Lourdes, la reina del albur

La mujer más hábil del mundo para el albur, vive en Tepito y da diplomados

Lleva años escuchando detalladamente al conversar, porque esta es la clave del albur; uno se adelanta para tocar con la palabra las partes íntimas.Imaginar a una mujer que ha conseguido el título de Campeona Internacional del Albur y que además sea una promotora rotunda de la lectura podría sonar, al menos extraño. Este indiscutible personaje vive y tiene un puesto de ropa en Tepito; curiosamente, ha enaltecido al albur sacándolo de su clásico estereotipo del mundo de lo vulgar.Su nombre es Lourdes Ruiz y comenzó a familiarizarse con el albur en su casa, de pequeña, cuando con humor su abuelo lo usaba constantemente. Luego con sus amigos que vendían nieve cerca de donde ella vivía, aprendió del mecanismo de esta lógica escuchando, y para ella “el albur es un ajedrez mental que te hace funcionar los dos hemisferios del cerebro; el acomodar ese doble y triple sentido de las palabras”, según cuenta en una entrevista.Ruiz no dice albures con groserías. “El albur debe ser fino; para mi un maestro es Sergio Corona”. Se trata de un juego de palabras, uno donde uno debe “adivinar”, adelantarse a la respuesta del otro. Tepito, su barrio, cuna de grandes del boxeo, es además un nido de “albureo”; una frase famosa de los boxeadores del sitio, según cuenta, es: “Aviénteme el recto que yo se lo cabeceo”.Fuera del cliché sobre el albur como un recurso chusco de gente sin educación, Ruiz afirma que, en realidad, el albur es para gente que lee; porque es como otro idioma con el mismo idioma, un juego de palabras; pero sobre todo un juego mental. Llevó a otro nivel esta tradicional juerga mexicana (aunque también existe en otros países latinoamericanos como Puerto Rico) y lo hizo de alguna modo “academizando” a esta chusca práctica con diplomados que da en la Galería José María Velasco; cualquiera puede ir de espectador.¿De dónde viene el peculiar “wey” de los mexicanos?Su uso más común viene de una mutación del “buey”, aunque hay algunas otras historias más sugerentes sobre su origen.La mexicana es una de las culturas que más distorsiones hace del lenguaje, en un juego que muestra el carácter irónico de su manera de ver la vida. Las modificaciones cotidianas al lenguaje son un reflejo también de la creatividad, pero sobre todo, del humor y de un cierto toque relajado; ciertamente, una de las mayores virtudes de esta cultura: un ejemplo que se se recrea también en la irónica celebración del Día de Muertos, por ejemplo.De entre las tergiversaciones interrumpidas al lenguaje, una de las más destacadas, que más desconciertan primero y simpatizan luego a los extranjeros, es el término de “wey” para referirse o llamar a alguien. Los mexicanos usan esta palabra cotidianamente en un slang utilizado por la totalidad de las clases sociales, pero ¿de dónde viene este uso tan democrático?Si eres mexicano probablemente recordaras que el “wey” de hoy, en los años 90 comenzó a popularizarse masivamente usado como “buey”, aludiendo al animal que en la cultura popular es percibido como pasivo y lento. De esta manera, el “buey”, era una manera de “ofender” cariñosamente a alguien, una manera de mostrar confianza, incluso con personas recién conocidas. Luego, como una forma de simplificar fonéticamente la expresión, y así lo reconoce incluso la Real Academia de la Lengua Española, el “buey” paso al “güey”, al “wey”, e incluso también al “wé”.La anterior explicación alude sólo al uso de “wey” cuando explotó la popularización del término. Sin embargo, algunas versiones apuntan a que su origen es mucho más antiguo. Una de ellas relaciona “wey” a la palabra de origen náhuatl uey o huey, que significa gran o grande y solía usarse antes de tlatoani (rey); sin embargo, en ocasiones se empleaba sola, para referirse a una persona respetada. Otras teorías extraen el término de un coloquialismo usado desde inicios hasta mediados del siglo pasado para referirse a un hombre que ha sido engañado por su mujer: el buey en este sentido era una ofensa para referirse a un  hombre “de cuernos grandes y sin huevos”; lo anterior, porque los bueyes solían ser los animales castrados por poseer los cuernos más grandes. Además la palabra “cuernos”, en el lenguaje mexicano, también es aplicada para referirse a una persona que ha sido engañada por su pareja.Hoy el término es más usado, como se especificaba en un principio, como un derivado del “buey” como animal, que suele ser lento; así, es una manera de “tontear” cariñosamente al otro, aunque su uso se ha vuelto tan común que su sentido está más inmerso en una manera de llamar a alguien con un toque de confianza y humor.