´Estuvo a punto de Morir´

"Estaba con soporte vital", recordó Angelica, de 34 años. "Tuve un paro" Despertó tres días después, sin hablar, debido al tubo del ventilador

  • BIRMINGHAM, Alabama

Los problemas del embarazo de Angelica Lyons comenzaron durante su primer trimestre, con náuseas y reflujo ácido notables. Le recetaron medicamentos que ayudaron a aliviar sus síntomas, pero también le causaron un estreñimiento severo.

En la última semana de octubre de 2019, mientras hacía un examen a sus alumnos, le empezó a doler mucho el vientre. "Recuerdo haber hablado con un par de mis estudiantes y me dijeron: ´No se ve bien, señora Lyons´", recordó Angelica.

Llamó a la unidad de trabajo de parto y alumbramiento del Hospital de la Universidad de Alabama-Birmingham para decir que se le dificultaba ir al baño y que le dolía el vientre. Una mujer que contestó el teléfono le dijo que era un problema común del embarazo, recordó Angelica, y que no debería preocuparse demasiado.

"Me hizo sentir que mi preocupación no era importante, y como este era mi primer embarazo, decidí no ir porque no estaba segura y pensé que tal vez yo estaba exagerando", añade Angelica.

El dolor persistió.

Fue al hospital unos días después y fue ingresada.

Se sometió a un enema —un procedimiento en el que se usan líquidos para limpiar o estimular el vaciado de los intestinos— para aliviar su estreñimiento, pero Angelica siguió sintiendo mucho dolor.

"Dijeron, "´Oh, no es nada, son sólo contracciones de Braxton Hicks´", afirma. "Simplemente me ignoraron".

La mandaron a casa, pero aún le dolía el estómago, así que regresó al hospital un día después. Varias pruebas, incluidas resonancias magnéticas, no pudieron encontrar el origen del problema.

Angelica finalmente fue trasladada al piso de trabajo de parto y alumbramiento del hospital para que pudieran monitorear los latidos del corazón de su hijo, que habían bajado un poco. Allí, le realizaron otro enema que finalmente ayudó con el dolor. También le diagnosticaron preeclampsia, una condición peligrosa que puede causar complicaciones graves en el embarazo o la muerte.

Luego comenzó a vomitar lo que parecía ser bilis.

"Sentía más y más dolor y seguía diciéndoles: ´Oigan, me duele´", relata Angelica. "Decían: ´Oh, ¿quieres un poco de Tylenol?´ Pero eso no estaba ayudando".

Se le dificultó cenar esa noche. Cuando se puso de pie para ir al baño, sintió un dolor agudo que recorrió todo su cuerpo.

"Comencé a gritar porque no tenía idea de lo que estaba pasando", recuerda. "Le dije a mi hermana que tenía mucho dolor y que llamara a la enfermera".

Lo que sucedió a continuación todavía es borroso. Angelica recuerda el caos del personal del hospital que la llevó apresuradamente al área de parto y alumbramiento. Colocaron una sábana azul para prepararla para una cesárea de emergencia mientras su familia y su exesposo intentaban entender qué salió mal.

Más tarde supo que estuvo a punto de morir.

"Estaba con soporte vital", recordó Angelica, de 34 años. "Tuve un paro".

Despertó tres días después, sin poder hablar, debido al tubo del ventilador que le pusieron en la boca. Recuerda haber hecho gestos desesperados a su madre para preguntar dónde estaba Malik, su hijo.

Él estaba bien, pero Angelica sintió que la habían privado de mucho. Nunca llegó a experimentar esos primeros momentos de alegría de que colocaran a su recién nacido sobre su pecho. Ni siquiera sabía qué apariencia tenía su hijo.

La sepsis es una de las principales causas de mortalidad por maternidad en Estados Unidos. Las mujeres negras tienen el doble de probabilidades de desarrollar sepsis materna grave, en comparación con las estadounidenses blancas. Los síntomas comunes pueden incluir fiebre o dolor en el área de la infección. La sepsis puede desarrollarse rápidamente, por lo que una respuesta oportuna es crucial.

La sepsis en sus primeras etapas puede reflejar síntomas comunes del embarazo, por lo que puede ser difícil de diagnosticar. Debido a la falta de capacitación, algunas personas de los servicios de salud no saben qué buscar. Pero los diagnósticos lentos o equivocado también son el resultado del prejuicio, del racismo estructural en la Medicina y la falta de atención que hace que los pacientes, en particular las mujeres negras, no sean escuchados.

"La forma en que el racismo estructural puede desarrollarse en esta enfermedad en particular no se está tomando en serio", expresa la doctora Laura Riley, jefa de Obstetricia y Ginecología en el Hospital Weill Cornell Medicine and New York-Presbyterian. "Sabemos que la demora en el diagnóstico es lo que conduce a estos resultados verdaderamente malos".

En los días y semanas siguientes, Angelica exigió explicaciones al personal médico sobre lo ocurrido, pero sintió que las respuestas que recibió sobre cómo ocurrió fueron pocas y confusas.

Un portavoz de la Universidad de Alabama en Birmingham dijo en una declaración a The Associated Press que no podían hablar sobre el caso de 

Angelica debido a las leyes de privacidad de los pacientes. 

MORTALIDAD POR LA MATERNIDAD

Señalaron una encuesta interna reciente realizada por su departamento de Obstetricia y Ginecología que mostró que la mayoría de sus pacientes están satisfechos con su atención y "se sienten respetados mayoritariamente", y dijeron que la universidad y el hospital "mantienen esfuerzos intencionales y proactivos para abordar las disparidades de salud y la mortalidad por maternidad".

El hijo de Angelica, Malik, nació ocho semanas antes de tiempo y pesó menos de 2.3 kilogramos (5 libras). Pasó un mes en cuidados intensivos. Recibió visitas domiciliarias durante el primer año de vida para monitorear su crecimiento.

Si bien ahora es un niño de 3 años curioso y vivaz a quien le encanta explorar el mundo que lo rodea, Angelica recuerda esos días en la unidad de cuidados intensivos y se siente culpable porque no pudo estar con él.

"Da miedo saber que yo podría haber muerto, que podríamos haber muerto", subraya Lyons, secándose las lágrimas.