La temperatura iba subiendo en la casa de la zona de Houston que Janet Jarrett compartía con su hermana, de 64 años, después de que se quedaran sin electricidad en el huracán Beryl, y ella hacía todo lo que podía por mantenerla fresca.
Pero al despertarse en el cuarto día sin electricidad, oyó cómo Pamela Jarrett, que utilizaba una silla de ruedas y necesitaba una sonda de alimentación luchaba por respirar. Pidió una ambulancia, pero Pamela fue declarada muerta en el hospital, y el forense atribuyó su muerte al calor.
"Es muy difícil saber que se ha ido, porque esto no tenía que haberle pasado": Janet Jarrett.
Casi dos semanas después del paso de Beryl, las muertes asociadas al calor durante los prolongados cortes de electricidad han elevado el número de decesos relacionados con la tormenta a al menos 23 en Texas.
La combinación de un calor abrasador y vecinos que no tenían cómo poner en marcha el aire acondicionado en los días posteriores a que la tormenta de categoría 1 tocara tierra el 8 de julio, provocó condiciones cada vez más peligrosas para algunos en la cuarta ciudad más grande de Estados Unidos.
Beryl dejó sin luz a casi 3 millones de hogares y negocios en el apogeo de los apagones, que duraron días o mucho más, y los hospitales reportaron un aumento en las enfermedades relacionadas con el calor.
La mayoría de la gente volvía a tener electricidad la semana pasada, tras una semana de apagones generalizados. El lento ritmo en la zona de Houston incrementó las dudas sobre si la compañía eléctrica de la región, CenterPoint Energy, estaba suficientemente preparada.
Aunque podrían pasar semanas o incluso años antes de conocer con certeza el coste humano total de la tormenta en Texas, conocer ese número ayuda a planificar el futuro, según los expertos.