Yucuná, Oaxaca.
La lluvia ha hecho florecer el campo y la tierra de la Mixteca, la región donde se ubica un municipio de mil 300 habitantes conocido como "el más pobre del país". Sus hombres y mujeres saben que es hora de dejar la Ciudad de México y volver a su comunidad por la cosecha del maíz y, sobre todo, porque por primera vez hay fuentes de empleo en su natal Santos Reyes Yucuná.
Hasta hace un año, llegar aquí era como visitar un pueblo abandonado hasta por su propia gente. Por siglos, los habitantes de Yucuná -que en mixteco significa cerro oscuro- han emigrado a otras ciudades del país para dedicarse al ambulantaje y la venta de semillas y botanas. Es la única forma que han encontrado para sobrevivir.
Pero hoy tiene un respiro este municipio en el que 99.94% de su población padece condiciones de pobreza -en 97.46% es extrema-, según el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), y donde existe una marginación similar a la que experimentan países de África como Mozambique, de acuerdo con el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
No es que las carencias hayan desaparecido en el municipio más pobre, pero la economía de la comunidad parece reactivarse con los recursos entregados recientemente por el presidente Andrés Manuel López Obrador. Gracias a éstos, en Yucuná pobladores y autoridades comienzan a creer que es posible salir de esta pobreza.
La esperanza es tal que las paredes de ladrillo rojo de su palacio municipal están decoradas con una enorme reproducción del cheque que les fue entregado por el mandatario el 19 de junio y donde se lee la cifra: 12 millones 836 mil 697 pesos.
El agradecimiento se completa con una imagen dentro del inmueble donde aparece el Presidente con el brazo extendido, el día que rindió protesta.
Con esos recursos, producto de la subasta de automóviles de lujo incautados al crimen organizado, en este municipio separado por 283 kilómetros y casi seis horas de viaje de la ciudad de Oaxaca, se valora la construcción de una presa o de una escuela de nivel medio superior.
Los ostentosos vehículos, alguna vez conducidos por narcos, financiarán un techo para estudiar o acabarán con la sed de los habitantes. Al menos así lo proyectan los pobladores.
Con la presa se resolvería el problema del agua que enfrentan, con un desabasto en casi 50% de los hogares, y con la escuela los jóvenes podrían estudiar el bachillerato, algo que por generaciones ha sido imposible en Yucuná, porque hasta ahora sólo cuentan con telesecundaria, platica Alberto Martínez Estrada, el presidente municipal.
"Una represa, porque yacimientos ya no tenemos. Nos falta 50% por abastecer de agua, podemos construir más cárcamos, pero ya no tenemos de dónde agarrar el agua".
La decisión no es sorpresa para nadie: el agua es lo que más falta, pues en tiempo de sequía todo se complica para los habitantes, quienes recurren a captar el agua de lluvia o recogerla en una barranca; algo que, aseguran, ni siquiera se imaginan aquellos que no viven en pobreza, pero que en Yucuná se ha vuelto común, pues ha sido la única manera de no morir de sed.