Las sonrisas hermosas que iluminaban el alma

Describen las muertes de los niños como una pesadilla de la cual no pueden despertar

UVALDE, Texas

Una niña hizo sonreír a otras personas. Otro era un niño creativo que amaba las sirenas, los unicornios y el color púrpura. A una tercera le encantaba jugar softbol y trabajaba en su swing de bateo en el patio delantero.

Las familias de Nevaeh Bravo, Maranda Mathis y Eliahna Torres celebraron funerales por ellos el jueves, como parte de más de dos semanas de luto por los 19 niños y dos maestros que fueron víctimas de un tiroteo masivo el 24 de mayo dentro de la Escuela Primaria Robb en Uvalde.

Navaeh Bravo

Un primo le dijo a The Washington Post que la niña de 10 años “puso una sonrisa en la cara de todos” y describió su muerte como “una pesadilla de la que no podemos despertar”.

Ella y otra niña de 10 años que fue asesinada, Jailah Silguero, eran amigas y una tía las describió en una publicación de Facebook como “Nuestros ángeles”. Una prima le dijo a USA Today que las dos niñas se preocupaban, amaban y apoyaban a sus hermanos. Ambas familias tuvieron sus funerales en la Iglesia Católica del Sagrado Corazón, con el de Jailah fijado para el viernes.

La tía notó que el primer nombre de Navaeh es cielo escrito al revés.

Miranda Mathis

Su familia dijo en un obituario en el sitio web de la funeraria que la niña de 11 años “tenía un gran corazón amoroso” y la describió como dulce, inteligente y “un chico tímido” que disfrutaba pasar tiempo al aire libre. Tenía una gran imaginación y a menudo expresaba su amor por los unicornios y las sirenas, especialmente si eran de su color favorito, el morado, dijo la familia.

Su madre le dijo a The New York Times que, si bien Maranda era tímida cuando comenzó la escuela, se abrió e hizo amigos a medida que avanzaba el año. Era una niña creativa que amaba la música, correr en los días de campo escolar, nadar en el río y mostrarle a su madre las rocas que encontraba.

Una amiga de la madre de Maranda le dijo a The Washington Post que ella era “divertida”, “valiente” y “muy inteligente”.


Miranda Mathis, la niña de 11 años tenía un gran corazón amoroso.