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Un legado invaluable

El equipo de natación artística de Atlanta 96 abrió camino al que nos representará en París 2024

Un legado invaluable

La historia del actual equipo mexicano de natación artística no se puede contar sin las pioneras de Atlanta 96.

La última vez que México compitió en conjunto en unos Juegos Olímpicos se remonta a hace 28 años con las hermanas Aline e Ingrid Reich, las hermanas Erika y Lilian Leal, Patricia Vila, Ariadna Medina, Berenice Guzmán, Wendy Aguilar, Olivia González y Perla Ramírez, todas dirigidas por Adriana Loftus, la misma entrenadora del equipo actual.

Su aportación al representativo tricolor que competirá en los Juegos Olímpicos París 2024 es muy importante.

Vila fue la primera entrenadora de la capitana Nuria Diosdado y después de Pamela Toscano, Ariadna entrenó a Fernanda Arellano y las demás ex nadadoras se dedicaron a la enseñanza como Aline, otras viven en Australia.

El equipo del 96 fue el primero en competir en una justa olímpica, después de haber quedado en octavo lugar el conjunto se fue desintegrando, pero su herencia está vigente hoy en Nuria, Joana, Regina, Fernanda, Jessica, Itzamary, Pamela, Daniela y Samantha, quienes han puesto a la natación artística tricolor como potencia.

Nadar a ciegas

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Berenice nadaba a ciegas bajo la piscina.

Para entrar a la alberca tenía que quitarse los lentes de contacto, el agua siempre la vio turbia y a veces no distinguía cuando la entrenadora le hacía una corrección.

La falta de visión hizo que desarrollara otros sentidos como reconocer a sus compañeras por cómo se movían o por el tono de voz.

“No sabía a quién estaban corrigiendo y esto me ayudó a controlar los nervios porque no les veía la cara. Era difícil, lo que me ayudó fue que en gran parte conoces tu cuerpo y cuentas los giros”, recuerda entre risas.

También viene a su memoria cuando les pedían autógrafos después de los Juegos Panamericanos Mar de Plata 95.

Difícil retiro Después de Atlanta se retiró por problemas federativos y por la falta de apoyos para volver a conformar un equipo hacia los siguientes ciclos, más tarde volvió para, finalmente, despedirse de la natación artística.

“Empecé a trabajar dando clases de natación, no era lo mismo de antes... Mucho tiempo me alejé de todo por el dolor del duelo, también subes de peso y no quería que me vieran, más la depresión, o sea, si te da fuerte”.

“Son recuerdos muy padres, cuando nos retiramos cada quien se fue por su rumbo, pero en esos momentos durante el entrenamiento si una se sentía mal y no nos salía la rutina, ya no nos salía, era la presión por querer estar bien”, comentó Berenice.

La psicología y Ariadna

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Los Juegos Olímpicos de Atlanta 96 significaron una lucha en búsqueda del sentido para Ariadna.

“Recuerdo esa época sumamente cansada físicamente y mentalmente... sientes como que estás atrapada en tus cuatro paredes de alberca, entras en la mañana sales en la noche, duermes y regresas”, recuerda Ariadna entre lágrimas.

Ser suplente durante muchos años la desgastó y encontró en la psicología y los libros de desarrollo humano un sentido para continuar en la alta exigencia de la natación artística.

El retiro llegó después de Sidney 2000, donde el equipo ya no logró la clasificación, un periodo que encaró sola, aunque tenía el apoyo de su familia y su esposo.

De atleta a entrenadora Los aprendizajes como atleta, algunos más dolorosos que otros, la han llevado a compartir su experiencia con sus alumnas.

“Hoy en día los calendarios de preparación están muy cargados. Se les exige más a las y a los deportistas.

Creo que es peor porque es una exigencia en menor tiempo y con menor edad”, apunta.

Entre sus primeras alumnas se encuentra la mexicana Fernanda Arellano, quien forma parte del actual equipo de natación artística y a la que formó desde cero.

“Era muy despierta, tenía ganas de aprender y probar retos. La verdad es que pocas nadadoras como Fernanda”. Ariadna entrenó ocho años en la Sedena y actualmente prepara a niñas de los 7 a los 15 años en el Club Casablanca.

‘Una vez más’

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La natación artística hizo que Aline volviera a caminar.

Hace unos años a la hermana menor de las Reich la operaron de una hernia lumbar, luego le injertaron una prótesis de cadera y la recuperación fue larga.

Una frase que escuchó a diario en los entrenamientos durante 15 años hasta llegar a los Juegos Olímpicos de Atlanta fue el envión que le ayudó a dar sus primeros pasos hasta ponerse de pie ya en el retiro.

-¡Una vez más! ¡Una vez más!- recuerda Aline.

Dio unos primeros pasos con bastón, luego con andadera; a veces tenía que volver a empezar.

“Fue complicado, sí me costó trabajo, decía ‘si hoy puedo caminar dos minutos no importa camino dos minutos, a ver si la semana que entra puedo caminar tres’”, cuenta Aline, quien se recuperó totalmente y ahora es profesora en educación Montessori.

Recuerdo de oro Aline comenzó en la natación artística cuando tenía 7 años, era muy menuda y pequeña para su edad y su entrenadora la seleccionaba en categorías menores.

Ser la más chaparrita del equipo, 1.59 metros, fue una ventaja para ser la nadadora que lucía en las cargadas con un split que dio la vuelta al mundo, imagen que quedó plasmada en un libro.

Atlanta tiene un significado especial para la ex nadadora mexicana: ahí viajó en su niñez para un campamento, sus hijos nacieron en esa ciudad y participó en los Juegos Olímpicos del 96, la única vez que ha competido ante 15 mil personas.

Herencia de gloria

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Paty Vila dejó un gran legado al actual equipo mexicano de natación artística.

La capitana Nuria Diosdado y Pamela Toscano fueron sus alumnas cuando iniciaron en este deporte y 28 años después estarán en unos Juegos Olímpicos como lo hizo su primera entrenadora en Atlanta 96.

“Me dio tanta emoción y un orgullo saber que dos de mis atletas van a estar en Juegos Olímpicos después de tantos años, creo que en algún momento siempre hay una buena semilla”, cuenta en entrevista Paty, quien se dedicó a entrenar después de la justa olímpica.

Recuerda que cuando Nuria era pequeña era muy juguetona y Pamela llegó a su alberca después de haber estado en el Code.

“Se ponía a jugar con otra niña, les decía ‘ya pónganse a trabajar’ y nada más se salían a respirar y se ponían a jugar”.

Revolución en la alberca La natación artística dio un giro de 180 grados en las últimas tres décadas.

En un video de una competencia de Atlanta 96 las formaciones se ven muy abiertas, explica Paty. Una rutina de estos años tiene patrones más cerrados, es más dinámica y más rápida.

“Mis alumnas luego ven video de los Juegos Olímpicos del 96 y se ríen.

‘Ay, es que estaban muy abiertas’ y ahorita es lo que se les regaña y les decimos ‘péguense más’”.

Paty inició en la natación artística entre los 6 y 7 años, fue pionera en esta disciplina en Atlanta 96 y continúa formando a las próximas generaciones de ondinas.

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