Centro de detención, en una encrucijada. Bastante divididas, las opiniones públicas
Principales empleadores contrataron a miles de mexicanos, muchos no tendrían residenciaGoshen, Indiana.- Ya había terminado el sermón y la gente había rezado. Mike Yoder decidió que había llegado la hora de dar una noticia inquietante.
Mientras los feligreses de la iglesia menonita de Silverwood conversaban un domingo, Yoder, comisionado de condado desde hace 13 años y granjero desde hace mucho más, se reunió con el pastor Jeremy Shue en un extremo de la sala y le dijo que había buenas posibilidades de que pronto se construyese un centro de detención de inmigrantes en un terreno donde hoy se cultiva soja al norte de la ciudad.
“Una de las pocas cosas positivas será que no habrá que manejar tanto para ir a protestar”, dijo Shue.
No hacía falta que nadie le recordase a Yoder el potencial de un conflicto. Este dirigente republicano bien sabe que casi dos tercios de los votantes del condado de Elkhart apoyaron la candidatura de Donald Trump para presidente tras una campaña en la que el magnate despotricó contra la inmigración ilegal. Pero también está consciente de que las opiniones políticas del condado están bastante divididas y de que los principales empleadores de la zona contrataron a miles de inmigrantes mexicanos, muchos de los cuales podrían no tener permisos de residencia.
Es un delicado equilibrio el que impera en este rincón del norte de Indiana, fundado sobre la base de visiones contrastantes en torno a los negocios y la fe, la comunidad y la ley. Y la propuesta de construir un centro de detención creó una situación delicada para quienes toman las decisiones.
“Fue como un microcosmos de todos los distintos aspectos de la inmigración”, manifestó Yoder. “Todo aquí, en este condado”.
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TRABAJO QUE NADIE QUIERE
El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas --la policía inmigratoria, conocida por sus siglas en inglés, ICE-- trata desde hace tiempo de consolidar los inmigrantes alojados en distintos centros de detención del centro del país.
Desde el 2011 contratistas vienen proponiendo construir centros de detención en siete comunidades cerca de Chicago, desde suburbios distantes como Crete, Illinois, hasta el centro metalúrgico de Gary, Indiana.
“Esto es como un juego de whack-a-mole”, comentó Fred Tsao, de la Coalición por los Derechos de los Inmigrantes y los Refugiados de Illinois, que ha tratado de frenar esas iniciativas.
Municipalidades de Texas y California cancelaron en tiempos recientes acuerdos para alojar a presos del ICE en momentos en que otras comunidades buscan los empleos y el dinero que generan esos centros.
Pero la demanda de esas instalaciones va en aumento. Si bien Trump habla de construir un muro en la frontera, su gobierno está priorizando las detenciones lejos de la frontera y busca sitios donde alojar a los arrestados.
El ICE no es propietario de la mayoría de los centros de detención. Contrata empresas privadas, con fines de lucro, que alojan a dos tercios de los inmigrantes detenidos por estar en el país sin permiso. Muchos van a parar a cárceles locales con las que se firman contratos para que los reciban. La agencia invierte 134 dólares diarios por cada detenido, según cifras del gobierno.
El año pasado el ICE solicitó construir nuevos centros de detención cerca de Chicago, Detroit, Salt Lake City, Saint Paul (Minnesota) y en el sur de Texas para ampliar su capacidad de 40 mil migrantes a 51 mil.
Una propuesta de CoreCivic Inc., una de las empresas que administran centros de detención privados más grandes del país, tiene al condado de Elkhart en esa lista.
El condado se encuentra a dos horas al este de Chicago y es el corazón de una floreciente industria de vehículos recreativos remolcables, con un desempleo de apenas el 2%. Una gran población amish surte de obreros a las fábricas, pero hay 9.000 vacantes. “Tenemos muchos puestos que no quiere nadie”, dijo Yoder, cuyo padre dirigió alguna vez la fabricante de vehículos recreativos Jayco Inc.
Los inmigrantes han ocupado buena parte de esas plazas, pero los nativos se muestran divididos en torno a temas que incluyen la inmigración. Más de 7.000 colmaron el gimnasio de una escuela de Elkhart en mayo para alentar a Trump. Goshen, donde abundan los carteles que dicen “no importa de dónde eres, nos complace que seas nuestro vecino”, ofrece un contrapeso, con una universidad menonita y una gran colonia hispana.
La propuesta de construir un centro de detención podría exacerbar esa situación. Yoder se movilizó pronto, tratando de buscar un diálogo y prevenir un conflicto.
“Los comisionados tienen que resolver un asunto complejo, por eso intervine pronto”, dijo Yoder. “Las cosas no salieron como pensaba. Tal vez fui muy inocente”. (Los comisionados son funcionarios municipales que comparten las funciones de un alcalde).
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INJUSTICIAS
Richard Aguirre lleva meses trabajando en un programa de tarjetas de identificación para los inmigrantes que se radican en Goshen, muchos de los cuales no pueden sacar licencias de conducir porque están en el país sin permiso.
Para Aguirre, director del Goshen College, ese programa fue una victoria.
Sabía que en el campus había decenas de estudiantes traídos a Estados Unidos ilegalmente cuando eran niños. Nieto de inmigrantes mexicanos, Aguirre recuerda los problemas que tuvieron sus parientes cuando era niño para salir adelante sin permisos de trabajo.
“Me pareció injusto el que, dependiendo de qué lado de la frontera naciste, tengas una buena vida o una vida bastante miserable”.
Cuando Yoder escuchó por primera vez de la propuesta del centro de detención, supo que probablemente la iniciativa le caería mal a gente como Aguirre. Pero era difícil rechazar una propuesta como esa, según Yoder. Generaría trabajos e impuestos. Y sería bien vista por muchos republicanos.
De modo que pidió al pastor que arreglase una reunión con el clero menonita, muchos de cuyos sacerdotes predican un mensaje de inclusión y que se les abra los brazos a los extranjeros. Si se iba a construir un centro de detención, pensó Yoder, tal vez convenía hacerlo en un sitio donde el clero pudiera servir a los arrestados.
Tuvo también en cuenta la creciente población hispana y a los sectores más liberales de Goshen. Un 16% de la población del condado de Elkhart es hispana. Fue atraída por una industria que produce cuatro de cada cinco vehículos recreativos remolcables en Estados Unidos. En Goshen, casi una tercera parte de sus residentes son hispanos y más de la mitad de los alumnos matriculados en sus escuelas son de esa comunidad. En el centro de la ciudad, las vinerías y los anticuarios conviven con taquerías.
El mismo día que habló con los pastores, Yoder se reunió con el alcalde de Goshen Jeremy Stutsman, con Aguirre y con otros.
“Quisiera que ayudasen a mantener la calma”, les dijo el comisionado.
“Mi reacción fue, ‘¡jamás!’”, expresó Aguirre.
Esa noche, Aguirre creó una página en Facebook para la Coalición Contra el Centro de Detención de Inmigración del Condado de Elkhart. Activistas ya habían organizado un acto para celebrar la entrega de tarjetas de identificación, pero Aguirre lo convirtió en una protesta.
ENTREVISTA. El comisionado y ganadero de Elkhart County, Mike Yoder, sonríe mientras una de sus vacas le muerde el codo en Middlebury.
METAS. Pepe Urzúa llegó de México hace ocho años, acuna a su hija de dos meses, Luna, dijo que Goshen, Indiana, "es un lugar donde quieres criar a tus hijos".
CONVERSAN. Los pastores José Luis Gutiérrez (izquierda), de la Iglesia Comunidad Cristiana Adulam y Neil Amstutz de la Iglesia Menonita Waterford.
AJENOS. Los niños juegan en el tribunal del condado de Elkhart, Indiana. La asistencia al festival de la calle refleja la creciente diversidad racial y étnica del condado.