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Reynosa a principios del año 1966 (Impresiones del fotógrafo Jesús Cavazos Reyes)

Durante la época colonial en México, las enseñanzas de la doctrina católica inculcaban que la vida era un lugar de tránsito y la muerte era necesaria para purificación del alma; por eso el lugar de entierro tenía una consideración especial

Fue durante la primera semana del ayuntamiento (1966-1968) presidido por don Rodolfo Garza Cantú cuando, una comisión de la Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado, conocida por sus abreviaturas como FSTSE, le presentó al alcalde una solicitud con algo de urgencia, pidiendo la donación de un terreno municipal para construir el hospital regional del ISSSTE en Reynosa.

El Sr. Cavazos fotografío el edificio de la “Clínica Hospital Regional Dr. Baudelio Villanueva Martínez” (ISSSTE), el día de su inauguración en octubre de 1970.Reynosa a principios del año 1966 (Impresiones del fotógrafo Jesús Cavazos Reyes)

La petición se enfocaba en adquirir el espacio que había ocupado el panteón municipal desde el siglo XIX. Durante la administración anterior (1963-1965), presidida por don Manuel Tárrega Guevara, la antropóloga Antonieta Espejo había pedido ese mismo terreno para construir un museo y una biblioteca para la ciudad de Reynosa.

Aunque ese proyecto había sido aprobado por el cabildo antecedente, el nuevo desbancó a ese proyecto, viendo la necesidad hospitalaria que requeriría la ciudad y la región en ese tiempo.

Terrenos del panteón 

Durante la época colonial en México, las enseñanzas de la doctrina católica inculcaban que la vida era un lugar de tránsito y la muerte era necesaria para purificación del alma; por eso el lugar de entierro tenía una consideración especial. La población novohispana utilizaba el interior y el atrio (patio) de las iglesias como lugar propio para esperar el juicio y la resurrección de los cuerpos; y la iglesia de Reynosa, no fue la excepción. 

Desde 1802, el patio de la Iglesia Guadalupe se utilizó como camposanto por treinta y un años, hasta 1833, pues allí se construyeron varios jacales que sirvieron de Iglesia.

Fue en ese año que el entonces gobernador de Tamaulipas, Francisco Vital Fernández, expidió un decreto ordenando que no se hicieran inhumaciones en terrenos de las iglesias del Estado, para evitar la propagación de la peste del cólera morbo que abatía la zona costera de Tamaulipas. 

Es probable que no se haya enterrado a ningún reynosense dentro del templo, ya que la iglesia de cal y canto fue construida en los años que siguieron.

Gran parte de la edificación se levantó en el mismo año de su inauguración, en 1835; aunque se tienen datos que se empezó a recolectar materiales para su construcción desde 1810, como lo confirma las inscripciones en la viga de sabino que se encuentra en el Museo Histórico de Reynosa.

Esa viga fue parte del primer escalón para subir al altar de la antigua parroquia y sirvió a los feligreses para hincarse y rezarle al creador.

En sus publicaciones, el primer cronista de Reynosa don Donato Palacios, nos cuenta del hallazgo de “los restos de unas veinte personas cuando se hicieron las excavaciones en el año de 1947, para la cimentación de la que habría de ser la nueva edificación de la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe.”

Estas profundas excavaciones para las bases del nuevo templo se hicieron por el costado norte de la antigua parroquia antes de ser derribado el edificio original.

En el año de 1833 se abrió el segundo panteón en Reynosa, para dar sepultura a las primeras víctimas del cólera. Este se ubicó en un sitio, que en ese entonces se encontraba distante de la villa, por donde es ahora la calle Aldama; en el terreno donde actualmente se encuentra las escuelas primarias, matutina y vespertina, Profa. Georgina Cantú Peña y Club de Leones No. 1.

En este lugar, los reynosenses enterraron a sus difuntos por veintiocho años; el lugar sobresalía por su alta barda que lo rodeaba. Las epidemias de cólera a mediados del siglo XIX saturaron rápidamente este panteón.

El tercer panteón es el que ha durado más tiempo en Reynosa, el cual estuvo ubicado en la esquina de la calle Nicolás Bravo con la López Mateos, a espaldas de la vía del FFCC y a un costado del paso a desnivel núm. 1. Ahí funcionó por 93 años, hasta que su cupo se agotó en el año de 1954; durante el mes de mayo de 1965 se iniciaron los trabajos de desalojo de los restos óseos de los difuntos reynosenses.

Por los años de 1947 y 1949, ya se habían establecido respectivamente, el panteón privado Guadalupano y el panteón municipal El Sagrado Corazón, ubicados por la salida a Monterrey.

Antonieta Espejo

Desde inicios de la década de los años de 1960, la reconocida antropóloga Antonieta Espejo instaló las oficinas del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) Noreste, en la planta alta del edificio Tiburcio Garza Zamora.

Durante la última parte de los años de 1940 y la primera parte de los años de 1950, la antropóloga Espejo había colaborado en las importantes excavaciones de la zona arqueológica de Tlatelolco en la ciudad de México, dirigidas por Pablo Martínez del Río. Junto con Robert Bardow lograron que el gobierno federal nombrase a Tlatelolco como zona arqueológica protegida, uno de los barrios más antiguos del continente americano.

Fue en marzo de 1960 que el arqueólogo Piña Chang, director de Monumentos Prehispánicos del INAH, comisiona a la arqueóloga Antonieta Espejo a pasar a la ciudad de Reynosa.

Una de sus importantes tareas en Reynosa fue rescatar la información antropológica de la necrópolis antes de que fuera desocupado el predio por los deudos de las personas ahí enterradas.

Dentro de los primeros planes para dicho terreno del panteón, se pensó la posible creación de un museo de INAH sobre el noreste de México y una gran biblioteca para la entonces pujante ciudad.

Se dice que la antropóloga Espejo utilizó la azotea del edificio “Gral. Tiburcio Garza Zamora” como laboratorio arqueológico para las investigaciones del material óseo y cultural de dicho panteón. En ese cementerio se hizo un estudio de 54 personajes difuntos, los cuales estuvieron relacionados con importantes eventos de la villa, durante la intervención francesa y la revolución mexicana.

La FSTSE (Federación de Sindicatos de Trabajadores al Servicio del Estado)

La FSTSE tenía urgencia en adquirir un terreno municipal rápidamente para aprovechar el fondo presupuestado para la construcción del hospital del ISSSTE, que estaba por vencerse.

Esto beneficiaría a trabajadores del Estado que pertenecían a la Aduana, Migración, Correos y Telégrafos, Puentes y Caminos, Maestros, SARH, etc.

El fotógrafo Jesús Cavazos narra que el cabildo, presidido por Rodolfo Garza Cantú, convocó a una sesión de cabildo extraordinaria y en privado en febrero de 1966, con el comité de directivos y secretarios de cada dependencia asociada con esta federación. Esta agrupación estaba presidida por el secretario general de la FSTSE e interventor de la aduana, el señor Carlos Solís Bejarano.

  • En esa sesión lograron que les asignaran el predio del panteón para la construcción del hospital, el cual se empezó a construir a mediados de ese año.

El señor Cavazos explica que en la “Clínica Hospital Regional Dr. Baudelio Villanueva Martínez” ofrecían regionalmente sus servicios a los derechohabientes de San Fernando, Valle Hermoso, Río Bravo, Camargo, Miguel Alemán y en especial a Reynosa.

El hospital lleva el nombre del médico catedrático nacido en Jaumave, quien sirvió en diferentes cargos de salud en el Estado de Tamaulipas en la década de los años 1920 y quien falleció justamente en el año de 1970, cuando se terminó la construcción del hospital. 

Ese año estuvieron en la inauguración: el director general del ISSSTE, el Lic. Rómulo Sánchez Mireles, el gobernador Manuel A. Ravizé Richer y el alcalde Rafael Sierra de la Garza. El director fundador de esta institución en Reynosa fue el Dr. Fidel Sánchez Payán.

El proyecto de este hospital se logró a través de un paquete adquirido ese mismo año de 1966 para obras federales en Reynosa, en una visita hecha a la ciudad de México por el gobernador Praxedis Balboa, el presidente de la JFMM (Junta Federal de Mejoras Materiales) Pablo Aldrete Cuéllar y el presidente de Reynosa Rodolfo Garza Cantú. Según Cavazos, en ese paquete de $400 millones de pesos se incluía la construcción del edificio del hospital del ISSSTE, la continuación del edificio del IMSS, la ampliación de la red de agua y drenaje y la construcción del primer distribuidor vial que conectaba la carretera a Monterrey con las carreteras a Matamoros-San Fernando, conocida entonces como la Línea del Gas y actualmente como avenida Praxedis Balboa. 

Todo eso, era parte del Plan Fronterizo que se llevó a cabo en los períodos de los presidentes Adolfo López Mateos y Gustavo Díaz Ordaz, para crear la primera infraestructura urbana de esta ciudad, del cual nos referiremos en otra ocasión.

En el momento que se pidió el terreno, existían tan solo tres hospitales privados en Reynosa:  el Peña Vidaurri, el Puig y el Balderas Galván. Este último estuvo primero por la calle Juárez, entre Zaragoza y Allende, pegado a las oficinas de correos y telégrafos.

En 1966, de carácter público ya se encontraban en funciones la Clínica Hospital Regional de PEMEX, el Hospital Ejidal, donde se establecería después el Centro de Salud, y el Hospital Civil. Dos años después que se empezó a construir el hospital del ISSSTE, se inauguró el hospital del Seguro Social en 1968 por el boulevard Hidalgo que, hasta entonces, había utilizado diferentes edificios privados de la ciudad, de acuerdo con la información proporcionada por el Sr. Jesús Cavazos Reyes.

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El director general del ISSSTE, el Lic. Rómulo Sánchez Mireles, develando la placa del hospital en octubre de 1970.



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