Richard Barclay abre una gaveta metálica en el Museo Smithsonian de Ciencias Naturales que contiene fósiles de casi 100 millones de años. A pesar del tiempo transcurrido, estas rocas no son frágiles. El geólogo y botánico las manipula con serenidad y coloca una en la palma de su mano para observarla mejor.
Incorporada a la roca hay una hoja triangular con lóbulos superiores redondeados. Esa hoja cayó de un árbol en la época que el tiranosaurio y el triceratops vagaban por los bosques prehistóricos, pero se la reconoce sin dificultad. “Uno ve que es un ginkgo, con esa forma singular”, dijo Barclay. “No ha cambiado gran cosa en muchos millones de años”.
Otra característica del ginkgo es que sus fósiles no son meras impresiones si no que conservan materia vegetal. Esa hoja delgada de materia orgánica podría contener la clave para comprender el antiguo sistema climático y también el posible futuro de nuestro planeta al calentarse.
Pero para leer la información contenida en la antigua hoja, Barclay y su equipo deben descifrar el código de la planta.
“El ginkgo es una cápsula del tiempo bastante singular”, dijo Peter Crane, paleobotánico de la Universidad de Yale. En su libro sobre el ginkgo, y que lleva precisamente ese nombre, dice que “es difícil imaginar que estos árboles, que ahora se alzan sobre autos y pasajeros, crecieron con los dinosaurios y han llegado hasta nosotros prácticamente sin cambios”.
¿Qué puede decirles a los científicos de hoy un árbol que cayó en un bosque antiguo?
“Los científicos miran al pasado para comprender lo que vendrá en el futuro”, dijo Kevin Anchukaitis, investigador del clima en la Universidad de Arizona. “Queremos comprender cómo respondió el planeta a los cambios climáticos en gran escala del pasado, cómo cambiaron los ecosistemas, cómo cambiaron la química del océano y los niveles del mar, cómo funcionaban los bosques.
Los períodos de “invernáculo” son de interés particular para los científicos, porque creen que los niveles de carbono y las temperaturas eran significativamente más altos que en la actualidad. Uno de esos períodos sucedió a fines del Cretáceo (66 a 100 millones de años atrás), la era del fin de los dinosaurios, cuando un meteoro se estrelló contra la Tierra y se extinguieron la mayoría de las especies.
Los climas de invernáculo también brindan datos valioso para poner a prueba los modelos para determinar el futuro, dijo Kim Cobb, climatólogo del Instituto Tecnológico de Georgia.