La justicia ha tumbado el principal caballo de batalla legal de Donald Trump para evitar que su rival, el demócrata Joe Biden, sea confirmado como presidente de Estados Unidos. Un tribunal federal de apelaciones de Filadelfia ha rechazado este viernes un recurso de los abogados del republicano para impedir que el presidente electo sea reconocido como el vencedor de las elecciones del pasado 3 de noviembre en el disputado Estado de Pensilvania, que otorga 20 votos electorales. El varapalo de Filadelfia se suma a una larga lista de fallidos intentos por parte del republicano de revertir el escrutinio en Estados donde la diferencia de votos entre los dos candidatos ha sido más exigua, como Michigan, Georgia, Nevada, Arizona y Wisconsin. Los abogados de Trump han reaccionado de inmediato para, vía Twitter, anunciar que planean recurrir el fallo ante el Tribunal Supremo, de mayoría conservadora.
“Unas elecciones libres y limpias son la sangre que corre por las venas de nuestra democracia. Las acusaciones de fraude son serias. Pero calificar una elección de fraudulenta no la convierte en tal. Los cargos requieren acusaciones específicas y luego pruebas, y en este caso no tenemos ninguna de las dos cosas”, ha razonado la sentencia Stephanos Bibas, un juez nominado por Trump. Poco después de conocerse el fallo, el presidente subió a su cuenta de Twitter un vídeo sobre un presunto fraude electoral en Nevada.
La campaña de Trump presentó la demanda poco después de las elecciones, alegando que el conteo de los votos por correo había presentado irregularidades, y solicitando al juez de distrito que suspendiera el escrutinio. El juez, Mathew Brann, considerado un republicano de pura cepa, rechazó la demanda el 21 de noviembre, al considerar que se basaba “en argumentos legales retorcidos y en acusaciones especulativas”. Brann llegó a calificar el argumentario de los abogados de Trump de “monstruo de Frankenstein”.
El varapalo de Filadelfia prácticamente cierra la vía judicial para impugnar los resultados de una elección que Trump perdió por más seis millones de papeletas en el voto popular. Pero el mandatario no ha debido encajar solamente reveses de la justicia; también los legisladores republicanos de los Estados donde ha dado más batalla han mostrado poca o nula disposición a cooperar en su irregular intento de conservar el poder. Ni en Arizona, ni en Georgia, ni en la propia Pensilvania, donde los más altos legisladores estatales han recordado que su papel, según la ley, no es decidir quién obtiene los votos electorales del Estado, sino que “es el voto popular el que los elige”. El pasado fin de semana, Trump invitó a la Casa Blanca a los legisladores republicanos de Michigan para atraerlos a su causa, pero a la salida de la reunión los dos manifestaron que no tenían intención alguna de subvertir el proceso establecido por las autoridades electorales. En Filadelfia, Biden se impuso por poco más de 80.000 votos a Trump.
Este jueves, en unas declaraciones a la prensa en las que sin asumir su derrota dejó entreabierta la puerta de salida del Despacho Oval, el republicano ha asegurado que Biden solo podrá instalarse en la Casa Blanca si se demuestra que los votos que obtuvo en las elecciones “no fueron fraudulentos”, una reiterada queja que, como están demostrando los tribunales, carece por completo de sustento judicial.