Queda impreso su legado
Francisco Javier Ramírez Nava, el ‘Jefe Nava’, ha cerrado la edición más importante, la de su vida. Tras dar una revisión final a la portada, ha apagado la luz y se ha marchado con la satisfacción de haber entregado buenas cuentas
El Mañana / Staff
Tuvo una extensa carrera dentro del periodismo de Tamaulipas y Monterrey. Desde muy joven incursionó dentro de los medios de comunicación.
“Portada No Habemus…”. Señor Nava: en estos días su partida deja las líneas de la información sin tinta para encabezar los contenidos.
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Un fuerte vacío queda en cada uno de los rincones de esta empresa periodística, así como en el corazón de los que tuvimos el privilegio y honor de pasar como sus discípulos y compañeros de esta gran labor de la información y las letras.
Francisco Javier Ramírez Nava fue un gran hombre y un gran profesional, con las características propias de la llamada ‘Vieja Guardia’.
Lo precede una historia de pasión y amor por la información, asiduo de los deportes, principalmente del béisbol de las Grandes Ligas, del que era un gran conocedor, así como de la ‘nota roja’, con la que hacía vibrar las páginas de EL MAÑANA, empresa a la que le dedicó su trabajo en los últimos años, y donde deja una imborrable huella, por su peculiar forma de realizar los encabezados de cualquiera que fuera el contenido.
Fue director editorial de Prensa Reynosa, donde finalmente, en este municipio fronterizo, sienta su campo laboral, donde su último paso quedó impreso en El Mañana.
Su mente era toda una hemeroteca que almacenaba historia, hechos, datos, fechas y números de sucesos.
El ‘Jefe Nava’, como era comúnmente conocido en el gremio, nació el 19 de octubre en Matamoros, Tamaulipas, en el año de 1954, primogénito de Camerino Ramírez y Leticia Nava, hermano de María Alejandra y Leticia Ramírez Nava.
El 11 de enero del 2003 contrajo por segunda ocasión nupcias con Carmen Pérez Leal, con quien procreó un hijo, Juan Antonio (‘Veco’, como, le decía de cariño).
Era un amante de la lectura de todo tipo, gustaba de películas y de pasar tiempo con su familia, disfrutando de las tardes con una rica ‘carnita asada’.
Su dedicación, disciplina e integridad lo llevan a obtener la dirección editorial de esta casa editora; y es aquí su afán por seguir las políticas empresariales.
Tuvo una extensa carrera dentro del periodismo de Tamaulipas y Monterrey. Desde muy joven incursionó dentro de los medios de comunicación, desarrollando su profesionalismos en los periódicos de Matamoros, como El Popular, La Opinión y El Gráfico.
Se hizo también laboralmente presente en la Voz de Valle Hermoso y El Porvenir en Monterrey.
Fue director editorial de Prensa Reynosa, donde finalmente en este municipio fronterizo, sienta su campo laboral, dónde su último paso quedó impreso en El Mañana.
Su facilidad para ubicar el interés de la información lo lleva rápidamente a ocupar posiciones directivas, no sólo en el ámbito de la iniciativa privada, sino también en la gubernamental, donde fue jefe de prensa en la administración del gobierno estatal de Manuel Cavazos Lerma.
Su dedicación, disciplina e integridad lo llevan a obtener la dirección editorial de esta casa editora; y es aquí donde su afán por seguir las políticas empresariales de un buen periodismo analítico, crítico e independiente lo lleva a ser parte de la formación de reporteros y editores de diversas áreas, dejando su legado impreso en la mente y la pluma de cada uno de ellos.
Pese a sufrir una intensa enfermedad que enfrentó cabalmente desde hace tres años, demostró su temple de hierro y no dejó que esto fuera un impedimento para seguir ejerciendo la labor periodística;
Nava fue un hombre imponente, no sólo por su complexión corporal de altura y peso, sino por su duro carácter que afloraba cuando era necesario, pero sin dejar a un lado su corazón noble y de una gran sonrisa. Era paciente, comprensivo y de lenguaje “florido”, cuando algo lo disgustaba o incomodaba.
Sin duda un gran ser humano, reservado en su vida personal pero que no le impedía profesar el amor por su esposa Carmen, y el gran orgullo que sentía por sus hijos Zorelly, Hugo Alberto, Fabiola y Juan Antonio.
Pese a sufrir una intensa enfermedad que enfrentó cabalmente desde hace tres años, demostró su temple de hierro y no dejó que esto fuera un impedimento para seguir ejerciendo la labor periodística; aún en su agonía, la noticia estaba en su mente, en sus últimos minutos dictaba instrucciones que nunca llegaron a los oídos del “Güero”, quién era el diseñador con el que comúnmente trabajaba las ediciones locales diarias.
“El Jefe Nava” siempre resaltó la pulcritud informativa, apegado a las directrices del buen periodismo, asentaba siempre la objetividad, la buena ortografía y la excelente redacción de los contenidos.
Fue un hombre de valores, principios y moral intachable. Gustaba de disfrutar de un buen café y del tabaco, tiempos que buscaba entre sus horas de trabajo para salir a la azotea del tercer piso del periódico y compartir sus anécdotas, experiencias y las notas del día, con todo aquel que lo seguía a ‘echarse el cigarrito’.
Era fácil entablar una buena plática, y levantar polémica sobre todo en los aconteceres políticos; fue un hombre entregado a la gratitud y la lealtad.
Se va tranquilo de este plano terrenal, agradecido por la vida que lo llevó a disfrutar de lo que fue su gran pasión, ‘el periodismo’.
Complacido de sus logros dentro de EL MAÑANA; de sus compañeros de trabajo donde sembró grandes amistades; podría estar o no de acuerdo en algunos lineamientos, pero siempre mostró respeto y gratitud por la empresa Editora DEMAR, que le brindó la oportunidad de crecer y de desarrollarse profesionalmente.
Sin duda, ahora en este nuevo camino que le toca andar, estará ya instruyendo a los ángeles y arcángeles de si ‘Habemus o no Portada del Día”, como él solía decir.
Descanse en Paz, ‘Jefe Nava’, un ícono del periodismo de Tamaulipas.