Benedicto XVI pide perdón a las víctimas de abusos sexuales en la Iglesia pero niega haberlas encubierto
El papa emérito expresa su “profunda vergüenza y dolor” y se defiende de las acusaciones de que tuvo conocimiento y ocultó casos de pederastia cuando era arzobispo de Múnich
Benedicto XVI ha pedido perdón a las víctimas de abusos sexuales en la Iglesia, por los que dice sentir “profunda vergüenza y dolor”, pero niega rotundamente haber encubierto los casos de los que le acusa un demoledor informe encargado por la archidiócesis de Múnich y hecho público en enero pasado. El papa emérito prometió una respuesta detallada, y la ha dado este martes en forma de carta personal acompañada de un informe técnico en el que sus colaboradores, expertos en derecho canónico, desmontan las acusaciones de inacción.
Joseph Ratzinger asegura en la carta que nunca conoció el caso de un sacerdote abusador que fue alojado en la archidiócesis de Múnich bajo su autoridad como arzobispo y que el cambio de su declaración ante los investigadores de los abusos se debió a un “error no intencionado”. El prelado, de 94 años y que vive retirado en un monasterio en el Vaticano desde su renuncia en 2013, pide disculpas por las agresiones -“No puedo más que expresar a todas las víctimas de abusos sexuales mi profunda vergüenza, mi profundo dolor y mi sincera petición de perdón”- y reconoce que se cometieron “errores” bajo su mandato.
A finales de enero, Benedicto XVI reconoció a través de su secretario, el arzobispo Georg Gänswein, que no había dicho la verdad en la declaración que envió al despacho de abogados que investiga los abusos en el arzobispado de Múnich. El papa emérito envió un escrito de 82 páginas en el que negaba haber estado presente en una reunión en enero de 1980 en la que se habló del traslado de un sacerdote acusado de abusos. Cuando los abogados publicaron su informe, un demoledor documento que desvela al menos 497 casos de abusos en la archidiócesis bávara, acusaron a Ratzinger de haber ocultado la verdad. Encontraron pruebas de que sí estuvo en aquella reunión e incluso de que intervino. Ahora Benedicto XVI ofrece una explicación más detallada de cómo se produjo el “error”, pero insiste en que desconocía que el sacerdote hubiera cometido abusos.
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Ratzinger ha publicado una carta en varios idiomas en la que lamenta haber sido tildado de “mentiroso” y achaca el error al “arduo trabajo” que supuso para su equipo dar respuesta a las preguntas del despacho de abogados. “Me resultó profundamente doloroso que este descuido se utilizara para poner en duda mi veracidad e incluso para etiquetarme de mentiroso”, asegura. Añade que también ha recibido muchas expresiones de confianza, como la del actual Pontífice: “Estoy particularmente agradecido por la confianza, el apoyo y la oración que el papa Francisco personalmente me expresó”, asegura.
El equipo del papa emérito ha hecho públicos dos documentos: la carta personal de Ratzinger y un informe firmado por los expertos que redactaron la respuesta de 82 páginas. En su carta, Benedicto XVI se centra en la petición de perdón a las víctimas: “He tenido grandes responsabilidades en la Iglesia católica. Tanto mayor es mi dolor por los abusos y los errores ocurridos en distintos lugares durante el tiempo de mi mandato. Cada caso de abuso sexual es espantoso e irreparable. Mi profunda compasión se dirige a las víctimas de abuso sexual y lamento todos y cada uno de los casos”.
Joseph Ratzinger fue arzobispo entre 1977 y 1982, antes de convertirse en prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (antiguo Santo Oficio) en el Vaticano. En la respuesta que envió desde Roma, negó cualquier responsabilidad en la ocultación de los casos, pero los investigadores le acusan de haber conocido abusos y no haber actuado. El caso que se trató en la controvertida reunión de 1980 es el del sacerdote Peter H., un clérigo procedente de Renania del Norte-Westfalia que abusó de niños en su diócesis de origen y más tarde fue enviado a la archidiócesis de Múnich, donde volvió a ejercer labores pastorales, a cometer agresiones y donde finalmente fue condenado penalmente.
En el segundo documento, titulado “Análisis de los hechos por los colaboradores de Benedicto XVI”, cuatro expertos en derecho canónico explican punto por punto cómo se produjo el descuido que según su interpretación ha provocado las acusaciones contra Benedicto XVI. Uno de los colaboradores del papa emérito tuvo que analizar en un corto espacio de tiempo más de 8.000 páginas de documentación e incurrió en un “error de transcripción”. Los expertos reconocen, como demuestran las actas que se conservan, que el papa emérito sí estuvo presente en la reunión, pero subrayan que allí no se habló de que el sacerdote estuviera acusado de abusos y tampoco se discutió si iba a desarrollar actividad pastoral. Únicamente se trató de su alojamiento en Múnich porque era allí donde iba a someterse a terapia. El motivo por el que necesitaba terapia no se mencionó, según su relato.
Los colaboradores de Benedicto XVI desmienten el resto de sospechas a las que apunta el despacho de abogados muniqués. Su informe hablaba de otros tres casos de los que el papa emérito tuvo conocimiento y que encubrió al no actuar contra los abusadores. Según los expertos de Ratzinger, no hay pruebas de que fuera así. Tampoco de que el entonces arzobispo minimizara el exhibicionismo de uno de los sacerdotes bajo sospecha. Aseguran que sus palabras fueron malinterpretadas.