Murió la escritora mexicana Patricia Laurent Kullick
Escritores y académicos recordaron su trabajo literario, al que calificaron como “alocado”, “comprometido con el lenguaje”, y “lleno de ironía y creatividad”
La escritora Patricia Laurent Kullick, autora de El Camino de Santiago, murió hoy a los 60 años, por complicaciones posteriores a una cirugía.
RECUERDAN SU TRABAJO
Escritores y académicos recordaron su trabajo literario, al que calificaron como “alocado”, “comprometido con el lenguaje”, y “lleno de ironía y creatividad”.
El escritor Antonio Ramos Revillas, autor de Salvajes, mencionó que la obra de la escritora radicada en Monterrey y fallecida en Playa del Carmen, debe ser más conocida en México, pues no tiene contraste, por su imaginación desbordada.
“La obra de Paty será fundamental no solo para la literatura de Nuevo León, pues en la historia de la literatura mexicana no encontraremos a una autora como ella, con esa desfachatez y esos imaginarios enloquecidos que tenía, con una novela que debería ser mucho más leída como El Camino de Santiago, aunque sus cuentos no están para nada atrás de esa calidad narrativa que nos deja”.
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“Como comunidad literaria nuevoleonesa siento que perdemos uno de los ejes principales, en los últimos 30 años, pero estoy seguro que su escritura se irá reevaluando, revalorando y que tendrá lectores para muchos años más. Lo que hizo entra en la categoría de obras enloquecidas, pues siempre que escribía estas historias tenían que ver con entes raros”, dijo el director de la Editorial Universitaria de la UANL.
- Al referirse a El Camino de Santiago, la obra más reconocida de la escritora nacida en Tampico, Ramos Revillas dijo que el texto es un viaje sorprendente de una mujer que dialoga con su conciencia hasta llegar a estados alterados, y encontrarse con culturas extrañas, con el empleo de una narrativa que se aleja de lo cotidiano, dialogando permanentemente con una identidad febril, avorazada y desaforada.
Por su parte, el poeta Margarito Cuéllar reconoce en la autora de la novela La Giganta, a un puntal de la generación de los 60, que hizo una prosa brillante, sobre todo por el refinado uso del humor, con una forma de escribir que no es común en la literatura.
“Tenía la imaginación de un niño, atesorada en el cerebro de un adulto, y con esa forma de inventar hacía tremendos cuentos y sobre todo esa novela enorme, La Giganta. Su obra es equiparable al de otras narradoras norteñas como Irma Sabina Sepúlveda o Amparo Dávila”, dijo, en referencia a quien fuera becaria del Centro de Escritores de Nuevo León e integrante del Sistema Nacional de Creadores de Arte.
Cuéllar Zárate, ganador Premio Hispanoamericano de Poesía Juan Ramón Jiménez 2020, consideró necesario que sea difundida la obra de Patricia, pues su trabajo no contó con la debida circulación nacional, por diferencias con algunas editoriales.
“De cualquier manera sus libros han estado circulando y van a ser muy atractivos para lectores de hoy, pues tiene relatos breves y con mucho sentido del humor, sin llegar al chiste. Se conserva una atmósfera narrativa y esa obra de La Giganta que la dimensiona en estos últimos años, está a la altura de las creaciones importantes de México. Su narrativa ira creciendo. Es muy lamentable su partida”, señaló.
Genaro Saúl Reyes, investigador de culturas populares, resaltó la narrativa de Laurent, autora del libro de cuentos Infancia y otros horrores, por manejar el lenguaje “como se le pegaba la gana”.
“Ella estaba comprometida con el lenguaje. A partir de su lenguaje podía construir otros mundos y de ahí iban saliendo grandes textos. Aunque algunos decían que hacía realismo mágico creo que no había etiquetas para Patricia, porque iba construyendo su propia narrativa y en eso no la igualaba nadie, por el manejo de temáticas que podrían provocar horror, lo que precisamente buscaba ella, como lo hizo en uno de sus libros que se llama Infancia y otros horrores”.
“Ella estaba comprometida con el lenguaje. A partir de su lenguaje podía construir otros mundos y de ahí iban saliendo grandes textos" Genaro Saúl Reyes
“Paty creaba un espejo en el que nos estábamos viendo a partir precisamente de lo que no queríamos ver de nosotros mismos. Eso hace muy valiosos sus libros. El Camino de Santiago es una obra fundamental, que hay que leerla con mucho cuidado, llena de ironía y humor negro. Lo mismo La Giganta, uno de sus últimos textos que le leí. Lo que veo en la obra de Patricia es un compromiso con el lenguaje y con ella misma”, refirió.
El académico consideró excepcional el manejo que hacía la escritora del erotismo, una temática muy difícil de manejar, aunque afortunadamente ella no tenía problemas para hacer referencias, pues a todo lo llamaba por su nombre.