Ascenso de mulá refleja largo camino de regreso del Talibán
El principal líder político del Talibán, el mulá Abdul Ghani Baradar, quien regresó triunfalmente a Afganistán esta semana, combatió a Estados Unidos y sus aliados durante décadas, pero luego firmó un acuerdo de paz con el gobierno del presidente Donald Trump
Previsiblemente, Baradar tendrá un papel crucial en las negociaciones entre el Talibán y funcionarios del gobierno derrocado por la milicia en su ofensiva relámpago a través del país. El Talibán dice que aspira a un gobierno “islámico incluyente” y que se ha vuelto más moderado desde su régimen anterior.
La biografía de Baradar acompaña el arco de la trayectoria del Talibán, desde una milicia que combatió a los caudillos durante la guerra civil de los años de 1990, gobernó de acuerdo con una interpretación intransigente de la ley islámica y libró una insurgencia de 20 años contra Estados Unidos. Su experiencia también ilustra la compleja relación con el vecino Pakistán.
Baradar es el único líder talibán sobreviviente que fue designado personalmente por el difunto mulá Mohammed Omar, lo cual le da un estatus casi legendario en el movimiento. Tiene mucha más presencia que el líder supremo Maulawi Hibatullah Akhunzada, quien se cree está oculto en Pakistán y emite ocasionalmente algún comunicado.
El martes, Baradar aterrizó en Kandahar, ciudad natal del movimiento Talibán, del cual fue uno de los fundadores a mediados de los años 90. Tras 20 años de exilio, lo rodeó una multitud de seguidores al bajar de un avión del gobierno qatarí y se alejó en una caravana.
Baradar, que tiene algo más de 50 años, nació en la provincia austral de Uruzgan. Como otros futuros líderes del Talibán, militó en los muyaidín respaldados por la CIA y Pakistán contra la ocupación soviética, que concluyó en 1989.
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En los años 90 se desató la guerra civil entre muyaidín rivales que creaban sus feudos. Los caudillos crearon bandas de extorsionadores e instalaron retenes donde sus fuerzas asaltaban a los viajeros para financiar sus actividades militares.
En 1994, el mulá Omar, Baradar y otros fundaron el Talibán, que significa estudiantes religiosos. La mayoría de los miembros eran clérigos y jóvenes piadosos, muchos de los cuales habían perdido sus hogares y no conocían otra actividad que la guerra. Su interpretación intransigente del islam consolidó sus filas y los mostró como algo distinto de los corruptos caudillos.
Baradar combatió junto al mulá Omar en la toma del poder en 1996 y en la insurgencia tras la invasión de 2001 encabezada por Estados Unidos.
Durante el régimen de 1996-2001, el presidente y el consejo de gobierno se encontraban en Kabul. Pero Baradar estaba asentado en Kandahar, la capital espiritual del Talibán, y no cumplía funciones oficiales en el gobierno.
Estados Unidos invadió Afganistán después de los ataques del 11 de septiembre de 2001, planificados y realizados por el grupo Al Qaeda de Osama bin Laden, al que el régimen Talibán había dado refugio. Omar y otros líderes del Talibán huyeron a Pakistán.
Durante los años siguientes, el Talibán pudo organizar una poderosa insurgencia en las zonas tribales semiautónomas de la frontera. Baradar cayó preso en 2010 en una incursión de la CIA y de fuerzas contraterroristas paquistaníes.
En esa época, Baradar había intentado iniciar conversaciones de paz con el entonces presidente afgano Hamid Karzai, pero Estados Unidos estaba empeñado en lograr la victoria militar y aparentemente Pakistán quería controlar cualquier proceso político. Con la marginación de Baradar, cobraron fuerza líderes más radicales y menos dispuestos a la diplomacia.
Karzai confirmó posteriormente esas conversaciones en entrevista con The Associated Press, y dijo que en dos ocasiones pidió a Washington e Islamabad que liberaran a Baradar, pero se negaron. Baradar mismo rechazó una oferta de libertad en 2013, aparentemente porque debía dar a cambio su colaboración.
Karzai, quien participa actualmente en conversaciones con el Talibán acerca del próximo gobierno, podría encontrarse nuevamente a la mesa con Baradar.
Para 2018, el Talibán controlaba buena parte de las zonas rurales de Afganistán. El gobierno de Trump, ávido por poner fin a la guerra más prolongada de Estados Unidos, convenció a Pakistán que dejara en libertad a Baradar e inició negociaciones de paz con el Talibán.
Baradar encabezó el equipo negociador del Talibán durante varias rondas de conversaciones en Qatar que culminaron en un acuerdo de paz en febrero de 2020. También se reunió con el entonces secretario de Estado, Mike Pompeo.
Bajo el acuerdo, el Talibán aceptó detener los ataques contra las fuerzas internacionales e impedir que el país se volviera nuevamente un refugio para grupos terroristas, a cambio del retiro total de Estados Unidos, previsto ahora para fines de mes.
La semana pasada, el Talibán tomó las ciudades en cuestión de días y entró a Kabul casi sin encontrar oposición.
En sus primeras declaraciones después de la toma de Kabul, Baradar reconoció que estaba sorprendido: “Nunca se esperaba que tuviéramos victoria en Afganistán”, dijo.
Vestido con turbante negro y chaleco sobre una túnica blanca, mirando directamente a la cámara, dijo:
“Ahora viene la prueba. Debemos responder al reto de servir y asegurar nuestra nación, y darle una vida estable hacia el futuro”.