El ex candidato presidencial panista Diego Fernández de Cevallos dijo que entendía las circunstancias por las que atraviesa Ricardo Anaya pero que él jamás se exiliaría.
Anaya anunció el sábado pasado su autoexilio para evitar, dijo, su encarcelamiento a manos del Presidente López Obrador, a quien acusa de haber ordenado a la FGR de proceder en su contra como consecuencia de las acusaciones del ex director de Pemex Emilio Lozoya.
"Esa decisión que ha tomado Ricardo de exiliarse la entiendo pero no la comparto. Yo jamás me exiliaría ni que fuera sentenciado a muerte por estos rufianes, pero entiendo a Ricardo Anaya con sólo escuchar lo que acaba de declarar hoy Tartufo, ese ya conocido como Tartufo y que, para desgracia de todos nosotros, tiene la investidura presidencial."
¿Y por qué no se exiliaría? Porque está en mi temperamento, en mi forma de ser, en mi decisión de vida, pero la mía, no tiene por qué ser la misma que las de los demás. Él tiene sus razones muy válidas para dar la pelea desde allá, y yo estoy decidido, como siempre, a darla desde aquí. Hay argumentos que le dan la razón a él, y tal vez haya otros que me dan la razón a mí.
En entrevista telefónica, el abogado reprobó la declaración de López Obrador en el sentido de que Anaya debía demostrar su inocencia.
"O sea, que debe probar un hecho negativo, cuando las leyes mexicanas exigen que se les pruebe que sí lo recibió. Pero no: Tartufo dice que él acredite que no lo recibió. ¿Dónde queda la presunción de inocencia a la que tiene derecho todo mexicano? Es un asco."
Cuando se le preguntó si asesoría a Anaya, Fernández de Cevallos aclaró que, "formalmente no, pero que, por supuesto, nunca le he negado un apoyo, un consejo. Formalmente no seré un litigante que acuda a los tribunales para defender su causa, por muchas razones, entre otras, porque el abogado lo que debe calcular es si su presencia ayuda o estorba, y en el caso concreto, para como traigo a este rufián empoderado, en vez de ayudarle, lo habría yo de perjudicar".
En opinión de Diego, con lo que le ocurre a su correligionario, "se confirma que la agenda oficial tiene dos grandes capítulos: uno, deshacerse de opositores, y segundo, distraer a los gobernados.
"Un amigo me recordaba que Voltaire decía: 'el último grado de perversidad es servirse de las leyes para la injusticia'. Claro está que este procedimiento no es novedoso, no corresponde sólo al actual Gobierno, pero lo hace más deplorable, más asqueroso, porque estos cínicos dicen que no son iguales. Y ciertamente no son iguales, pero porque son peores. Todos los días se bañan, y se enjabonan, con autoridad moral."