Cuando la vida lo derribó, Thomas J. Aparicio se levantó una y otra vez. El corredor de último año de Mission High School es más que un atleta excepcional, es un testimonio vivien-
te de perseverancia y encar-na el espíritu de superar la adversidad con gracia y con determinación.
Un comunicado prensa emitido por el Distrito Escolar de Mission CISD señala:El entrenador en jefe de los Eagles, Daniel Longoria, elogió a su atleta estrella y dijo: "Qué bendición es entrenar a una persona como Thomas Aparicio. Estoy muy agradecido y me da alegría entrenar a un chico como él".
El camino de Aparicio no ha sido nada fácil. Su resiliencia se moldeó a través de años de dificultades y reveses, comenzando con desafíos que cambiaron la vida a una edad temprana. Estos desafíos podrían haber descarrilado no solo su carrera atlética sino también su espíritu. En cambio, lo impulsaron a convertirse en una de las estrellas más brillantes del Valle del Río Grande.
La base de la perseverancia de Aparicio se estableció en cuarto grado cuando su padre, Bob Aparicio, sufrió un derrame cerebral debilitante. Bob, que había sido entrenador deportivo de Mission High School, se convirtió en una fuente de inspiración para Thomas. Ver a su padre luchar por recuperarse le inculcó valores que guiarían su vida.
Al reflexionar sobre ese momento, Aparicio le dijo a Progress Times: "Tuvo un gran impacto en ese momento. Afectó a nuestra familia. En ese momento, mi hermano estaba en la escuela y tuvo que abandonarla para ayudarnos en la casa. A pesar de que mi padre sufrió esa lesión, sigue siendo mi padre. Al final del día, sigue siendo una gran figura paterna. Pusimos nuestra fe en el Señor y él nos guió por el camino correcto".
Thomas explicó cómo el mantra de su padre dio forma a su perspectiva: "Cuando mi padre trabajaba, vivía según este código: adaptarse, ajustarse y superar. Esas fueron las tres palabras que vivimos en este hogar. Nos adaptamos a la situación, nos ajustamos a la situación y la superamos. Eso es algo que he vivido a lo largo de mi carrera".
Los desafíos no terminaron allí. Aparicio enfrentó su primer revés físico importante en sexto grado, al sufrir una fractura de clavícula durante un torneo de baloncesto de primaria. Esto marcó el comienzo de una serie de lesiones que pondrían a prueba su voluntad.
Aparicio habló sobre su experiencia con las lesiones durante sus años de escuela secundaria: "En ese momento, estaba demasiado enamorado del fútbol. Decidí seguir jugando a pesar de una lesión; me la arreglaría después. Bueno, el Señor tenía otras cosas en mente y me dio esa gran lesión. Esa lesión me hizo dar un paso atrás en mi camino. Afortunadamente, pude recuperarme de inmediato".
Cada lesión trajo consigo conversaciones difíciles dentro de la familia Aparicio. "Después de enfrentar múltiples lesiones, nos hicimos esta pregunta: ¿Deberíamos alejarnos temprano antes de que se volviera demasiado serio?"
La respuesta: "Al final del día, todavía amaba este juego. Todavía quería jugarlo durante toda la escuela secundaria. Afortunadamente, mis padres estuvieron de acuerdo conmigo. Me dijeron que tendría que esforzarme mucho".
Los reveses continuaron en la escuela secundaria. Como estudiante de primer año, Aparicio enfrentó otra lesión importante: una clavícula rota que terminó su temporada antes de tiempo. Esta lesión llevó a sus padres a darle una opción crítica. "Ahí fue donde mis padres dieron su última palabra. Teníamos que decidir qué hacer ahora. Me dijeron que podía ser un jugador de baloncesto, un atleta de pista y que ya no tenía que seguir con mi pasión por el fútbol. Pero me enamoré de este juego a una edad temprana. Quería seguir jugando".