Los Ángeles.- En el verano de 1994 las banderas de México ondearon por todo Estados Unidos por el Mundial de futbol que conquistó Brasil. La tricolor tomó las calles en un contexto muy diferente meses más tarde. Decenas de miles de manifestantes la utilizaron en Los Ángeles el 16 de octubre de 1994 como un símbolo de resistencia ante las políticas antiinmigrantes promovidas por el entonces gobernador de California, el republicano Pete Wilson. La Proposición 187, respaldada por el mandatario, negaba a los indocumentados y a sus hijos el acceso a los servicios públicos de salud y educación, entre otros muy importantes para la comunidad, como las licencias para manejar. La medida fue aprobada en un referendo, pero frenada por las cortes posteriormente. Su legado más perdurable 30 años más tarde fue revelar a los latinos del Estado más poblado del país el poder político que guardaban.
Wilson fue elegido gobernador en 1990. Cuatro años más tarde veía cuesta arriba su permanencia en el poder. Eligió hacer campaña con un duro mensaje contra la inmigración irregular. El político, un republicano a favor de que las mujeres decidieran sobre su cuerpo en el tema del aborto y partidario de los derechos de los homosexuales, hizo suya una iniciativa que nació en el congreso local, conocida como Save Our State, un llamado a frenar la llegada de migrantes. En uno de los anuncios de su campaña, Wilson mostraba a un grupo de personas entrando a la fuerza en una garita. "Ellos siguen viniendo... dos millones de ilegales en California", se escuchaba decir a una voz. "Estoy trabajando para negar el acceso a los ilegales a los servicios del Estado. ¡Ya basta!", decía Wilson.
"La medida no era percibida como una legítima acción para reducir la inmigración irregular, sino como un ataque deliberado a las comunidades latinas, especialmente a los mexicanos", asegura Carlos González Gutiérrez, el cónsul de México en Los Ángeles, la ciudad con más mexicanos por detrás de Ciudad de México. El diplomático trabajaba entonces como funcionario en el mismo edificio del consulado, frente al emblemático MacArthur Park del centro de la ciudad.
González Gutiérrez ha desvelado este miércoles en el consulado a manera de conmemoración una fotografía de la masiva marcha del 16 de octubre de 1994, celebrada días antes de las elecciones del 8 de noviembre. En la imagen se ve un mar de gente avanzar por Broadway con banderas mexicanas y pancartas contra el racismo y la Proposición 187. Muchos de los asistentes eran estudiantes de institutos ya nacidos en territorio estadounidense que salieron a defender a sus padres, inmigrantes indocumentados.
La fotografía ilustró al día siguiente la portada de Los Angeles Times, un diario que criticó la medida, pero apoyó a Wilson para su reelección frente a la candidata demócrata, Kathleen Brown. Esta apostó por una retórica contra los migrantes aún más dura que la de Wilson y terminó por dilapidar 24 puntos de ventaja en los sondeos.
"Hubo mucha gente que consideró una torpeza salir a marchar con la bandera mexicana, que solo daba la razón a quienes apoyaban la proposición", señala el cónsul. "La gente no quería ver banderas mexicanas. Hace 30 años se vio como un problema, un error táctico, pero la perspectiva ha cambiado mucho", añade. La bandera se convirtió en un símbolo de todos los que vivían bajo la amenaza que Wilson había lanzado en campaña, aunque no fueran mexicanos.
Juan José Gutiérrez, uno de los organizadores, ha recordado este miércoles que aquella movilización no fue un evento en solitario. El primer mitin contra la propuesta racista fue en febrero de 1994. Acudieron 7.000 personas al Este de Los Ángeles. Al mes siguiente, frente a la Alcaldía, lograron reunir unas 35.000 personas. Pero ninguna como la de octubre, cuando salieron a las calles estudiantes, trabajadores y sindicatos, quienes donaron decenas de miles de banderas de Estados Unidos, que se mezclaron con las mexicanas. Los cálculos más conservadores estiman que unas 70.000 personas participaron. Los organizadores afirman que fueron 100.000. La prensa local, no obstante, la consideró una de las más grandes en décadas, superando algunas contra la guerra de Vietnam.
La Proposición 187 fue avalada en las urnas por el 59% de los votos. "Luchamos muy fuerte, pero es un ejemplo de cómo se puede perder una batalla, pero ganar la guerra", aseguró este miércoles Karen Bass, la alcaldesa demócrata de Los Ángeles, quien acudió al evento celebrado en el consulado. Bass era en aquel entonces una activista comunitaria que trabajaba en el sur de la ciudad con negros y latinos. "Recuerdo que la 187 trajo de vuelta el miedo a las grandes redadas y deportaciones", señaló.
Bass afirma que la proposición "cambió de raíz el paisaje político de California". "El Estado progresista en el que vivimos ahora no es el de hace 30 años", dice Bass, la primera mujer negra que gobierna la ciudad más importante del Estado. De aquellas movilizaciones nacieron los liderazgos latinos que hoy están en primera línea de la política local y nacional. "California se convirtió en un Estado demócrata poco después de esto", añadió Bass. El Estado no ha elegido a un republicano a un cargo estatal en 13 años. La entidad pasó de tener 12 legisladores latinos locales en 1993 a 35 hoy. Los funcionarios electos hispanos en toda la región pasaron de 790 a casi 2.000 en tres décadas.
El académico de UCLA, Chris Zepeda-Millán, explica la transformación que siguió a la protesta. A principios de los años 90, los latinos eran el 25% de la población de California, pero representaban solamente el 7% del padrón de votantes del estado. Así que, del 93% de quienes avalaron la Proposición, 187 no eran hispanos. El peso electoral de la minoría ha cambiado. El próximo 5 de noviembre, unos 5 millones de latinos, el 28% de los votantes registrados, están llamados a votar en la elección presidencial. Es un poderoso bloque de votantes en un estado con el 40% de la población latina.
"Dimos a los republicanos un ejemplo a todo el país de que lo que sucede cuando se expanden los derechos de los inmigrantes la economía crece, no se colapsa, como argumentan", dice el académico experto en estudios chicanos. "En un momento en el que Donald Trump podría recuperar la Casa Blanca prometiendo la mayor deportación de la historia, no se me ocurre mejor momento para honrar un evento histórico que luchó contra los ataques racistas dirigidos a la comunidad mexicana", señala Zepeda-Millán.