WASHINGTON.
El presidente Donald Trump y sus aliados están tomando medidas desesperadas para subvertir los resultados de la pasada elección presidencial, incluso convocando legisladores estatales a la Casa Blanca para tratar de impugnar la victoria del demócrata Joe Biden.
Las tácticas de último recurso incluyen llamadas personales a funcionarios electorales que tratan de rescindir la certificación de votos en Michigan, insinuar en una demanda que Pensilvania desconoció el voto popular y presionar a funcionarios en Arizona para demorar la certificación de los recuentos.
Los expertos en derecho electoral dicen que son simplemente los jadeos agonizantes de la campaña de Trump y que sin duda Biden entrará a la Oficina Oval en enero, pero existe el temor de que las gestiones de Trump afectarán la confianza de parte de la ciudadanía en la integridad de las elecciones.
El senador republicano Mitt Romney, uno de los detractores más francos de Trump, lo acusó de recurrir a “presiones sobre funcionarios estatales y locales a fin de subvertir la voluntad del pueblo y revertir la elección”. Añadió que “es difícil imaginar una acción antidemocrática más grave por parte de un presidente estadounidense en funciones”.
La agencia de seguridad electoral del gobierno de Trump declaró que la elección presidencial de 2020 fue la más segura de la historia. Días después, Trump destituyó al jefe de ese organismo.
Estas medidas desesperadas e irracionales no tienen posibilidades razonables de alterar el resultado de la elección. Biden ha obtenido la mayor cantidad de votos populares de la historia y ha superado los 270 votos del Colegio Electoral necesarios para ganar, pero la andanada constante de denuncias infundadas, los esfuerzos para influenciar los funcionarios locales que certifican los votos y la negativa de sus aliados a reconocer su derrota probablemente tendrán un efecto negativo perdurable en el país. Millones de sus seguidores no creen que perdió.
“Quiere crear una situación en la cual la mitad del país cree que hay sólo dos posibilidades, o ganaron o les robaron la elección”, dijo el profesor de derecho constitucional Justin Levitt, de la facultad de Derecho de Loyola. “Eso no es una democracia”.
Dos representantes electorales republicanos en el condado de Wayne, Michigan, dijeron en un comunicado el miércoles por la noche que no confían en que la elección haya sido equitativa e imparcial. “Ha habido una notable falta de transparencia a lo largo del proceso”, dijeron, pero los funcionarios electorales han dicho que no hay pruebas de fraude en Michigan.
Los aliados de Trump dan como presunta prueba de manipulación que la ventaja inicial del presidente en Michigan y otros estados se disipó al llegar otros votos. Sin embargo, la gran cantidad de votos por correo debido a la pandemia de coronavirus se inclinó por Biden, quien alentó a sus seguidores a sufragar de esa manera y ésas fueron las últimas boletas contadas. De manera que la ventaja aparente de Trump resultó ser efímera.