La historia detrás de la Casa Rivas Mercado
La proeza de levantarla de nuevo, que tomó una década entera, para finalmente ser abierta al público en 2017, se documenta a detalle en el libro La Casa Rivas Mercado
Al caminar por la calle Héroes, en la Colonia Guerrero, y divisar en el número 45 la Casa Rivas Mercado de pie, tan digna y orgullosa con sus aires de elegancia porfiriana, resulta difícil imaginar la ruina en la que pasó 20 años de su historia.
La proeza de levantarla de nuevo, que tomó una década entera, para finalmente ser abierta al público en 2017, se documenta a detalle en el libro La Casa Rivas Mercado, Una historia detrás de la historia, escrito por la coordinadora de la restauración, la gestora cultural Ana Lilia Cepeda.
Pensada como una publicación que acompañe la visita al inmueble, la narración con los pormenores del proyecto está engarzada con la historia de sus ocupantes ilustres: los Rivas Mercado; Antonio (1853-1927), proyectista de la Columna de la Independencia y de otros hitos del País, y Antonieta (1900-1931), la hija escritora, mecenas de las artes e ícono de la intelectualidad de su época.
También, por primera vez en papel, se cuenta qué pasó con el inmueble una vez que fue vendido por la familia a los Sosa, para después caer en el olvido.
"Hay una historia que estuvo sepultada muchos años", explica Cepeda en entrevista. "Sin minimizar la otra, que es una historia que tiene interés nacional, por lo que se hizo aquí, donde se diseñó la Columna de la Independencia. La otra historia, que también me parece igualmente valiosa y válida, es la de una familia mexicana que, por azares del destino, se convierten en propietarios de la casa".
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Para Cepeda, cuyos empeños para mantener la casa, como se apunta en el prólogo de Beatriz Rivas, llegaron al grado de la obsesión, el libro no hubiera estado completo sin una indagación profunda en las vidas de Antonio y Antonieta Rivas Mercado.
Por ello, la primera parte, denominada "La historia", comienza con el influyente arquitecto, la construcción de la casa a finales del siglo 19, su proyecto para llevar a cabo la Columna de la Independencia y las condiciones de tensión y peligro constante que la familia vivió durante la Revolución, cuando las tropas de Lucio Blanco despojaron de su mansión -hoy inexistente- al vecino de enfrente.
Por otro lado está la historia de Antonieta, que Cepeda sitúa como el inicio del patronazgo artístico en México, gracias a sus labores para financiar a la Orquesta Sinfónica Nacional y al grupo de Los Contemporáneos, además de la excelencia de su propia escritura y, como se ha vuelto ya materia de leyenda, sus tumultuosos enamoramientos con personajes como el pintor Manuel Rodríguez Lozano y el político José Vasconcelos.
Y aunque es cierto que ambas historias han sido contadas extensamente, el libro realiza nuevos hallazgos sobre estas figuras que, por lo demás, han cautivado la imaginación de muchas generaciones.
"Creo que cada vez que se escribe o se reescribe la historia de un personaje, siempre encuentras cosas nuevas, elementos nuevos", celebra Cepeda.
Así sucede, por ejemplo, con la historia del suicidio de Antonieta, ocurrido en París en 1931, con detalles sobre su prolongada agonía -y no su muerte instantánea, como a veces se piensa- provistos a la familia por un joven médico mexicano que trabajaba en el hospital donde la recibieron tras dispararse en el esternón en Notre Dame.
También, algunos momentos trascendentales presenciados por la propia Cepeda, como la primera y única visita que el hijo de Antonieta, Donald Blair, realizó a la casa reconstruida, su hogar de la infancia.
"Tuve la gran fortuna de conocer a Donald Blair, que también me parece un personaje muy conmovedor; su historia es muy conmovedora y uno ve a los personajes, pero, para él, era su mamá. Él es parte de la historia de esta casa", explica.
En la sección denominada "Una historia detrás de la historia", Cepeda narra la adquisición de la casa por los educadores Rafael Sosa y María de la Luz Mancebo, quienes crearon ahí el Instituto Washington, una escuela que llegó a tener gran prestigio.
No obstante, tras el sismo de 1985 comienza el declive de la construcción.
En su tiempo como directora del Fideicomiso del Centro Histórico, Cepeda juntó su destino con el de la casa al lograr una declaratoria como inmueble con valor histórico.
Un primer paso, pero no suficiente: había que rescatarla, y para ello presentó el proyecto, según relata, al entonces Jefe de Gobierno Andrés Manuel López Obrador, quien se negó a adquirir el inmueble.
Finalmente obtuvo el apoyo, cobijada por la Fundación Conmemoraciones 2010, en el sexenio de Marcelo Ebrard, y pudo por fin comenzar su restauración como un proyecto a largo plazo con evidentes dificultades.
Finalmente, tras conseguir el apoyo del Gobierno de la Ciudad y cobijada por la Fundación Conmemoraciones 2010, en el sexenio de Marcelo Ebrard, la casa por fin pudo comenzar su restauración como un proyecto a largo plazo con evidentes dificultades.
"Yo siempre digo que es como quitarle el velo a una casa y se te van develando los secretos. Entonces, la primera vez que entramos, no sabíamos que el elemento más importante decorativo eran los pisos, y que eran 50 mil piezas de mosaicos encáusticos, que quiere decir que están pintados a mano y que no están pegados, están puestos a hueso", recuerda.
Los pormenores de la restauración, a cargo del arquitecto Gabriel Mérigo, así como los secretos que la casa fue revelando, se cuentan en el libro, el cual busca traer a la luz la historia detrás de la historia.
Acompañado con abundante material fotográfico, tanto de archivo como de la restauración, planos, detalles arquitectónicos y una detallada cronología, se construyó un testimonio múltiple que se antoja ideal para recorrer el inmueble.
La Casa Rivas Mercado, abierta para recorridos los sábados y domingos, depende de éstos para mantenerse, por lo que Cepeda invita a hacer una cita en el teléfono 5525916666, o en el correo visitas@casarivasmercado.com.
Tan pronto cuenten con los recursos, se planea rescatar el jardín, así como mandar a hacer reproducciones de algunos de los ornamentos perdidos y amueblar la casa con piezas de la época.
"Fue mérito de mucha gente", dice Ana Lilia Cepeda, al ver la casa de pie. "Mi aporte fue la constancia y la tenacidad".
Y La Casa Rivas Mercado, Una historia detrás de la historia, con soltura y detalle, es testimonio de ello.