Más allá de Siqueiros y Rivera
El patrimonio muralístico de la UNAM es muy extenso y es legado del movimiento artístico mexicano por excelencia
Es difícil no mencionar a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) cuando se habla de muralismo, movimiento artístico mexicano por excelencia. Usualmente, cuando pensamos en el patrimonio muralístico de la Universidad, lo primero que se viene a la mente es “La creación”, obra que hizo Diego Rivera en el Colegio de San Ildefonso; así como la icónica fachada de la Biblioteca Central, con obras de Juan O’Gorman; o “El derecho a la cultura (o las fechas en la historia de México”), de David Alfaro Siqueiros, conocido como el punto de encuentro de las protestas de los universitarios en Rectoría. Pero el patrimonio muralístico de la UNAM es más extenso.
150 MURALES
La Máxima Casa de Estudios posee un aproximado de 150 murales, pero muchos pasan desapercibidos, por lo que investigadores aprovecharon la celebración del centenario del muralismo para revalorizarlos.
Entre ellos se encuentra el mural “Las artes y las ciencias”, en la Prepa 5. Esta obra fue realizada por Rodolfo Morales, un maestro de dibujo que trabajaba en esa escuela durante los años 60 y que buscó hacer una reflexión sobre la violencia de una forma velada. Morales rechazó la pintura nacionalista y abstracta, corrientes en boga en aquella época, y su estilo se guió por la pintura mural realizada por una generación anterior a la suya, en la que participó Rufino Tamayo, quien en el futuro apoyaría a Morales para consolidarse como un pintor.
También destaca la importancia de un misterioso mural de manchas de colores en el Edificio B de la Facultad de Química, que antes pertenecía a la Facultad de Veterinaria. Se trata de “la única obra de arte abstracto en todo el Campus Central”, escribe el autor del capítulo dedicado a esa creación, Aldo Solano Rojas, quien señala que por haber sido parte originalmente de Veterinaria, quizás las manchas son una representación abstracta de animales. Aunque hay documentación detallada sobre la construcción de CU, sobre esta obra no hay registro del autor ni de su título. La falta de información ha hecho que el mural fuera desdeñado como una simple decoración por años.
IMPRIMEN SU TALENTO
Otro mural sin título es el que realizó el colectivo Tepito Arte Acá en la Facultad de Arquitectura durante la década de los 80. Este mural fue pintado por uno de los integrantes del colectivo, Daniel Manrique.
La obra fue una forma de agradecimiento al Taller 5 del Autogobierno de esta Facultad, pues ayudaron al colectivo a detener un proyecto de reordenación del gobierno de la ciudad que afectaría los intereses de la comunidad, a través de una contrapropuesta, explica González Mello en el libro. La obra de figuras humanas sobre un fondo abstracto maneja ideas como la relación entre la utopía y el poder y tiene referencias a Le Corbusier y José Clemente Orozco.
El libro también rescata la historia de murales que no se concretaron, como el mural que Rivera haría en la Facultad de Química; o que desaparecieron, como es el caso de “La Caperucita Roja”, que Carlos Mérida hizo en 1923 en la Biblioteca de la Secretaría de Educación Pública, que fue destruido y ahora sólo se conserva en fotografías como las que publicó El Universal Ilustrado.
Precisamente las acaloradas discusiones llevaron a los estudiosos a abordar el muralismo que alberga la UNAM desde enfoques que no habían explorado.
DE GRAN VALOR 150 MURALES
La Máxima Casa de Estudios posee un aproximado de 150 murales, pero muchos pasan desapercibidos, por lo que investigadores aprovecharon la celebración del centenario del muralismo para revalorizarlos.
Son testigos de movimientos y luchas.