Virgen de Guadalupe con las lágrimas que hacen milagros

Torreón, Coah. La familia Contreras estaba limpiando su casa. Era mediodía cuando Édgar volteó a ver su figura de la Virgen de Guadalupe, de poco más de un metro de altura, y entonces, otra vez, la miró llorando. “Como si fuera una persona normal”, describe, se le empiezan a llenar los ojos de lágrimas, hasta que empiezan a escurrir en cascada. Édgar siempre voltea para fijarse. Perdió la cuenta, pero siempre se sorprende.  Fue el 26 de marzo de 2016, un Sábado de Gloria, cuando destapó la Virgen que había cubierto por la Semana Santa. También era mediodía, Édgar miró por primera vez unas pequeñas gotas aceitosas recorrer la mejilla derecha de la imagen, además tenía la piel irritada y los ojos movidos. La figura fue adquirida en 2014 en el Mercado Juárez de la ciudad. Desde entonces, la Virgen de la Moderna, como algunos la llaman por la colonia donde sucedieron los hechos, lo ha hecho cientos de veces.  El rumor se esparció rápido. Hasta la casa de la familia Contreras empezaron a llegar personas de otros sectores de La Laguna, luego de otras entidades: Chihuahua, el Estado de México, después de otros países, como Estados Unidos, Canadá y Colombia. “La gente sigue viniendo, siempre me preguntan que si no ha llorado, y sí ha seguido, le ha tocado a mucha gente, incluso a sacerdotes”, cuenta Édgar. Antes, la puerta de la casa estaba abierta. La gente llegaba y se metía como a una iglesia, le dejaban una veladora, una carta o una fotografía al pie de imagen. La familia sigue recibiendo a los visitantes; sin embargo, ahora tienen que tocar a la puerta. MáS DE 80 MILAGROS Desde que ocurrieron los hechos en 2016, la familia comenzó a secar las lágrimas con algodón y a exprimirlo en botellas bendecidas. Así empezaron a repartir lágrimas a la gente que llegaba. Un día un muchacho regresó. “Hizo un milagro”, contó. Su madre había perdido movimiento de sus manos, entonces el hijo decidió untarle las lágrimas que había juntado. La mujer, asegura Édgar, logró recuperar el movimiento. “Fue el que nos hizo famosos”, recuerda cuando se le pregunta por los milagros que ha hecho la Virgen. Desde entonces, asegura el joven de 20 años, las lágrimas de la Virgen han concretado 85 milagros. “Ahí tenemos el control de a cuántas personas ha ayudado. Le gente regresa y platica, tenemos los testimonios y en algunos casos los oficios médicos de cuando les diagnosticaron algo y luego cuando no lo tenían”, platica. En su bitácora hay testimonios de curas de cáncer, ceguera o pérdida de la visión, de cura de diabetes, de males en los riñones o en algún otro órgano o parte del cuerpo. “Para algunos doctores es sorprendente porque ni con quimioterapia dejan los medicamentos que se tomaban y con las lagrimitas se les quita. Es algo muy increíble”, refiere. Cuando se le cuestiona si su familia ha experimentado algún milagro, su hermano Edwin, de 13 años, levanta la mano. Hace un mes, el niño comenzó a ponerse muy malo, con diarrea imparable, vómito, cuerpo débil, fiebre y un dolor terrible en el abdomen. Lo llevaron al hospital y el médico los urgió a operarlo: “Tiene apendicitis. No se lo lleven a la casa, llévenselo a operar”. La familia se movilizó para buscar un doctor que lo operara. Claudia, la madre, regresó a la casa, miró a la Virgen y le pidió por su hijo. Tomó una botellita donde había lágrimas y se las dio a Edwin. Un día antes, la Virgen había llorado y tenían algodones remojados de lágrimas. En el coche, Edwin comenzó a untarse lágrimas en la zona donde le dolía. “Gracias a la virgencita se le quitó el dolor. El doctor con el que se iba a operar nos dijo que no tenía nada y que estaba bien. Pero a nosotros nos dieron el oficio donde nos marcaban el padecimiento”, narra el joven. Édgar cuenta que todos los testimonios están documentados y guardados, por si un día la iglesia llega y pregunta. También guarda veladoras, fotos y peticiones que la gente trae. “Mi fe es enorme, bien puesta en ella, no la he perdido”, recalca Édgar. QUE LA ESTUDIEN Édgar estudia ingeniería química metalúrgica, da clases de química y física en una preparatoria pero él, insiste, tiene la intención de convertirse en sacerdote. “Me llama mucho la atención”, afirma. Hace más de un año, cuando se dio a conocer el acontecimiento, la Diócesis de Torreón designó al párroco de la iglesia de San Felipe, la más cercana a la casa de la familia, para que atendiera el caso.