- EL PASO, Texas
El presidente Joe Biden caminó el domingo por un tramo lodoso de la frontera entre Estados Unidos y México, e inspeccionó un transitado puerto de entrada, en su primer viaje a la región en los dos años que lleva en el cargo, en una visita que se vio ensombrecida por la tensa situación en torno a la política migratoria, ya que los republicanos tratan de culparlo por las cifras récord de migrantes que entran en el país.
En su primera parada, Biden observó, mientras los agentes fronterizos del El Paso le mostraban cómo revisan vehículos en busca de drogas, dinero u otros artículos de contrabando. Luego se dirigió a una calle polvorienta con edificios abandonados y caminó a lo largo de una cerca fronteriza de metal que separa a El Paso de Ciudad Juárez, en México.
Su última escala fue en el Centro de Servicios para Migrantes, en El Paso, pero no había migrantes a la vista. Mientras le informaban de los servicios que se ofrecen allí, le preguntó a un trabajador de ayuda humanitaria: “Si yo pudiera agitar la varita mágica, ¿qué debería hacer?”
El juez del condado de El Paso, Ricardo Samaniego, vio con buenos ojos la visita de Biden, pero señaló que una pausa actual en las llegadas de migrantes impidió que el presidente viera cuán grande ha sido el grupo de recién llegados.
“No llegó a ver las dificultades reales”, afirmó Samaniego, que estaba en la delegación local que recibió a Biden. “Es bueno que haya estado aquí, es un primer paso, pero aún tenemos que hacer más y pasar más tiempo con él”.
La visita de casi cuatro horas de Biden a El Paso se realizó bajo un intenso control. No encontró a migrantes, salvo cuando su convoy pasó junto a la frontera y aproximadamente una docena se agruparon del lado de Ciudad Juárez. Su visita no incluyó pasar a una estación de la Patrulla Fronteriza, donde los migrantes que cruzan ilegalmente son detenidos.
La visita pareció diseñada para exhibir una forma de operar que funciona sin contratiempos para procesar a los migrantes legales, erradicar el contrabando y tratar humanamente a las personas que han ingresado ilegalmente, creando una narrativa contraria a los alegatos de los republicanos de que existe una situación de crisis equivalente a que la frontera esté abierta.
Pero probablemente su recorrido servirá de poco para acallar a los críticos de ambos bandos, incluyendo a los activistas por los derechos de los inmigrantes que lo acusan de establecer políticas crueles que no son distintas a las de su predecesor de línea dura, Donald Trump.
En una señal de las fuertes tensiones políticas en torno a la inmigración, el gobernador de Texas, Greg Abbott, entregó a Biden una carta a su llegada en la que exponía que el “caos” en la frontera era “resultado directo” de la incapacidad del presidente para hacer cumplir las leyes federales. Posteriormente Biden extrajo la misiva del bolsillo de su saco durante su recorrido y les dijo a los reporteros: “Aún no la leo”.
El presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, calificó la visita de Biden de “sesión fotográfica”, y afirmó en Twitter que la mayoría republicana haría que el gobierno “Rindiera cuentas por crear la crisis fronteriza más peligrosa en la historia de Estados Unidos”.
MIGRANTES LE PIDEN AYUDA
Juan Tovar, de 32 años, uno de varios individuos que viajaban en el grupo de Sainz, dio a entender que él también tenía razones políticas para irse de su país.
También Noenegris García, de ocho meses de embarazo, viajaba con su esposo, su hijo adolescente y el pequeño perro de la familia desde el pequeño estado de Portuguesa, Venezuela, donde ella tenía un puesto de comida.