‘La música es una especie de magia’

El violonchelista francoestadounidense Yo-Yo Ma recoge en Estocolmo el premio Birgit Nilsson, el equivalente al ‘Nobel de música clásica’, dotado con un millón de dólares

Entre los famosos premios que instituyó, en 1901, el industrial Alfred Nobel en Estocolmo a las mayores contribuciones de la humanidad, no se incluyó ninguna categoría destinada a la música. A pesar de ello, su gala de entrega se celebró, hasta 1925, en el antiguo auditorio de la Real Academia Sueca de Música (hoy conocido como Musikaliska). Esta institución, fundada en 1771 por el rey Gustavo III (el monarca sueco fallecido 21 años después en un baile de máscaras, en la Ópera de Estocolmo, y cuya tragedia evocaron Antonio Somma y Giuseppe Verdi, en Un ballo in maschera), fue responsable durante dos siglos de la formación musical en Suecia, como parte de una política que impulsó el florecimiento cultural del reino. En este edificio, inaugurado en 1878 y ubicado detrás de la actual sede de la academia, estudiaron los principales compositores suecos, como Hugo Alfvén, Wilhelm Stenhammar, Hilding Rosenberg y Allan Pettersson, pero también los cantantes Jussi Björling, Birgit Nilsson y Elisabeth Söderström, además de directores de orquesta como Tor Mann, Sixten Ehrling y Herbert Blomstedt.

En su 200º aniversario, en 1971, la Real Academia Sueca de Música se liberó de las funciones docentes y pudo dedicarse a “proveer nuevos impulsos”. Comenzó a desarrollar actividades orientadas a la dimensión pública, pero también al apoyo de la música y los músicos suecos. Tal como se explica en la reciente historia conmemorativa de la institución, 250. The Royal Academy of Music 1771–2021 (Gidlunds förlag), fue el momento en que surgieron varios premios dedicados a la composición musical, el jazz, la música folclórica o la interpretación clásica. Sin duda, el más famoso de todos fue impulsado, en 1989, por Stig Anderson, el manager del grupo ABBA. Se bautizó con el nombre de su compañía discográfica, Polar Music, y con una doble vertiente destinada la música popular y la clásica, que han recibido desde Paul McCartney y Witold Lutoslawski hasta Iggy Pop y la Ensemble intercontemporain. Pero, desde 2018, la academia musical sueca se ha hecho cargo de otro importante premio destinado a la música clásica que instauró la Fundación Birgit Nilsson en 2009.

Rutbert Reich, expresidente de la Fundación Birgit Nilsson y creador del premio, explicaba este martes: “Es un premio destinado a las instituciones y artistas dedicados a la interpretación de la música clásica y a dedicar su vida al servicio de los compositores”. 

Reich fue una de las personas más cercanas a la legendaria soprano sueca en las últimas décadas de su vida. Y quien mejor la conoció. “Era increíblemente afectuosa, mucho más de lo que el público podía imaginar. Evitaba los conflictos y cuando alguien la molestaba su respuesta nunca era temperamental, sino más bien cortante y fría. En todo caso, cuando te otorgaba su amistad, sabías que el sol siempre estaría brillando”, recuerda, y nos muestra la segunda edición ampliada de su fundamental libro Birgit Nilsson 100: An Homage (Verlag für moderne Kunst).

La propia Nilsson dejó designado antes de morir, en 2005, el destinatario del primer premio en un sobre cerrado. Fue el tenor Plácido Domingo, que lo recibió, en 2009, un año después del nacimiento de la fundación que presidió Reich. En adelante, se constituyó un panel de expertos que ha otorgado el premio, con carácter trienal o cuatrienal, al director Riccardo Muti (2011), a la Filarmónica de Viena (2014) y a la soprano Nina Stemme (2018). Ese último año supuso la retirada de Reich y el nombramiento, al frente de la fundación, de la actual presidenta de la Real Academia Sueca de Música, la soprano y especialista en música antigua, Susanne Rydén. Otro panel de expertos designó al ganador del premio de 2022, que fue anunciado el 17 de mayo, el mismo día del cumpleaños de la cantante. En este caso, el destinatario fue el violonchelista Yo-Yo Ma, el primer instrumentista que lo recibe y también el primero que posee además el Polar Music, que ganó en 2012.

El premio Birgit Nilsson es el galardón de música clásica más grande del mundo, pues su ganador recibe un millón de dólares (a diferencia del Polar Music, que está dotado con un millón de coronas, es decir, unos 90.000 euros). Es habitual que los ganadores expliquen informalmente el destino del dinero. Por ello, se sabe que Domingo lo invirtió en su concurso Operalia para jóvenes, Muti en su Orquesta Juvenil Luigi Cherubini y la Filarmónica de Viena en su actual archivo histórico, ubicado en la Haus der Musik.

Y la pregunta a Yo-Yo Ma no se hizo esperar, en la charla que concedió a la prensa, ayer martes, en la sede de la Real Academia Sueca de Música. El violonchelista francoestadounidense de origen chino aclaró que empleará esa suma de dinero en ampliar su The Bach Project, que todavía no ha podido concluir por la pandemia. Se trata de un viaje musical que aspira a tocar los 36 movimientos que conforman las seis suites de Bach para violonchelo solo, en 36 ciudades de 6 continentes. “La semana que viene iremos a París y será el número 34?, admitió. Ma lo define como un “tour de escucha que trata de convocar a personas de todo el mundo para conocer cómo utilizan la cultura con el fin de brindar fortaleza y resiliencia a sus comunidades”. 

Puso el ejemplo de lo que hará la semana que viene en París: “Iremos a la sede de la UNESCO, que está cerca de la Agencia Espacial Europea, y trataremos de fomentar su colaboración para conocer lo que están haciendo”, explica.

El violonchelista exhibió ante la prensa su optimismo, pero también su generosidad hacia los colegas y un inconfundible sentido del humor. Habló de la importancia de la familia y de su equipo. Insistió en que la pregunta que se hace, una y otra vez, es: “¿Cómo puedo ayudar?”. Comentó sus últimas lecturas, que han incluido, además de la autobiografía de Birgit Nilsson, un libro sobre la posibilidad de descifrar el lenguaje de las ballenas con inteligencia artificial. E hizo varias alusiones a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas, cuyo pin de la Agenda 2030 lucía en la solapa de su americana.

 Pero también comentó la importancia que tuvo la música para algunos enfermos terminales de la covid que se enfrentaron a la muerte en completa soledad: “La música es lo más parecido a ser tocado, acariciado y consolado”.