Los haitianos que se detienen en Sudamérica, a veces durante años, han tenido una presencia importante, sobre todo desde que casi 16,000 acamparon en la pequeña población de Del Río, Texas, en septiembre de 2021.
El gobierno del presidente Joe Biden repatrió a muchos, pero empezó a frenar el traslado ante los ataques descarados de pandillas que han acrecentado su poderío desde el asesinato del presidente Jovenel Moïse el año pasado.
La migración suele ser impulsada por “factores de arrastre” que atraen a la gente hacia un país, como una economía estadounidense fuerte y un sistema de asilo en donde la resolución de cada caso suele tomar años, por lo que mucha gente lo pide a pesar de que intuya que difícilmente lo va a obtener. Sin embargo, la situación en el país de origen —uno de los llamados “factores de expulsión” — puede ser igualmente la causa de las cifras sin precedentes vistas el año pasado.
La abogada y defensora de migrantes Soraya Vázquez, de Tijuana, dice que la diáspora haitiana de 2016 fue un punto de inflexión.
“Esto es otra cosa global porque empezamos a darnos cuenta de que hay movimientos masivos en todos lados: en algunos lugares por la guerra, en otros por la situación política, cambio climático”, explica Vázquez, nativa de San Diego y otrora asesora legislativa en Ciudad de México. “Muchas situaciones que se conjugaron, pero al final todo es responsabilidad del hombre y de los gobiernos”.
Después de realizar talleres de cuestiones jurídicas para los haitianos en Tijuana, Vázquez logró atraer al chef José Andrés y su Cocina Central Mundial a los refugios para migrantes durante cuatro años. En busca de estabilidad financiera, fue directora en Tijuana de Al Otro Lado, una ONG que recaudó 4,1 millones de dólares en 2020 y recientemente fue designada beneficiaria de las obras filantrópicas de MacKenzie Scott.
- “¿Qué provocó? Una desigualdad”, recalca Vázquez mientras toma té en el vecindario de Cacho.
Durante décadas, eran mexicanos, principalmente hombres adultos, los que iban a Estados Unidos a trabajar y enviar dinero a casa, pero en 2015, el Centro de Investigaciones Pew halló que eran más los mexicanos que regresaban a su país luego de la Gran Recesión.
Los mexicanos aún constituyeron uno de cada tres encuentros con agentes fronterizos durante el año fiscal que finalizó el 30 de septiembre, más que hace tres años, pero muy por debajo del 85% reportado en 2011 y el 95% al inicio del siglo. Adicionalmente, cada vez más son familias con niños que tratan de huir de la violencia del narcotráfico.
Regularmente, cientos cruzan la frontera después de la medianoche en Yuma, Arizona, atravesando los matorrales para entregarse a los agentes estadounidenses. Muchos vuelan a la ciudad vecina de Mexicali luego de entrar a México como turistas y viajar en taxi al desierto. La Patrulla Fronteriza los entrega al Centro Regional de Salud de la Frontera, una clínica que envía diariamente seis autobuses tipo chárter al Aeropuerto Internacional Phoenix Sky Harbor.