Brad Song pensó que estaban a punto de robarle su bicicleta eléctrica por segunda vez en menos de un mes, después de entregar un pedido para la aplicación de comida china Fantuan Delivery. Siete desconocidos rodearon al inmigrante chino y lo derribaron de la bici. Fue rescatado cuando un automovilista cercano aceleró el motor, asustando a los agresores.
Los frenos se le dañaron y la pantalla de un teléfono que utiliza para navegación quedó destrozada, pero, aunque el ataque de febrero en Nueva York sacudió a Song, su bicicleta y su cuerpo quedaron intactos.
Los solicitantes de asilo se han inclinado por trabajar como repartidores de alimentos en Nueva York y otras ciudades importantes, atraídos por la abundancia de clientes y la facilidad para comenzar. Pero el trabajo conlleva peligros, en particular los ladrones que atacan las bicicletas de reparto de alimentos. Los solicitantes de asilo recién llegados han sido blancos fáciles. Algunos trabajan sin permiso legal, lo que puede hacerles temerosos de buscar ayuda en caso de emergencia. Insatisfechos con la respuesta de la policía, muchos repartidores se han unido.
Juan Solano, quien emigró del estado mexicano de Guerrero en 2017, fundó El Diario de los Delivery Boys en la Gran Manzana, un grupo de repartidores que ayudan a recuperar bicicletas eléctricas robadas, a menudo con la ayuda de dispositivos de monitoreo. Lanzado durante la pandemia, el grupo tiene más de 50.000 seguidores en Facebook y un canal de WhatsApp para alertar a los repartidores sobre robos en tiempo real.
Solano, de 35 años, empezó a trabajar en el reparto de comida durante la pandemia con su sobrino Sergio, a quien le robaron su bicicleta eléctrica dos veces.
Los ladrones parecen enfocarse en áreas aisladas cerca de puentes que conectan Manhattan con otros distritos, especialmente aquellos con menor presencia policial. Se aprovechan especialmente de quienes viajan solos.
Un grupo de WhatsApp, llamado Alert Willis, está dedicado a los trabajadores que viajan por el puente de Willis Avenue que conecta Manhattan con el Bronx.
Sergio Solano dijo que recientemente esperó a otros trabajadores antes de cruzar el puente de Willis Avenue. Después de cruzar, regresaron después de enterarse en sus teléfonos que alguien más estaba siendo asaltado mientras viajaba solo.
"Nos sacaron como una arma, pero nosotros le hicimos frente así y nos armamos con lo que traíamos", relató Solano. Superada en número, la persona huyó sin la bicicleta.
Los refugios para inmigrantes de Nueva York tienen docenas, incluso cientos, de scooters estacionados afuera. La ciudad estima que hay 65.000 trabajadores de reparto de alimentos —casi con certeza un recuento insuficiente_, y un porcentaje desconocido de ellos son solicitantes de asilo recién llegados. El principal requisito es una inversión de 1.000 dólares para una bicicleta.
Los solicitantes de asilo deben solicitar un permiso de trabajo, lo que lleva a muchos a trabajar bajo el nombre de personas que sí tienen permiso de laborar. Heisen Mao, repartidor y organizador laboral, dice que los conductores sin permiso de trabajo suelen pagarle al propietario de una cuenta entre 400 y 500 dólares al mes, es decir un 20% de sus ingresos.
El portavoz de DoorDash, Eli Scheinholtz, dijo que las salvaguardas de la empresa contra cuentas fraudulentas incluyen exigir selfies periódicas para verificar la identidad. La compañía dijo que los robos de bicicletas son "extremadamente raros". El vocero de Uber, Josh Gold, dijo en un comunicado que tiene medidas antifraude similares. Fantuan dice que verifica la identidad de cada uno de sus conductores en persona y alerta a los mensajeros de las áreas de alta criminalidad. El Departamento de Policía de Nueva York informó de 11.157 robos de bicicletas valoradas en 1.000 dólares o más entre 2018 y 2023, con fuertes aumentos hasta un máximo de casi 3.000 en 2020, cuando los problemas en la cadena de suministro crearon una enorme demanda. Los robos se concentran en determinadas zonas, siendo el bajo Manhattan el más frecuente.
Las consecuencias pueden ser mortales. En 2021, Francisco Villalba, de 29 años, recibió un disparo mortal en el pecho por negarse a entregar su bicicleta mientras tomaba un receso en un parque infantil. Acababa de hacer una entrega de DoorDash en East Harlem. Su agresor fue condenado a 41 años de prisión.
Tiburcio Castillo, de 37 años, fue atacado fatalmente en el puente Willis mientras regresaba a casa en su bicicleta eléctrica después de un turno de entrega de alimentos en 2022. Después de una extensa búsqueda, su familia lo encontró en el Hospital Lincoln en el Bronx, en coma, donde falleció. Nadie ha sido arrestado.
La policía insiste en que han estado atentos a los robos.
"La policía de Nueva York responderá a todas las llamadas de servicio e investigará todos los delitos denunciados, independientemente del estatus migratorio", dijo la agencia en un comunicado.
El aumento del número de repartidores de alimentos solicitantes de asilo refleja un cambio sísmico en la migración en la frontera de Estados Unidos, desde hombres predominantemente mexicanos que intentan eludir la captura hasta adultos solteros, familias y niños no acompañados de docenas de países alrededor del mundo que se entregan a los agentes de la Patrulla Fronteriza.