BEIRUT
A pocas cuadras de distancia, manifestantes arrojaron piedras a las fuerzas de seguridad cerca del Parlamento, al que acusan de bloquear la investigación al negarse a quitar la inmunidad a los jerarcas políticos implicados en la negligencia que condujo a la explosión.
El aniversario sombrío coincide con una crisis económica y financiera sin precedentes junto con una parálisis política que ha dejado al país sin un gobierno funcional durante todo un año.
La explosión mató al menos a 214 personas, según cifras oficiales, y lesionó a miles.
Fue una de las mayores explosiones no nucleares de la historia, producto de la detonación de cientos de toneladas de nitrato de amonio debido a un incendio. La explosión fue tan potente que remeció todo el país y se escuchó hasta la isla de Chipre, a más de 200 kilómetros de distancia.
Documentos oficiales revelaron rápidamente que los nitratos altamente combustibles estaban almacenados desprolijamente en un depósito portuario junto con otros materiales inflamables desde 2014, y que muchos altos funcionarios estaban al tanto de su presencia, pero no tomaron medidas.
Un año después, no ha habido rendición de cuentas ni respuesta a preguntas tales como quién ordenó transportar esos productos químicos y por qué la burocracia pasó por alto las advertencias reiteradas sobre el peligro que representaban.
Varias miles de personas realizaron actos de protestas en diversos lugares de Beirut, en los que corearon consignas contra la clase política, a la que culpan por el desastre del puerto y por los años de corrupción y mal gobierno que hundieron al país en la bancarrota.
Familiares de las víctimas con grandes fotos de sus seres queridos recorrieron un camino flanqueado por gente que aplaudía su lucha por la justicia. Luego realizaron un acto en el puerto, donde leyeron los nombres de los muertos.
En el lugar se erigió un mazo monumental, símbolo de la justicia, con las inscripciones “acto por la justicia” y “mi gobierno no hizo nada”.
Las banderas ondeaban a media asta en instituciones del gobierno y embajadas, y hasta los centros médicos y sitios de vacunación contra el COVID-19 cerraron durante la jornada. Se colgaron pancartas con leyendas de repudio a las autoridades en las fachadas de los edificios derruidos frente al puerto.
“Aquí inicia el fin de ustedes y el comienzo de nosotros”, rezaba un cartel que cubría el espacio de cinco pisos de un edificio alto. “Rehenes de un estado asesino”, decía otro.
En Francia, una conferencia internacional auspiciada por el país europeo y las Naciones Unidas recaudó más de 357 millones de dólares para atender las necesidades humanitarias del país. Francia, la antigua potencia colonial en el Líbano, aportó 118,6 millones de dólares.