Pastillas sin magia
Pensar que una pastilla solucionará la obesidad es uno de los principales mitos en torno a los fármacos diseñados para auxiliar en el tratamiento de esta enfermedad, advierte Eduardo García García, coordinador de la Clínica de Obesidad y Trastornos de la Conducta Alimentaria del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición.
Los fármacos no resuelven lo que el paciente no soluciona con las herramientas fundamentales para el tratamiento de la obesidad: alimentación adecuada y ejercicio, plantea el experto.En algunos casos y sólo cuando es pertinente, se acompaña el tratamiento con el uso de fármacos. Nosotros usamos sólo medicamentos que se pueden usar por muy largo plazo, precisa el especialista.Raymundo Rosas, vocal de relaciones interinstitucionales de la Academia Mexicana para el Estudio de la Obesidad, coincide en que el fármaco sólo es una herramienta de apoyo en el tratamiento de esta enfermedad.No es el que va a resolver y mucho menos curar la obesidad. Ninguna forma de tratamiento funciona adecuadamente si no va por delante dieta y ejercicio, comenta.Actualmente existen varios grupos de medicamentos para tratar la obesidad, apunta por separado el coordinador de la Clínica de Obesidad y Trastornos de la Conducta Alimentaria del Instituto Nacional de Ciencias Médicas y Nutrición. En el primer grupo están los medicamentos que no sólo sirven para reducir el peso y que ofrecen otros beneficios y se pueden emplear a largo plazo, como el orlistat, el cual actualmente está disponible en el mercado mexicano.Mejoran el perfil de los niveles de glucosa, de las grasas en la sangre y de la presión arterial pero como consecuencia de la mejoría en el peso, no es que tengan un efecto directo sobre estas enfermedades, precisa García García.Éstos se usan por tiempo prolongado.El segundo grupo, puntualiza, está formado por fármacos aprobados para que se empleen por periodos cortos, tres meses como máximo, pero, alerta, tienen efectos adversos significativos.Son familias de medicamentos a los que se les han hecho distintas formulaciones. Muchas de ellas tienen una vinculación con las anfetaminas y tienen efectos neurológicos y cardiológicos, alerta.Señala que aunque este tipo de fármacos están desde los años 60´s y otros a partir de lo 80´s y se consumen en grandes cantidades, no han resuelto el problema de la obesidad.El especialista del INCMNSZ señala que uno de los efectos desfavorables de este tipo de fármacos es que dejan la idea de que la obesidad es algo que se puede resolver en tres meses, cuando no es así.El primer impacto negativo que les veo, es que no se adaptan bien a las propuestas terapéuticas de largo alcance. Tienen efectos neurológicos y cardiovasculares que no son tolerables en un buen número de pacientes y son bastante adversos en gentes con alguna fragilidad cardiovascular. En general no lo recomendamos, indica.Detalla que el argumento de quien los usa es que se van a emplear sólo por un corto periodo para inducir pérdida de peso. El asunto es que no hay estudios de que esto tenga un beneficio y tiene riesgos, advierte.En el tercer grupo, indica, se ubican las sustancias cuya efectividad y secuelas no han sido investigadas y que se promueven como naturales.No son precisamente fármacos. Sus principios activos no están bien determinados. No están bien estandarizados, alerta.En contraste, Rosas indica que las opciones farmacológicas derivadas de la molécula feniletilamina, como la anfepramona o el clobenzorex, entre otras, son sustancias seguras y es un error calificarlas de anfetaminas.Asegura que, al igual que cualquier otro fármaco, no están exentos de causar efectos secundarios que llegan a ser poco frecuentes, son tolerables y suelen desaparecer en corto plazo agrega.(Agencia Reforma)