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Ya es una vaca sagrada

Afirma hijo del escritor que falta que se reivindique más a su progenitor, marginado en ocasiones

Ciudad de México

José Agustín.Ya es una vaca sagrada

En agosto, Penguin Random House México publicó, a través de su sello Debolsillo, cinco libros de José Agustín: “De perfil”, “Cuentos completos”, “El rock de la cárcel”, “Ciudades desiertas” y “Vida con mi viuda. Proyecto de relanzamiento de su obra completa con prólogos hechos por otros escritores o periodistas y con portadas del artista y diseñador Pedro Friedeberg, “un artista inmenso, estamos honrados de que haya accedido a prestarnos algunas de sus imágenes”, cuenta Andrés, su otro hijo, director editorial de Penguin. Agosto se eligió para relanzar los títulos porque coincide con el cumpleaños del escritor, nacido 1944, el día 19 de ese mes.

Los prólogos, precisa, buscan el diálogo con otras generaciones; algunos los escribieron autores ya conocidos por los joseagustinianos, como Juan Villoro o el poeta Alberto Blanco. 

El sentido era interactuar con los más jóvenes y para ello se convocó a ciertas figuras: este mes se publicarán también Se está haciendo tarde (final en la laguna), con prólogo de Fernanda Melchor; La tumba (Carlos Velázquez); Diario de brigadista (Magali Tercero) y los tres tomos de Tragicomedia mexicana (cada volumen incluye respectivamente un texto de Diego Enrique Osorno, Emiliano Ruiz Parra y Daniela Rea).

“Yo no creo que se trate de reivindicar —dice Andrés para retomar las palabras de su hermano— porque me parece que, a diferencia de autores como Salvador Elizondo o Juan García Ponce, José Agustín tuvo muchos lectores. No fue un escritor de enterados, hubo mucha gente que lo siguió desde chiquillo y eso sólo fue creciendo con el paso del tiempo. En los 80, la Tragicomedia mexicana vendió muchísimos ejemplares, algo que un buen número de escritores hubieran querido”.

Para Magali Tercero, la obra de José Agustín es un sinónimo de libertad. “A partir de él, de Gustavo Sainz y de Parménides García Saldaña, entre otros, surge la llamada literatura de la onda, bautizada así por la escritora Margo Glantz: plena de juegos en el lenguaje y en el contenido, plena de música rockera y libertad de pensamiento… y muy lejana del asfixiante pensamiento único que las redes sociales han impuesto desde hace más de una década. Sin duda ha ejercido influencia, así sea inconsciente, en muchos escritores mexicanos”.



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