Cubren pétalos adiós de Fátima
Paquito extendía sus manos como si abrazara la tierra con la que fue sepultada su hermanita Fátima, víctima de feminicidio. Con la tierra que juntó, formó un pequeño montículo, donde clavó una raíz seca
Cd. de México.
Momentos antes se había sentado en la orilla de la tumba de su hermana. Le lloraba mientras el féretro blanco era enterrado en una de las fosas del Panteón Santiago Tulyehualco, en Xochimilco. Otro pequeño brincaba y exploraba la arena. Mientras se recargaban en una cruz blanca, dos niñas miraban asombradas cómo un pequeño ataúd era sepultado. Los niños fueron protagonistas en la despedida de Fátima. Dos de ellos se caracterizaron de pequeños ángeles y así se presentaron al sepelio. Anizahid Michel no acudió ayer a clases al cuarto grado de primaria que cursa por ir a despedir a Fátima. Ella ayudó en la preparación de caminos de flores. Esos caminos de flores los definen pobladores de Tulyehualco como senderos espirituales que acompañan el rumbo de las almas. Los caminos fueron elaborados con hojas de flores de nube y gladiola que regalaron vecinos. Anizahid también colaboró en revolver los pétalos. Con la voz entrecortada, la pequeña reconoció que el feminicidio de Fátima le genera miedo.
Confesó que reza para que los niños del pueblo no sean víctimas de violencia. "Me sentí feliz por apoyar, porque no tuvo nada que ver la niña. Yo no sé por qué le hicieron eso. De hecho siempre le pido a la virgencita que nos cuide, que no vaya a pasar nada malo. "Unos regalaron unas rosas de color rosa, pero eran de Tláhuac, unas señoras (también) trajeron", explicó Anizahid. Por la tarde, después de que el obispo de Xochimilco, Andrés Vargas, dirigió una misa de cuerpo presente, por lo que fueron desdobladas mesas y sillas en la calle para que fuera servida comida a los asistentes. Más de 250 personas llenaron la calle en la que fue colocada una lona, cuya sombra resultó insuficiente para cubrir a toso del sol. Juan Manuel Espinosa, prima de María Magdalena -mamá de Fátima-, recordó la precariedad en la que vive la mujer. "Mi prima es de bajos recursos, es por eso que ella se dedica a vender dulces, va a los mercados, a las plazas, a vender dulces para ganarse la vida.
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"También recolectaba latas de aluminio, como PET, como cartón para sostenerse, para darle de comer a sus hijos", narró Juan Manuel. Habitantes donaron despensas y dinero en efectivo a María Magdalena.