CIUDAD DE MÉXICO
A las puertas de un albergue que opera en el este de la capital mexicana, el mecánico venezolano José Cuicas aguarda ansioso la respuesta de un amigo estadounidense que lo patrocinará para optar por una de las 24.0000 visas humanitarias que el gobierno de Joe Biden anunció que entregará a venezolanos.
Cuicas fue uno de los 1,700 venezolanos que las autoridades estadounidenses expulsaron a México la semana pasada en virtud de una orden de Estados Unidos para negarles el derecho al asilo y tratar de contener el creciente flujo de migrantes de ese país.
Muchos de ellos fueron transportados en autobús a la capital mexicana para aliviar la presión sobre las ciudades fronterizas de México ya saturadas de migrantes.
- Voluntarios reparten comida a migrantes venezolanos que buscan ayuda en el exterior de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados.
Luego de vivir por seis años entre Chile y Colombia, Castellanos ingresó a finales de septiembre a Texas, pero la semana pasada fue expulsado junto a un grupo de 95 venezolanos.
A pesar de haber dormido en el suelo y soportado el frío durante las noches, Castellanos confesó que no está dispuesto rendirse y que ahora apostará a quedarse en México luego que las autoridades le entregaron una forma migratoria por razones humanitarias que le permitirá permanecer en el país legalmente, buscar un empleo y un lugar para vivir.
En México ahora residen cerca de 140,000 venezolanos.
“Mi sueño era llegar a Estados Unidos, pero ya que no lo logré… La vida continúa y yo no puedo frenarme. Tengo que salir adelante y buscar la manera de trabajar, de producir de ayudar a mis hijos en Venezuela”, concluyó.
UN ÉXODO DESDE 2015Desde 2015 se inició un éxodo masivo de venezolanos que comenzaron a abandonar el país petrolero para huir de la peor crisis política, económica y social que haya enfrentado en más de un siglo.
Mientras muchos de sus compatriotas buscan salir de Venezuela, el joven Darío Arévalo, otro de los expulsados la semana pasada, afirmó que está considerando retornar a su país luego que las autoridades estadounidenses, por motivos que dijo desconocer, lo separan de sus padres y hermanas cuando lo detuvieron al ingresar ilegalmente a inicios de mes al estado de Texas.
“Es la primera vez que me separo de ellos, que quedo solo”, afirmó Arévalo, de 20 años, aún desolado por la separación de su familia que logró pasar los controles migratorios y llegar hasta Chicago.
El delgado joven admitió que ahora lo único que espera es reunir el dinero del boleto aéreo para viajar a su natal Venezuela, que dejó hace cuatro años cuando se mudó a la ciudad colombiana de Pereira junto a su familia huyendo de la devastadora crisis que azota a la nación suramericana que ha forzado la salida de más de 7 millones de personas.