamines en las anécdotas del músico Luis Alejos Corona
Luis “Cachis” Alejos Corona nos ha narrado una cantidad de anécdotas sobre su trayectoria artística musical en Reynosa. Los tríos armónicos de voces y guitarras fueron los más cotizados para las serenatas en Reynosa. La tradición muestra como los enamorados contrataban a estos ensambles musicales para transmitir a sus damas sus sentimientos, utilizando el factor sorpresa en la atmósfera nocturna de la ciudad de Reynosa. El Cachis nos muestra que en algunos de los casos el resultado era algo inesperado y entretenido. Estas son dos de esas anécdotas.
Serenata truncada con Javier Solís
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En un día de invierno recuerda el Cachis que el reconocido empresario mueblero de Reynosa, Benjamín Temkin Melicoff, le habló por teléfono para decirle que sabía que el famoso cantante Javier Solís andaba por estos lares. Le pidió que lo buscase, pues quería contratarlo para llevarle una serenata a su novia.
Procure verlo, le expresó Benjamín, está hospedado en el Hotel San Carlos. Gabriel Siria Levario, conocido entonces como Javier Solís o “El Rey del Bolero Ranchero”, andaba de gira con la “Corona”. El Cachis ya lo conocía desde sus andares por la Ciudad de México con el Trío los Viajeros.
Fue al hotel enfrente de la Plaza Hidalgo, donde le explicó a Javier que una persona de Reynosa quería contratarlo para que le cantara tres canciones en una serenata. Ese día de la presentación en Reynosa, la novia de Temkin cumplía un año más de vida, por lo que su enamorado le brindaría una serenata. En esta ciudad, Javier Solís hacia su último programa dentro de una gira que incluía también Matamoros y Río Bravo en ese día. El cantante le dijo al Cachis que afinarían los detalles cuando acabara la función.
El empresario le pidió al Cachis que se informara sobre el costo de la presentación; el solista le explicó que le cobraba $1000.00 pesos por cada una de las piezas musicales, lo que sumaba un total de $3000.00 pesos por la noche. En esos tiempos, los tríos en Reynosa cobraban solamente $30.00 pesos por las cinco piezas que tocaban durante la serenata. Cuando se lo dijo, trató de pasar el teléfono a Javier; pero Temkin le respondió que si ya lo tenía contratado que no era importante el precio.
Quedaron de verse en el Treviño’s entre las 11:30 y las 12: 00 de la noche. Bajo la invitación, los músicos que iban a acompañar a Javier y los del Trío Cachis comenzaron a llegar al Treviño’s donde empezaron a convivir entre ellos tomándose unos tragos con el empresario. En ese momento comenzó a correr un viento gélido muy fuerte de un norte con agua, bajando repentinamente la temperatura.
Los músicos, en especial el empresario, se desesperaron por el mal tiempo. El mismo Temkin pensó que Javier Solís no podría acompañarlos; también les dijo que el piano y los violines no podrían ser acarreados en la plataforma del camión, desde donde los músicos acompañarían al famoso cantante. Eran instrumentos costosos, difíciles de reponer.
Más tarde Javier Solís habló con el comerciante por teléfono; se excusó por no haberse presentado debido a que tenía demasiados compromisos en la Cd. de México, haciéndole ver que no podía arriesgar su voz ante el norte frío que había llegado a Reynosa.
Al quedar la serenata truncada con Javier Solís, el comerciante pidió a los músicos del Trío Cachis, que se arroparan y se cubrieran con impermeables. Solicitó al trío que no le fallace con la serenata para su novia. Cuenta el Cachis que a la tercera canción sus compañeros Juan Olvera, Benjamín Lara y él ya no aguantaban el frío; casi no podían mover los dedos de las manos en sus guitarras.
Enfrente de la casa de la novia había unas palmeras, las cuales chicoteaban de un lado para otro con el viento. El enamorado pidió al trío que tocaran seis canciones, además de la despedida; este vestía calientito con una chaqueta con capucha al estilo esquimal o inuit. Nadie salió de la casa por el frío, pero si alcanzaron a escuchar que les daban las gracias por la serenata.
Los músicos todos congelados abogaban por sus guitarras; a lo que el empresario les prometió que sí les pasaba algo se las repondría; días después supieron que habían aguantado al cambio brusco de la temperatura. Regresaron los músicos con el Sr. Temkin de la serenata a un bar a tomar un coñac, con lo que empezaron a reactivarse después de la entumecida.
Benjamín Temkin acostumbraba llevarle serenata a la Srita. Marilú Rodríguez Velasco, hija del matrimonio del Sr. Reynaldo Rodríguez Garza y la Sra. Gregoria Velasco Garza, originarios de Congregación Garza o Charco Escondido. Nos cuenta el Cachis que las serenatas eran frecuentes en esa casa. El Trío Cachis era contratado por diferentes pretendientes que les llevaban serenatas a otras dos hermanas más, Yadira y Dalila, las cuáles también eran muy guapas.
Recuerda el Cachis que más que un piano, los músicos cargaban en el camión para dar serenatas un órgano eléctrico. Este lo conectaban a la electricidad en la casa de un vecino de la familia Rodríguez. Se acuerda que en una ocasión le reclamó el vecino a Temkin diciéndole: llegas y te conectas como si estuvieras en tu casa. Con el tiempo Marilú y Benjamín formalizarían su compromiso en Reynosa.
Voz femenina pidiendo melodías
Cuenta el Cachis que existían unos solares grandes donde se construyeron las primeras casas de la Colonia del Prado. Por ese entonces un ingeniero contrató al Trío Cachis para llevar una serenata a una de esas casas recién construida. El profesionista les pidió que se subieran arriba de la plataforma de la camioneta cuando fueran a cantar, ya que su novia dormía en una recámara que se encontraba arriba de una terraza, en el segundo piso de la casa.
Esto era para que la muchacha escuchara la serenata. Empezaron con la canción “Despierta” o “Escucha mi canción” y casi al terminar se escuchó una voz femenina del interior diciendo “Morenita” por favor. Al terminar la pieza, la misma voz aguda les pidió “Perfume de Gardenias”. El ingeniero en cada ocasión les solicitó a los músicos que se apuraran a interpretarlas.
Al terminar la canción salió Benjamín “El Vista Arreola” de la casa. Con una voz fingida de mujer, dando las gracias por la serenata. Dio las gracias de nuevo y expresó que su señora y su cuñada andaban para la ciudad de México. El ingeniero le reclamó algo molesto por no avisarle desde un principio de la serenata. Siendo muy bromista “El Vista Arreola”, declaró que no lo previno para que los Cachis no dejaran de percibir el dinero de su tocada.
“El Vista” aduanal estaba casado con la Sra. Adelfa Castillo Gómez. Ella y su hermana, la festejada, eran hijas del matrimonio entre Román Castillo Garza y María Sofía Gómez Villarreal. Esta familia estaba relacionada con la ganadería en el Rancho El Chapul, que todavía se encuentra en la parte sur del municipio de Reynosa.
Las anécdotas de los Benjamines son solo algunas de las tantas historias de la trayectoria artística musical del Sr. Alejos en Reynosa, más de ellas serán relatadas en otra ocasión.
Personaje de esta historia, Benjamín Temkin Malicoff.