El robo en el comercio de don José Elías, 1931
El hombre que velaba en las noches el Mercado Zaragoza era un individuo como de 50 años de edad. Éste era originario de la villa de Méndez y avecindado en la ya entonces ciudad de Reynosa, se llamaba don Manuel Dávila
Cronista Municipal de Reynosa
Era como las 6 de la mañana del día 6 de octubre de 1931, cuando Narciso Leos caminaba con paso resuelto por la calle Hidalgo de Reynosa. Viajaba de sur a norte y al pasar frente al Mercado “Zaragoza” notó a su izquierda que, en el comercio del Sr. José Elías, una hoja de la puerta de entrada frente a la calle se encontraba abierta. Al acercarse vio que la portezuela había sido fracturada.
Narciso era un hombre originario de la villa de Méndez, Tamaulipas, de 56 años de edad y avecindado en Reynosa. Él era un empleado federal, un cartero de la oficina de Correos de México en Reynosa. En ese momento optó por buscar al velador del Mercado Zaragoza, pero al no encontrarlo se dirigió de nuevo a la Casa de Comercio del Sr. Elías, con el objeto de emparejar bien la hoja de la puerta abierta. El cartero pasó a la Comandancia de la Policía, donde dio parte al oficial de barandilla, Alfredo Isassi.
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El velador del Mercado Zaragoza
El hombre que velaba en las noches el Mercado Zaragoza era un individuo como de 50 años de edad. Éste era originario de la villa de Méndez y avecindado en la ya entonces ciudad de Reynosa, se llamaba don Manuel Dávila.
Ese mismo día del robo fue examinado por Manuel A. de la Viña, el Agente del Ministerio Público. Manuel Dávila declaró que, desde hacía poco más o menos dos meses se desempeñaba en el puesto como velador del Mercado Zaragoza. Durante ese lapso de tiempo no se había registrado ningún robo en las casas de comercio que formaban el mismo mercado de la ciudad.
En la noche del día anterior como de costumbre, don Manuel inició el desempeño de su comisión, comenzando a vigilar todos los comercios de ese entorno como a las nueve. El velador manifestó que, más o menos como a las 5:30 de la mañana de ese día y después de revisar todas las casas comerciales en su última ronda se dirigió al comercio del señor José Rodríguez, para avisarle que amanecía, como lo hacía por costumbre.
De ahí se retiró para su casa a descansar. Estando en su domicilio llegó el gendarme municipal, el señor Daniel M. Macías. Éste fue quién le dijo que el comercio del señor José Elías, ubicado en el mercado, había sido robado.
Prontamente se levantó para dirigirse al lugar, antes de que se presentara la autoridad a dar fe de los hechos. Don Manuel pensaba que, sin lugar a duda, el robo había ocurrido después de las 5:30, cuando él se vino del mercado. Pues él antes de esa hora, revisó todos los comercios y encontró todo normal. No tenía sospechas de quién o quiénes pudieron haber cometido dicha fechoría.
A las 6:40 de la mañana de ese mismo día 6 de octubre de 1931, el C. Manuel A. de la Viña, Agente del Ministerio Público de esta ciudad, constituyó el personal de esta agencia, en el comercio del señor José Elías. Esto era con el propósito de instruir la averiguación previa correspondiente, para el esclarecimiento de los hechos.
Ahí se practicarían las diligencias necesarias para dar la correspondiente fe judicial. En caso de comprobarse el dicho delito y se determinase la responsabilidad del autor o autores se haría la consignación del expediente al C. Juez de Paz Mixto de esta ciudad.
El dicho comercio se encontraba ubicado en la calle Hidalgo número 52. El personal de la Agencia llegó acompañado de los señores Leandro Zárate y Emilio Pérez, quienes eran conocedores en el ramo de carpintería. El Agente de la Viña los había designado como peritos, luego de haber aceptado el cargo y protestado su fiel y legal desempeño.
Estando en dicha casa comercial, acompañado de los peritos, el Agente del Ministerio Público procedió a examinar la puerta por donde se decía habían entrado a la finca los ladrones. El personal dio fe que la dicha puerta presentaba huellas de haber sido forzada.
La cerradura consistía en una chapa de aldaba y bisagra con armella y candado. En la puerta se advertía que el herraje había sido forzado. Algún tipo de instrumento punzante había dejado huellas precisas en la cerradura como en la madera, pues utilizaron algún esfuerzo o presión para desalojar los clavos que mantenían fija la aldaba.
En los puntos de apoyo del instrumento que se utilizó para el forzamiento, dejó incrustada en la madera, perceptibles fragmentos de tela de algodón negro. Aunque se hicieron minuciosos exámenes en otras huellas, no se obtuvo otros datos en la entrada del comercio.
Ya en el interior del edificio de la casa de comercio donde se encontraba su propietario José Elías, éste explicó que había sido víctima de robo de algunas mercancías que tenía a la vista del público, para su expendio. El señor Elías manifestó que tal hecho se había consumido en la noche o mejor dicho antes del amanecer, forzando la puerta de entrada a su comercio por la calle Hidalgo.
De momento observó que le faltaban los siguientes efectos: siete pares de calzado para hombres, en colores amarillo y café con vistas claras; dos pares de tenis blancos; un zapato para joven solo, pues el otro lo dejaron donde se encontraba originalmente el par; ocho pantalones de cotonada, marca “Villarreal y Cía.”, de colores kaki y a rayas; cuatro pantalones de casimir marca “La Moderna”, en colores café y gris; ocho camisas amarillas y celestes; una camisa a rayas negras. Los ladrones también se llevaron cuatro kilos de chile colorado que se encontraba en una bolsa.
Toda la mercancía robada provenía de dos casilleros que tenía el comercio del Sr. Elías, quién no estaba seguro si le faltaba algo más. El dueño prometió seguir investigando, por lo cual daría aviso a la autoridad si le faltaba algunas otras cosas.
La declaración del señor José Elías
José Elías era un hombre casado residente de la ciudad de Reynosa, naturalizado mexicano de 31 años de edad y originario de Hartouli, Montilivan, Siria. Este personaje sirio-libanés era hijo de Antonio Elías y Alma Nassar y se casó aquí en Reynosa en 1927 con Esther Maciel, originaria de Congregación Garza o el Charco Escondido.
Él expuso que durante cuatro años que había tenido establecida su casa de comercio en el número 52 de la calle Hidalgo de Reynosa, siempre acostumbraba abrir a las seis de la mañana y cerrar a las nueve de la noche. El resto del tiempo quedaba la negociación mercantil bajo el cuidado del velador del mercado en dicha plaza Zaragoza, quien en ese entonces era el Sr. Manuel Dávila.
Como de costumbre ese lunes en la noche cerró las puertas de su comercio a la hora indicada. Después de haber asegurado las cerraduras de la puerta de salida de su negocio, se encaminó a su domicilio. En la mañana del día martes 6 de octubre, fue informado que la puerta de su negocio había sido forzada.
En esta declaración informó que, de los efectos extraídos que tenía para su expendio en su comercio había hecho un inventario, el cuál arrojaba el valor aproximado en la cantidad de $85.00 pesos. Aclaraba el comerciante que su mercancía podían ser identificada, pues tenían marcas con los precios. Los pantalones de casimir tenían una etiqueta con el precio de $4.25, los kakis $1.90 y los zapatos una de $3.75. Para demostrar la propiedad de la mercancía podía presentar las facturas correspondientes.
El comerciante ignoraba quién pudiera ser él o los autores de ese robo. Sus pesquisas habían sido inútiles por recuperar lo perdido. En seguida la Agencia del Ministerio Público dio instrucciones al comandante de la policía de esta ciudad, para que procedieran a hacer las investigaciones para localizar a los que cometieron el robo, dándoles el informe de las cosas que le habían sido robadas al señor Elías.
Firmas de los involucrados en esta historia.
Sello utilizado por la Agencia del Ministerio Público de Reynosa en 1931.