A finales de 2018, varios osos polares se adentraron en asentamientos humanos en el archipiélago de Nueva Zembla, en Rusia, atraídos por restos de comida. Rompieron puertas y atravesaron ventanas para entrar a casas y negocios, situación que los pone en riesgo a ellos y a las personas.
Según científicos, ese es uno ejemplo de las cada vez más comunes incursiones de esta especie en sitios donde viven seres humanos en el Ártico.
A través de un estudio publicado en "Oryx", advierten que los restos de comida son una gran amenaza para los osos polares. El número de ejemplares muertos está en aumento, señalan.
La búsqueda de alimento es constante para estos depredadores, así que poseen uno de los sentidos del olfato más desarrollados entre todos los animales. Lo usan para detectar focas, su principal presa, pero los olores asociados con asentamientos humanos también atraen su atención.
Por ejemplo, los que desprenden la carne colgada fuera de las casas, los botes de basura abiertos y las parrillas para asar.
Gracias al cambio climático, se contrae el hielo marino donde cazan focas. Por eso tienen que aventurarse a buscar nuevas fuentes de alimentación sobre la tierra.
Actualmente, el Ártico alberga casi 4 millones de personas. Históricamente, la comida no se descartaba en esta zona, pero la nueva economía regional ha resultado en tiraderos llenos de residuos, incluidos restos de comida.
Los osos polares arriban a dichos sitios atraídos por sustancias de fuertes olores, pero no todas son comestibles. Por ejemplo, los anticongelantes llaman la atención de estos animales, pero ingerirlos puede ocasionar su muerte.
Muchos químicos son pociones tóxicas, considera Thomas Scott Smith, profesor en la Universidad Brigham Young (BYU). Si los consumen, es posible que maten a los osos inmediatamente o debiliten su sistema inmunológico.
Existe evidencia sobre consumo de madera, metal y plásticoAdemás, existe evidencia sobre consumo de madera, metal y plástico, detalla el coautor de la investigación en una publicación en "The Conversation".
"Envolturas, bolsas y otros artículos similares a membranas obstruyen la pequeña abertura desde el estómago del oso hasta su intestino, lo que resulta en una muerte lenta y dolorosa", sostiene.
Una vez que buscaron a fondo comida en los tiraderos, se acercan a asentamientos humanos, donde confrontan a las personas, atacan a mascotas y ganado y merodean edificios para hallar alimento.
El estudio destaca algunas posibles soluciones, como electrificar cercas para separar a los osos de los tiraderos, guardar los residuos en almacenes antes de transportarlos a un sitio seguro de disposición final e incluso incinerarlos. Sin embargo, todas estas opciones suelen ser costosas para pueblos pequeños.
La investigación fue realizada por científicos de BYU, la Universidad de Alberta, el Servicio de Parques Nacionales de Estados Unidos, Polar Bears International, San Diego Zoo Wildlife Alliance, la Universidad de Trent y Environment and Climate Change Canada.