La literatura se ha servido a menudo de la enfermedad como de un órgano de conocimiento superior, una singular hiperestesia que desarticulaba la razón pragmática del mundo y mostraba las cosas como son. Por ejemplo, un tiempo atomizado y carente de causalidad. O bien, las cosas liberadas de su uso y contagiadas por la contigüidad de otros objetos.
Es un proceso que alcanza su punto extremo en algunas poéticas del modernismo literario: Thomas Mann, Virginia Woolf... E incluso en la célebre Carta de Lord Chandos de Hofmannsthal, donde la enfermedad es una cuestión lingüística: una desarticulación del mundo interpretado.
- Si buceo en fuentes tan antiguas (en tres clásicos modernos) es por el efecto de continuidad y contraste que sugiere un libro como Operación al cuerpo enfermo, de Sergio Loo (Ciudad de México 1982-2014). Libro póstumo publicado por primera vez en México en 2015.
Libro también poliédrico en su forma y que, por decirlo de una manera demasiado simplista, narra la enfermedad del autor: un sarcoma en el fémur de su pierna izquierda, un cáncer que terminó con su vida unos meses antes de cumplir 32 años.
"Me llamo cuerpo: la contradicción entre lo que ves y desde donde hablo", escribe Loo en el fragmento "Parietal izquierdo", y esta frase quizá dé medida de su poética: brevísimos fragmentos titulados con los nombres de las partes del cuerpo ("Tarso", "Maxilar inferior", "Corte del trígono"...), y sostenidos precisamente por esa contradicción entre el lenguaje clínico y la vitalidad deforme (que no se deja apresar en una forma) de la escritura de Loo; contraste en el que inciden las acertadísimas ilustraciones médicas de esta edición.
NUEVA VIDAEstar enfermo sería un nacer a una "nueva vida", una mayor potencialidad, un estar "doblemente vivo", "unas lindas vacaciones de tu sana identidad".
- En cierto sentido, un nuevo vitalismo contranatura, siendo precisamente lo natural una "legislatura rígida". Así, este libro se deja atravesar por esta vitalidad también en su ambigüedad genérica: podríamos decir que se trata, por momentos, de un libro de poesía, o bien que se parece a un cuaderno clínico en el que el autor vierte observaciones y aforismos sobre su enfermedad.
Pero Operación al cuerpo enfermo alcanza, también en su contraste formal, una metáfora más rica: la enfermedad es un lenguaje nuevo que radicaliza la potencialidad de lo real, una ficción poética (y optimista, cuando las cosas no vienen bien dadas) encarnada aquí por los tres personajes principales del libro: el narrador, Pedro y Cecilia.
Amantes o amigos que tampoco se dejan atrapar en una realidad de nombres fijos: homosexualidad o heterosexualidad. También cuerpos limítrofes que se desbordan, se embarazan y enferman, y que son reinventados por el narrador (revividos) como personajes de un cuento infantil.
Un optimismo, por cierto, nada cursi: antes bien, una capacidad para encontrar la belleza de los márgenes.
Operación al cuerpo enfermo cuenta más cosas que las que dice. Sorprende su exigente contención para no caer en el patetismo, bien narre el cáncer (real) del autor e incluso esboce la certeza del abuso infantil.
De nuevo se identifica la enfermedad con una facultad de lo literario más rica: deformar el mundo y liberarlo de la tristeza del realismo o de una moralista atadura a los hechos.
Una defensa, a fin de cuentas, de la literatura.