El suicidio de la señorita Amparo de León, 1917
El Juzgado dio fe que dicha arma era una pistola calibre 45, aunque en otras declaraciones se menciona como de calibre 38. Ésta era de resorte con cachas negras. Tanto el cañón, el cilindro y el martillo tenían bastantes manchas de sangre. Los peritos decían que la arma era de la marca del “caballito”, o sea fabricada por la compañía Colt
Cronista Municipal de Reynosa
Eran como las 9:30 de la mañana del día 27 de diciembre de 1917, cuando el alcalde segundo de la villa de Reynosa, don Pedro Palacios, fue avisado por la Comandancia de la Policía sobre un hecho de sangre en el domicilio del matrimonio de Blas de León y Celedonia González. El acto había ocurrido una media hora antes y ya parte de la población de la pequeña villa conocía lo sucedido.
Palacios con sus testigos de asistencia les tomó protesta a los señores Antonio R. Guerra y Emilio Pérez como peritos en esta causa. Antonio era un hombre soltero empleado municipal, mientras que Emilio era casado de profesión labrador, ambos considerados como vecinos de la villa. Este grupo de personas, mencionados como el Juzgado, se constituyó ante la casa del matrimonio para dar fe del acontecimiento.
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Los detalles de los hechos
En una pieza de mampostería, en el interior de la casa de Blas de León, estaba una cama de madera en cuyo respaldo se encontraba colocada una funda de baqueta para pistola. Al pie de dicha cama, en el pavimento, se encontraba el cuerpo de una mujer, la cual tenía los pies hacia el norte, la cabeza bocarriba hacia el sur y sus brazos abiertos. La persona fallecida vestía nagua blanca, corpiño de saco blanco y botas de botones al estilo americano. Los peritos mencionaron que su rostro de color blanco era de facciones perfectas, expresando que era el cuerpo de la señorita Amparo de León.
Había un gran charco de sangre hacia donde tenía la cabeza, presentando en ésta una desgarradura de cráneo al lado derecho que formaban una circunferencia como de diez o más centímetros. Los testigos mencionaron que era una “oquedad terrible”. Como a medio metro enfrente del cuerpo, sobre el suelo, se encontraba tiradas dos grandes proporciones de masa encefálica.
Emilio Pérez, uno de los peritos en este caso, explicó que su domicilio se encontraba inmediato a la finca donde se hizo la diligencia. Declaró que un cuarto de hora antes había escuchado una detonación de arma de fuego y al poco tiempo percibió el llanto de la familia en este lugar. Pérez de inmediato concurrió a la casa de sus vecinos donde vio a la mujer tirada en el pavimento en la forma ya descrita. Enseguida se había presentado en el lugar de los hechos Jesús Villarreal, quién era pariente de la familia de Blas de León. Entrando en la pieza recogió del suelo inmediato al cuerpo una pistola, la cual puso en manos del que sería nombrado después como perito, Emilio Pérez.
El Juzgado dio fe que dicha arma era una pistola calibre 45, aunque en otras declaraciones se menciona como de calibre 38. Ésta era de resorte con cachas negras. Tanto el cañón, el cilindro y el martillo tenían bastantes manchas de sangre. Los peritos decían que la arma era de la marca del “caballito”, o sea fabricada por la compañía Colt. En la pistola todavía se percibía el olor a pólvora recién quemada. El cilindro tenía solamente un casquillo recién percutido, sin tener otros cargados o vacíos. El Juzgado dio fe que en la pared poniente de la finca había manchas visibles de sangre, hasta como tres metros de altura. En el suelo de la pieza se encontró una bala de plomo completamente achatada.
Declaraciones de los parientes
El mismo día 27 de diciembre, en el despacho del Juzgado se le tomó declaraciones a Jesús Villarreal, quién era un hombre originario del poblado de General Bravo, Nuevo León. Jesús era un empleado federal de la Aduana de Reynosa. Villarreal explicó que muy temprano en la mañana de ese día antes de levantarse, su cuñado Blas de León había llegado a su casa.
Sostuvo una conversación con Blas, el padre de la niña Amparo de León. Un poco después de levantarse, Villarreal le contó a su cuñado que, la oficina donde tenía su trabajo como cabo de la Aduana, lo habían promovido a otra población. Notó en el semblante de su cuñado Blas, como que andaba atosigado en su ánimo. Pero éste último no le participó nada porqué andaba pensativo.
Villareal lo invitó a almorzar y después que tomaron el alimento se vinieron juntos, quedándose Blas en el establecimiento de la cantina de don Prudencio Garza. El cabo continuó a la oficina de la Aduana y apenas había llegado, cuando su sobrino Alberto Aguilar le informó de una niña, hija de Blas de León. Ésta llorosa corría por la calle, habiendo llegado a la casa de don Simón González, decía que se había matado su hermana, la señorita Amparo.
En ese mismo momento que corría la noticia públicamente vio, por la bocacalle frente a la Aduana, pasar a su cuñado de León acompañado de Salvador Guevara. Villarreal se incorporó con éstos, los cuáles entraron al solar de la finca, donde ya se encontraban reunidos vecinos, hombres y mujeres. La esposa de Blas se encontraba en la cocina con llanto desgarrador.
Villarreal se acercó a la puerta de la casa de piedra por el lado sur, donde estaba la sala y recámara. Empujó las dos hojas medio entrecerradas y al abrirlas vio que su sobrina Amparo de León yacía en el piso. Vio manchas de sangre sobre una de las camas que estaba inmediata al cuerpo, también en la mano derecha del cuerpo cerca de sus dedos estaba tirada la pistola, que según él era calibre 38. Villarreal la recogió inmediatamente, en previsión de que su cuñado Blas fuera a cogerla y a usarla para sí con violencia, por la impresión tan dolorosa. La pistola se la pasó a Emilio Pérez y entendía que éste se la había entregado al Juzgado cuando se constituyó a tomar conocimiento del suceso. Explicó que cuando entró a la finca donde estaba el cadáver no había ninguna persona adentro y las puertas de la propia finca se encontraban todas cerradas, excepto la del lado sur.
El tío ignoraba la causa que tuviera su sobrina para haber tomado esa determinación. Pues la noche del día anterior la señorita Amparo, quién representaba una edad como de catorce años, había asistido acompañada de la familia del declarante a un matrimonio y baile que hubo en la villa.
Fue hasta el 29 de diciembre de 1917, cuando el Juzgado le tomó la declaración a Blas de León de 38 años de edad, quién se dedicaba al trabajo del campo. Su versión era muy parecida a la que había dado su cuñado Jesús Villarreal y lo que habían declarado los peritos. Explicó que estando en la cantina, Salvador Guevara le había comunicado que lo buscaban con urgencia por la desgracia en su casa.
El padre de la niña declaró que la pistola calibre 38 era suya. Ésta la tenía debajo de un colchón de las camas de la familia sin parque. Pero la funda y carrillera de dicha pistola, estaba en el respaldo de una de las camas y en la carrillera había varios casquillos del parque de la pistola. Dedujo que su hija la debió haber agarrado e introducido el parque de la carrillera para quitarse la vida, pues ni en la sala ni en la recámara había persona alguna cuando pasó el terrible suceso. Así se lo informó su esposa y sus dos hijas que estaban en la cocina.
El padre de Amparo dijo que no tenía conocimiento de que hechos o causas tuviese su hija para tomar esa determinación. Siempre la había visto conforme y contenta. El día anterior, 26 de diciembre de 1917, había concurrido a una ceremonia de casamiento y baile acompañada de la familia de sus cuñados Jesús Villarreal y Juan Sámano.
Blas de León era originario de la comunidad de Progreso, Coahuila, al norte de Monclova. Las hermanas de Amparo, Petra y Consuelo de León González tenían 10 y 3 años de edad respectivamente en 1917. El matrimonio de Blas y Celedonia tuvieron también a Pedro, Pablo, Conrado y aparentemente a una hija menor con el mismo nombre de Amparo de León González. El expediente que se encuentra en la Sección de Juzgados del Archivo Municipal de Reynosa hace mención a diferentes personajes de la época como fueron Juan Sámano y los hermanos Carlos y Simón González Ochoa. Éste último fue presidente después que el Ejército Constitucionalista tomó la plaza de la villa de Reynosa en 1913.
Según el acta 99 de defunción del año 1917 producida por el Juez de lo Civil, Carlos González, el cuerpo de la niña fue enterrado en el tercer tramo del cementerio de la villa. En ese entonces, el panteón se ubicaba en los terrenos que ocupa actualmente la clínica-hospital del ISSSTE, en la calle Nicolás Bravo con López Mateos, a espaldas de la vía del ferrocarril y a un costado del paso del desnivel No. 1.
Fue en la casa de este personaje que la niña Petra de León fue a avisar la muerte de su hermana Amparo. Simón González fue presidente de Reynosa en varias ocasiones.