NEW RICHMOND
Durante unas pocas horas el pasado fin de semana, miles de partidarios de Donald Trump se congregaron en un campo bajo el intenso sol de Wisconsin para vivir una realidad alternativa en la que el expresidente seguía en el puesto... o regresará pronto.
Luciendo los gorros rojos de MAGA —Make America Great Again, el eslogan de la campaña de Trump que significa “Hagamos grande a Estados Unidos otra vez”— y con carteles de “Trump 2021”, los asistentes vitorearon cuando Mike Lindell, en fundador del imperio de almohadas MyPillow y promotor de teorías de conspiración, presentó a “nuestro verdadero presidente”.
Entonces Trump apareció en una pantalla gigante para repetir la mentira que se ha vuelto su mantra desde que perdió ante Joe Biden por más de 7 millones de votos: “La elección fue manipulada”.
Lindell prometió más adelante a la audiencia que Trump pronto volvería a la presidencia, algo para lo cual no hay una vía legal o constitucional.
En los casi cinco meses desde que terminó la presidencia de Trump, han ocurrido escenas similares en salones de hoteles y otras instalaciones en Estados Unidos. El abogado Lin Wood ha dicho a varias muchedumbres que Trump sigue siendo presidente, mientras que el exasesor de seguridad nacional Michael Flynn incluso llamó a un golpe militar estilo Myanmar en Estados Unidos. En la misma conferencia, el exabogado de Trump Sidney Powell insinuó que Trump pudiera simplemente ser restaurado en un nuevo Día de Investidura.
En conjunto, esas congregaciones se han vuelto un circuito de convenciones de ilusiones centradas en la premisa falsa de que la elección fue robada.
Lindell y otros usan los eventos para profundizar su conexión con legiones de seguidores que dejan a un lado la prensa establecida y viven en una cámara de eco conservadora en las redes sociales y los programas radiales de discusiones. En esos foros, la “evidencia” de fraude nunca es verificada, lo que deja a muchos seguidores genuinamente convencidos de que Biden no es el presidente.
“Sabemos que Biden es un presidente fraudulento y queremos ser parte del movimiento para sacarlo”, dijo Donna Plechacek, de 61 años, quien viajó desde Chippewa Falls, Wisconsin, con su hermana para participar en el evento. “Sé que ellos se robaron la elección. No tengo dudas. La prueba existe”.
SIN EVIDENCIAS
Funcionarios electorales estatales, observadores internacionales, el propio secretario de Justicia de Trump y decenas de jueces, incluso muchos nombrados por Trump, no han encontrado evidencia alguna de fraude electoral.
De hecho, la propia Agencia de Ciberseguridad y Seguridad de la Infraestructura del gobierno de Trump llamó la elección “la más segura en la historia de Estados Unidos” y concluyó que no existía “evidencia de que algún sistema de votación borró o perdió votos, cambió votos o fue comprometido de alguna manera”.
Pero Plechacek no está sola. Un sondeo reciente de la Quinnipiac University encontró que dos terceras partes de los republicanos —66%— creen que la victoria de Biden no fue legítima, mientras que la CNN encontró en abril que 70% de los republicanos creen que Biden no ganó votos suficientes para ser presidente. Cincuenta por ciento dijeron que hay evidencia sólida en respaldo a esa afirmación.
Hay gente como Deb Tulenchik y Galen Carlson, de Pequot Lakes, Minnesota, que recordaron el shock que sintieron cuando la ventaja inicial de Trump la noche de la elección se desvaneció con el conteo de más votos.
Gracias a la polarización del país, muchos partidarios de Trump no conocían a nadie que hubiera votado por Biden y solamente vieron carteles de Trump-Biden junto a carreteras y cuando manejaban por sus vecindarios. Carlson, de 61 años, dijo que se fue a la cama pensando que Trump había ganado. No escuchó las advertencias de que el conteo de los votos por correo demoraba más, por lo que los resultados tempranos probablemente se inclinarían por Trump, quien dijo a sus partidarios que votaran en persona, no por correo.
“Yo estaba durmiendo porque parecía que estaba decidido. Y entonces cuando me desperté no pude creerlo”, afirmó Carlson.
“Incredulidad”, dijo por su parte Tulenchik, de 63 años.
Trump se pasó meses preparándose para una posible derrota, insistiendo en que solamente perdería si había un fraude masivo. Es una mentira que seguramente repetirá al acometer su calendario público en las próximas semanas.
Pero la narrativa ya resonaba bajo el sol en el llamado Mitin MAGA en Wisconsin, en el que los participantes llevaban indumentaria de Trump, incluso numerosas camisetas que declaraban “¡Trump ganó!”.
Aunque Lindell describió reiteradamente el evento como un festival de libertad de expresión —pagado por él—, tuvo todas las características de un mitin de campaña de Trump, incluso una enorme bandera de Estados Unidos sostenida por grúas.
Fue una atmósfera de carnaval: una carpa de pintura donde los niños podían pintarse el rostro, estantes con “hot dogs”, papas fritas y helados y hasta un vuelo de viejos aviones militares. La campaña de 2020 estaba presente, con vendedores ofreciendo vieja mercancía de campaña, además de las almohadas de Lindell. Un anciano con un bastón caminaba sin camisa, con un sombrero de cowboy y usando una bandera de Trump como capa. Una joven llevaba un casco con cuernos, similar al usado por un hombre de Arizona que se llama así mismo el QAnon Shaman y que participó en el asalto al Capitolio el 6 de enero.
Aunque algunos eran devotos de los mítines de Trump, viajando por el país para ver al expresidente en persona, muchos dijeron que era su primer acto político. Algunos dijeron que le prestaron muy poca atención a la política hasta la elección o que comenzaron a participar porque se oponían a las restricciones por la pandemia.
Una y otra vez, los participantes insistieron en que Trump ganó la elección y muchos dijeron que creían sinceramente que sería restaurado en el poder durante los próximos meses: una creencia que ha sido promovida por Lindell y repetida privadamente por Trump, pese a que no hay un sustento legal para que eso suceda.
“No todos los demócratas son malos. Ellos verán la verdad. Les guste o no, verán la verdad”, dijo Beth Kroeger, d 61 años, que vive en Sussex, Wisconsin y quien dijo esperar que Trump esté de regreso en la Casa Blanca el año próximo. “No hay dudas”, afirmó.
Algunos dijeron que las fuerzas armadas estarían involucradas. Otros están convencidos de que él sigue teniendo el control del país.
La mayoría atacaron a la prensa tradicional y dijeron que las noticias que recibían eran de personas como Lindell y el exestratega de Trump Steve Bannon, además del canal conservador Newsmax, programas radiales de discusiones y redes sociales.
Pocos han hecho tantos esfuerzos como Lindell para convencer a los estadounidenses de que la elección fue robada. Él mismo dice haber gastado millones de dólares organizando eventos relacionados con la elección, contratando a investigadores privados y creando películas que dicen documentar el presunto fraude, aparte de la demanda de 1.300 millones de dólares por difamación que presentó contra él la firma Dominion Voting Systems. Lindell contrademandó.
Ahora dice que tiene evidencia de que China y otros países hackearon las máquinas de votación para cambiar votos de Trump a Biden, en “un ciberataque de proporciones históricas”, pero la evidencia que menciona en su película más reciente, que presenta a un ciberexperto anónimo, ha sido desmentida reiteradamente por no demostrar lo que dice.
Aun así, los participantes en el evento en Wisconsin mencionaron reiteradamente los videos como prueba de fraude.
“Mike Lindell tiene simplemente mucha evidencia”, dijo Lynda Thibado, de 65 años, que viajó con su esposo, Don Briggs, desde Menomonie, Wisconsin.
“O sea, las pruebas son tan claras”, dijo Briggs.
La pareja dijo que esperaba que se anule la elección, pero no estaba muy convencida de que sucedería.
“No sé si ellos pueden hacer algo legalmente”, dijo Briggs. “No creo que Biden será presidente en 2024, de una u otra manera”.