En 1979, el productor musical Phil Spector, famoso por crear lo que se conoció como el “muro de sonido” en sus trabajos para bandas como The Ronettes o The Crystals, además de ser el responsable del Let It Be de los Beatles —Paul McCartney aún le odia— o del Death of a Ladies’ Man de Leonard Cohen, pensó que sería buena idea producir el nuevo disco de la banda de punk neoyorquina Ramones.
MOVIMIENTO CBGBEl grupo, puntal del movimiento surgido en aquel antro llamado CBGB, había visto cómo algunos de sus coetáneos (Blondie, Talking Heads) lograban un éxito masivo, mientras que ellos no terminaban de despegar en ese aspecto.
A pesar de la fama de conflictivo de Spector y de que los fans de Cohen aún no le hubieran perdonado llenar de instrumentos la música de su trovador preferido, la banda accedió a la propuesta del productor del Bronx. El álbum se llamaría End of a Century, vería la luz en febrero de 1980 y sería el mayor éxito comercial de la banda.
Hoy, eso sí, se lo recuerda por sus tormentosas sesiones de grabación, durante las cuales Spector apuntó con una pistola para luego sentarse al piano y obligar a la banda a escucharle tocar una y otra vez Baby, I Love You hasta bien entrada la madrugada. Unos días antes, se habían pasado 12 horas escuchando el primer acorde de uno de los temas del disco, tratando de convencer a los miembros de los Ramones de que aquello no sonaba del todo bien. En 2003, Spector asesinó a la actriz Lana Clarkson. Dieciocho años más tarde moría en la prisión de Stockton, California.
- “A mis alumnos siempre les digo que la labor del productor es conseguir que el disco, o la canción, se termine. Puede añadir arreglos, puede pedir una orquesta, puede cambiar de ingeniero, puede ponerse a tocar él o puede pedir a los compositores cambios en las estructuras.
Lo que haga falta para que el producto se entregue y tenga calidad”, resume Pablo Munguía, director del programa de producción musical, tecnología e innovación en el campus que tiene en Valencia el Berklee College of Music, la escuela con sede en Boston cuyos alumnos han ganado más de 300 Grammy. ¿Lo que haga falta incluye sacar una pistola? “Eso no se lo digo a mis alumnos, no”.
Definir el papel del productor musical se antoja complicado por muchos y dispares motivos. Hay productores de piel. Hay productores técnicos. Hay productores mercenarios. Hay productores psicólogos y hay productores marciales. Hay productores estrella y otros que prefieren el anonimato. Intrusivos y permisivos.
Algunos que pueden cruzar el mundo si el proyecto les inspira. Otros que no se han movido de casa en décadas. Y, si todo esto ya no era lo suficientemente complicado, la tecnología ha favorecido en el último par de décadas la grabación en casa, convirtiendo en productor a casi cualquier músico que lo desee, democratizando el proceso y otorgando herramientas que facilitan enormemente la capacidad del artista para plasmar su talento o para seguir la hoja de ruta del algoritmo. Ha cambiado casi todo.
Pero sigue siendo igual de complicado definir de forma más o menos universal el papel de aquella persona que en los créditos de la canción aparece como productor.
“No tengo ni idea de técnica, sé lo que me gusta y ya”, afirmaba hace unos meses en una entrevista Rick Rubin, acaso el último gran productor del rock, detrás de los discos de medio planeta musical, de Beastie Boys a Johnny Cash.
“Supongo que hay algo en tu forma de trabajar que te va llevando hacia la producción. Yo ni me lo había planteado, pero me empezaron a preguntar si me apetecería, y me preguntaron tanto que empecé a creer que ellos estaban viendo en mí algo que yo, realmente, no veía aún. No ha sido una vocación”, afirma Raül Fernández (Refree).
El músico y productor catalán de 47 años ha trabajado con Rosalía, Sílvia Pérez Cruz o La Mala. En los últimos años se ha convertido en una de aquellas firmas que otorgan cierto sello de calidad al disco, aunque cada disco sea distinto. “Ese es el asunto”, confirma.
“Yo no quiero repetirme, ni quiero que el artista lo haga. Mi papel es lograr que la persona brille, y cada persona es distinta. Una producción musical es un viaje junto a otra persona, una labor basada en anticipar sus deseos sin renunciar a mi criterio. Para mí, hay algo íntimo en este proceso, por eso casi nunca trabajo con grupos, sino con solistas.
Me vienen a buscar artistas muy jóvenes, y eso me encanta, porque hay gente de mi generación que ha dejado de interesarse por lo nuevo. Rosalía tenía 20 años cuando trabajamos y fliparías con el criterio que ya manejaba”, comenta Refree, quien se considera un productor artesanal y lento.
“Al principio era muy rápido, y eso creó algún conflicto. He aprendido a darle pausa a todo esto”. El catalán representa de alguna manera la figura de productor bisagra, aquel que mantiene un equilibrio entre las formas que tradicionalmente se ha atribuido a su papel y el contenido que traen las inquietudes de los creadores más jóvenes.
“Que se reconozca mi trabajo me gusta, claro, pero, por otra parte, si se reconoce demasiado, es que no he hecho bien mi trabajo”, sentencia.
La producción de un disco es, como apunta Refree, un viaje. Puede ser uno en el que conduzca el productor; a veces, en dirección opuesta a lo que el artista ha hecho o se espera que haga; otras, en dirección a la casilla de salida del productor, que ejerce de embudo musical, y otras, con el viento en la cola del creador, que sabe adónde quiere llegar y solo requiere de alguien que le acompañe y ponga la música.
“Ese soy yo”, interviene Paco Loco, uno de los más prolijos y reconocidos productores de la escena nacional, con estudio propio en El Puerto de Santa María. Por ahí han pasado tantos artistas que en su web se enumeran por orden alfabético.
De Abraham Boba a Zombi Zú, pasando por Doctor Explosión, Las Kellies o The Posies.
“Yo en una primera sesión creo que ya puedo saber qué va a necesitar ese grupo de mí. Al final mi curro creo que se reduce a hacerles ver cosas que ellos no ven. Si todas las canciones tienen estructuras similares, si empiezan igual, si necesitan un puente…
Y en esa primera vez de verlos tocar también debes decidir si con ellos vas a trabajar en modo relax y bromas o… en otra cosa”.
Discos que hicieron historia
Varios Artistas A Christmas Gift for YouProducción de Phil Spector (1963)
The Beatles Abbey Road Producción de George Martin (1969)
Chico Buarque Construção Producción de Roberto Menescal (1971)
Neu! Neu! Producción de Konrad Plank (1972)
Talking Heads Fear of Music Producción de Brian Eno (1979)
Michael Jackson Thriller Producción de Quincy Jones (1982)
U2Achtung baby Producción de Daniel Lanois, Brian Eno y Steve Lillywhite (1991)
La argentina Lucia Tacchetti, en su casa de Madrid.