Así fue la vida de Steve Irwin, el “cazador de cocodrilos”
Especialista en reptiles desde la infancia, alcanzó fama mundial por sus series de televisión y su conservacionismo activo
El debate sobre si la educación se recibe en casa o en el colegio lo zanjó Steve Irwin, conocido como El cazador de cocodrilos, durante los primeros años de vida. Hacer lo que veía en casa y poner en la naturaleza la misma pasión que sus padres, llevaron al australiano a llegar tarde al colegio en numerosas ocasiones. Todo por salvar a algún reptil en el camino.
El debate sobre si la educación se recibe en casa o en el colegio lo zanjó Steve Irwin, conocido como El cazador de cocodrilos, durante los primeros años de vida. Hacer lo que veía en casa y poner en la naturaleza la misma pasión que sus padres, llevaron al australiano a llegar tarde al colegio en numerosas ocasiones. Todo por salvar a algún reptil en el camino.
Su vida fueron los animales, pero desde que le regalaron una serpiente pitón amatista a los seis años no hubo más opciones. En el Parque de Reptiles y Fauna que habían creado sus padres Irwin era el que repartía la comida y, de ahí, pasó a capturar a su primer cocodrilo a los nueve años.
Irwin se especializó en estos reptiles y acabó fundando el Zoológico de Australia. La grabación de documentales le otorgó fama mundial y fue apodado El cazador de cocodrilos. Con su arrolladora personalidad, siempre entusiasta, acabó participando en películas y programas de entretenimiento, aunque su vida no estuvo exenta de críticas y polémicas al ser acusado de exponer a sus hijos pequeños al peligro de los animales.
Murió muy joven, a los 44 años, tras sufrir el ataque de una raya en aguas poco profundas y durante una grabación. Su legado a favor de los animales y el conservacionismo activo continúa de la mano de sus hijos y de su viuda en el Zoológico de Australia, un espacio que Irwin heredó, transformó y amplió.
Stephen Robert Irwin es su verdadero nombre, nació en un suburbio de Melbourne en 22 de febrero, de hace 57 años, en 1962. A su padre, Bob, lo admiró siempre por ser un herpetólogo y a su madre la definió como una experta rehabilitadora de la vida silvestre. La familia se mudó a Queensland cuando el pequeño Steve no iba a la escuela y allí fundaron un sencillo Parque de Reptiles y Fauna que pasó a ser el centro de la vida de Irwin.
Allí alimentaba a los animales a diario y realizaba tareas de mantenimiento con los reptiles. A los nueve años empezó a acercarse a los cocodrilos gracias a todo lo que le había enseñado su padre, y a esa edad capturó a su primer gran reptil. Antes de cumplir 30 años ya había capturado más de cien cocodrilos para salvarlos de los cazadores furtivos, llevarlos al parque de sus padres y, finalmente, reubicarlos.
Irwin se hizo cargo de la dirección del parque que habían creado sus padre en 1991 y un año después le cambió el nombre por Zoológico de Australia.
Cuando Terri Raines, una ecologista estadounidense, visitó el zoológico, el amor a primera vista surgió e hizo que Steve y ella se casaran a los cuatro meses de haberse conocido. Tuvieron dos hijos: Bindi Sue, en honor a dos animales que amaba Steve —un cocodrilo de agua salada y una perrita que tenía en el parque— , y Robert Clarence Bob, en honor al padre del conservacionista.
Sin embargo, al contrario de lo que pudiera parecer, no siempre estaba obsesionado con los reptiles. “Lo único que podía mantener a Steve lejos de los animales que amaba eran las personas a las que amaba aún más”, decía su mujer, Terri. Eso sí, el matrimonio era tan particular que, por ejemplo, jamás utilizaron anillos de casados para no poner en riesgo su actividad con los animales.
Otra particularidad fue su luna de miel, que consistió en viajar por el norte de Australia en busca de cocodrilos. Aquellas vacaciones de trabajo se convirtieron en el primer episodio de lo que pasó a conocerse como El cazador de cocodrilos, un programa que duró cinco temporadas y cuyo último capítulo — Las aventuras finales de Steve— , tenía tres horas de duración y contaba con material de Irwin alrededor del mundo.
El éxito no tardó en llegar a la vida de Steve, y no solo por su arrolladora personalidad y entusiasmo sin límites, sino también por la temática y el riesgo que parecía esconder su trabajo con los cocodrilos. Sin embargo, su amor por los animales también le depararon reconocimientos, como el descubrimiento de una nueva especie de tortuga mordedora en 1997 a la que bautizó Elseya Irwini en honor a su familia.
Steve Irwin, ante la admiración que despertaba su actividad con los cocodrilos, no se cansaba de repetir que eran muy sencillos: "mucha gente es más difícil. Ellos pretenden matarte y comerte, pero a veces quieren ser tus amigos”.
Irwin y su familia crearon en 2002 la Fundación de Conservación Steve Irwin, que más tarde pasó a llamarse Wildlife Warriors (Guerreros de la vida silvestre). Su objetivo era educar a las personas en la importancia de proteger la vida silvestre amenazada y en peligro de extinción. Ese mismo año, Irwin y su mujer, Terri, protagonizaron la película The cocodrile hunter: collision course ( El cazador de cocodrilos: curso de choque).
Su amor por la naturaleza solo era comparable a su espíritu solidario, como demostró en noviembre de 2003 cuando Irwin estaba filmando un documental sobre leones marinos en la costa de la península de Baja California, en México. Allí se enteró de que dos buzos habían desaparecido en el área e Irwin y toda su tripulación ayudaron en la búsqueda.
Pero tampoco su vida estuvo exenta de polémica, como cuando fue acusado de estar explotando a los animales que aparecían en sus documentales por los trucos que empleaba para capturarlos; o cuando suscitó una controversia aún mayor en 2004 por alimentar a un cocodrilo mientras sostenía a su hijo en brazos. Muchos se sorprendieron por las imágenes de Irwin y su hijo Robert con el cocodrilo y lo acusaron de ponerlo en peligro. Sin embargo, Irwin nunca fue acusado por este incidente y declaró que su hijo nunca estuvo en peligro, ya que toda la familia había crecido en un entorno zoológico.
En esos años, el trabajo y la publicidad iban de la mano. Irwin realizaba campañas de todo tipo, cameos en películas, doblajes y entrevistas en programas de entretenimiento, aunque nunca perdió de vista el parque heredado de sus padres, y por eso en 2006 estableció un plan de diez años para asentar y ampliar el Zoológico de Australia y también para garantizar la continuación de sus esfuerzos de conservación.
En medio del éxito, el 4 de septiembre de 2006, cuando Irwin estaba filmando un nuevo programa frente a las costas de Port Douglas, en Queensland, el fatal ataque de una raya acabó con su vida en aguas poco profundas. Buceando cerca del animal, fue perforado en el pecho por su púa, que golpeó su corazón. Irwin murió sin que se pudiera hacer nada por su vida, y con la explicación de que la raya se vio acorralada respondiendo como si hubiera sido atacada por un tiburón. Por expreso deseo de la familia, las imágenes del primer ataque mortal grabado de una raya a un humano, fueron destruidas.
Sorprendidos por la noticia de su repentina muerte, a los 44 años, personas de todo el mundo lamentaron su pérdida y fue enterrado en una zona privada y sin acceso para el público en el Zoológico de Australia. Dos semanas después de su fallecimiento se realizó un homenaje público, presentado por el actor Russell Crowe que fue emitido en directo en Australia, Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania y Asia, y que tuvo una audiencia estimada de 300 millones de espectadores.
Steve Irwin continúa siendo recordado hoy, aparte de por su típica vestimenta de explorador y por su eslogan: “¡Crikey!” — una expresión australiana de sorpresa o emoción— , por sus innumerables contribuciones al campo de la educación y la conservación de la vida silvestre, la protección y el rescate de cocodrilos y el apoyo a numerosas organizaciones benéficas para animales.
En su honor, el 15 de noviembre fue designado como el Día de Steve Irwin, un tributo internacional en reconocimiento a su vida y a su trabajo.