Es 'Gato' ahora hombre de fe: confía en que Dios lo liberará
A la pregunta de cómo tomó la noticia de su sentencia de 75 años por participar en tres secuestros, Omar Ortiz baja la vista, mira hacia una pared de esta oficina del Penal de Cadereyta, vuelve a enfrascarse en un punto poco definido
Reacciona: "Ya sabía (que no sería favorable la sentencia), porque mi Dios siempre me ha dicho una fecha de salida: me dijo que yo me voy a ir un 27 de diciembre, pero a mí me sentenciaron el día 21 de diciembre (del 2017), entonces ya sabía que no era para algo positivo (la sentencia) porque Dios no se equivoca". Lo absolvieron de asociación delictuosa, no de señalar de acuerdo con la autoridad a víctimas de tres secuestros, entre ellos el de una menor y al esposo de Gloria Trevi, por lo que lo sentenciaron a 75 años, 60 de los cuales deberá purgar de acuerdo con la ley. Con su edad, 45 años, muy posiblemente no saldrá con vida de prisión. Dice Omar: "Mi primera reacción fue 'Gracias a Dios'. Me dijeron: '¿Vas a apelar?', dije 'Sí', firmé y me retiré a dormir. "Así lo tomé. De que me voy a ir, me voy a ir, porque Dios no se equivoca, y Dios lo que promete lo cumple".
Yo nunca he pedido mi libertad, lo único que pedí es que me juzgaran conforme a las pruebas que tenían en contra o a favor mías, porque yo no te puedo decir 'soy culpable' o 'soy inocente' porque es como tratar de justificarme o tratar de decir que no lo hice o sí lo hice, pero siempre he pedido a Dios que sane el corazón de esa gente y yo sé que Dios me va a dar la oportunidad de un día poder verlos cara a cara y Dios quiera que haya sanado su corazón".
De acuerdo con su defensa cuya presencia ha sido irregular, la autoridad lo acusó de que "él puso el tiro", es decir, que él señaló como potenciales víctimas de secuestro sin que los coacusados lo hayan confirmado. Los autores materiales del secuestro fueron detenidos el 31 de diciembre del 2011, a él lo detuvieron el 4 de enero del 2012 y todos fueron presentados a la opinión pública el día 7. Uno de los afectados, dice, puso su denuncia contra él hasta el 19 de enero. Agrega: "Lo hizo después de que a mí me habían presentado, y cuando alguien va y te dice 'mira, son ellos', tú declaras 'sí, son ellos'. Obviamente con el dolor que traes de lo que sucedió tú vas y declaras". -¿Tú no 'señalaste' personas para que fueran privadas de su libertad? "Es hablar de algo de lo que no quiero argumentar nada".
Crecido en una familia de clase media, sin padre, Omar vivió en colonias como la Estrella e Hidalgo, y en la María Luisa durante un tiempo en que su padre tuvo una relación. De ahí en fuera, cuenta, su tiempo transcurrió con normalidad hasta que poco a poco fue involucrándose en el deporte, el futbol, y más tarde en el cargo que lo identificaría: la de portero. La caída llegó en el 2010 cuando lo inhabilitaron por dar positivo en controles antidopaje por consumo de anabólicos. Así, sin futuro en el deporte, intentó varios caminos para hacerse de recursos: una escuela de porteros, venta de motos, participación en una empresa de pipas de gas, pero nunca logró siquiera acercarse a la cifras que alcanzó en en el futbol profesional: "Más de 300 mil pesos (mensuales) sí se ganaban", dice. La ciudadanía lo perdió de vista hasta que fue presentado con la banda de secuestradores.
Luego, de nuevo el olvido hasta que el 2017 se supo que por poco pierde la vida en un motín que fue reprimido por elementos de Fuerza Civil, a los cuales se les permitió utilizar fuerza letal. "Tengo bien presente la fecha porque ese día (27 de marzo) fue el encuentro con Dios", comenta. "Sí rodeé por los lugares donde andaba la gente desordenada, yo recuerdo que me tomé unas pastillas, ahora sé que eran de psiquiatría, no sé si qué tome ni cuántas, lo único que recuerdo es que durante el recorrido veo a la seguridad, les digo 'soy de los calmados', pero empezaron los golpes.
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"Gracias a Dios que eso pasó porque pude comprender que, cuando tú estás en las manos de Dios, por más difícil que sea la situación saldrás adelante". Antes de eso, dice, se hizo muy vicioso en el penal: "Muy, muy vicioso. Fueron más o menos tres años en los que participé mucho en el tema de la droga (...) "Aquí primero empecé con cocaína, después con marihuana, después con marihuana con cocaína en piedra revuelta, después con marihuana y cristal, tachas, ácidos, pastillas, prácticamente todo". Si ya era de carácter difícil, en el penal, abandonado por su club, sus compañeros y por los aficionados, Omar se volvió más intratable y se enganchó con las drogas hasta que por poco pierde la vida.
Dice que encontró a Dios en el apartado Reyes de la Biblia. "A través de muchas páginas me marca la fecha: 12, 27; 12, 27; 12, 27, entonces yo les digo a todos, a mi familia, a mis compañeros, y me dicen 'estás mal, cómo te vas a ir, no sabes si te va a pegar el amparo', y yo les digo 'pues yo no sé, pero me voy a ir un 27 de diciembre'". Se lo confirma, dice, el Salmo 27: "El Señor es mi luz y mi salvación; / ¿a quién temeré?", el mismo que agrega, también: "Una sola cosa le pido al Señor, / y es lo único que persigo: / habitar en la casa del Señor / todos los días de mi vida". Todos los días de su vida. El mismo tiempo que podría pasar en la cárcel de no liberarlo un recurso o una acción de divina que pudiera suceder en un 27 de diciembre cualquiera.