Durante el Verano, Levena Lindahl cierra habitaciones enteras, cubre las ventanas con cortinas opacas y mantiene en la mira su presupuesto para controlar el costo mensual de la electricidad que utiliza el aire acondicionado pero, incluso así, el calor encuentra la manera de colarse.
"Cuando subo al piso de arriba es como meterte en una sopa. Hace mucho calor", dijo Lindahl. "Si paso bajo el ático más arriba, sientes el calor que irradia a través de la puerta cerrada".
Lindahl, de 37 años, quien vive en Carolina del Norte, agregó que sus recibos mensuales de electricidad en el verano solían ser de alrededor de 100 dólares hace años, pero desde entonces se han duplicado. Culpa a la tendencia gradual al calentamiento global causado por el cambio climático.
Alrededor de 7 de cada 10 estadounidenses respondieron que en el último año el calor extremo ha tenido un impacto en sus recibos de luz, que va desde uno menor hasta uno mayor, y la mayoría ha visto al menos un impacto menor en sus actividades al aire libre, según una nueva encuesta de The Associated Press y el Centro NORC para la Investigación de Asuntos Públicos.
Mientras decenas de millones de estadounidenses se asfixian durante otro verano de olas de calor históricas, los hallazgos de la encuesta revelan cómo el calor extremo cambia la vida de las personas en grande y pequeña medida. La encuesta encontró que alrededor de 7 de cada 10 estadounidenses se han visto personalmente afectados por un clima excesivamente caluroso u olas de calor extremas en los últimos cinco años. Eso hace que el calor extremo sea una experiencia más común que otros eventos climáticos o desastres naturales como los incendios forestales, las sequías prolongadas y los huracanes —que hasta un tercio de los adultos estadounidenses dijeron que los habían afectado personalmente.
Un porcentaje considerable de estadounidenses —alrededor de 4 de cada 10—, informó que el calor extremo ha tenido al menos un impacto menor en su sueño, sus mascotas o su rutina de ejercicio.
Jim Graham, de 54 años, vive en Phoenix, Arizona, y se preocupa por las patas de su perra cuando sale a pasear al aire libre, especialmente cuando la temperatura supera los 40 grados Celsius (105 grados Fahrenheit). Para proteger sus patas, pasean a las 5:30 am. "Este año parece que hace más calor de lo habitual", dijo Graham. Su casa —de una sola planta— tiene aire acondicionado central, e incluso poner el termostato a 27 grados Celsius (80 grados Fahrenheit) le cuesta más de 350 dólares al mes en facturas de electricidad, un aumento grande respecto de lo que pagaba hace una década.
Y él no es el único que ve cómo se acumulan los dólares: aproximadamente 4 de cada 10 estadounidenses dicen que han tenido facturas de servicios públicos inesperadamente caras en el último año debido a tormentas, inundaciones, calor o incendios forestales, incluida casi la mitad de los propietarios de viviendas.
Como Lindahl, muchos ven un vínculo con el cambio climático. Aproximadamente 7 de cada 10 adultos estadounidenses que han experimentado algún tipo de fenómeno climático extremo o desastres meteorológicos en los últimos cinco años dicen que creen que el cambio climático fue un factor contribuyente. Tres de cada 10 piensan que el cambio climático no fue una causa.
El año pasado, la Tierra estuvo en promedio 1,48 grados Celsius (2,66 grados Fahrenheit) más caliente que antes de la era preindustrial, según Copernicus, la agencia climática europea. Algunos podrían pensar que ese aumento es insignificante, pero las temperaturas fluctúan de manera desigual en todo el planeta —y son muy diferentes cerca de los polos y a mayor altitud que hacia el ecuador o el nivel del mar—; además, pueden ser peligrosas para la salud humana. Varias regiones de Estados Unidos establecieron récords históricos de temperatura este verano, y en Las Vegas se alcanzaron unos abrasadores 48,9 grados Celsius (120 grados Fahrenheit) el 7 de julio.