“Desde que tú las fotografías, las mariposas me parecen bonitas”, le dijo su madre un día al fotógrafo madrileño Juan Millás (47 años), al que desde niño le gustaban las moscas, como a su padre, y las mariposas, a las que su madre tenía miedo. Con su cámara como cazamariposas, Millás ha dado vida a un mundo interior en el que la naturaleza y la familia, lo cotidiano y los recuerdos se funden en armonía desde su infancia.
Los veranos de su niñez transcurrieron en un pueblo de Asturias donde correteaba por los prados que rodeaban la casa familiar. Era un pequeño curioso fascinado por los insectos; los observaba, jugaba a cazarlos y se divertía con ellos. Sus vacaciones siempre estuvieron rodeadas de naturaleza, como lo está su cuaderno El bosque en los ojos, el primero de una serie editada bajo el título Ahora, recuerda que se presentará en la próxima edición de PhotoEspaña, inspirada en un fragmento de las memorias del escritor y entomólogo ruso, experto en mariposas, Vladimir Nabókov.
COLECCIÓNEn esta colección de fotografías íntimas y autobiográficas el autor se mimetiza con la naturaleza haciéndola suya y de los suyos. En ella plasma su relación con los seres vivos, inspirado en la biofilia, un concepto acuñado por el biólogo estadounidense Edward O. Wilson que explica la atracción que los humanos sienten por las plantas y los animales.
Millás eligió para su proyecto el blanco y negro. Con la ausencia del color, algo poco frecuente en los reportajes sobre fauna y flora, imprime un carácter poético a su trabajo, donde, para el artista, el amor es la principal motivación del fotógrafo y cada imagen es un poema.
Hasta llegar a la autoedición de estos volúmenes se dedicó con pasión a los gorriones. Los captó en libertad, disecados y en los cuadros del Museo del Prado.
En otro periodo, fotografió los menhires diseminados por los bosques de la Bretaña francesa; experiencia en solitario que, más adelante, le incitó a internarse en el Parque Natural de Redes en Asturias durante diez días en la primavera de 2019.
La intención de seguir captando la vida en el bosque se truncó con la llegada de la pandemia y la claustrofobia le hizo reconducir su trabajo.
- Durante el confinamiento descubrió las posibilidades infinitas que le brindaba su jardín. Así, naturaleza, familia e imaginación se asocian y surge un mundo de fantasía en el que fusiona dos fotografías, una de sus seres queridos y otra del mundo natural.
Cuando salta la chispa entre ambas, se convierten en lo que el artista denomina “alucinaciones entre lo real y lo ficticio”, donde su hija descansa en una habitación convertida en pradera, a su hijo le salen alas de mariposa mientras se lava los dientes o el ojo vago del pequeño se convierte en el árbol que ilustra la portada del libro diseñada por Underbau.
En este álbum de escenas fantasmagóricas que dialogan con otras congeladas en el tiempo vivido en los parajes asturianos, el autor comparte con el espectador su visión romántica de la fotografía para que se detenga en la “magia natural” que desprenden las imágenes, como señalaba William Henry Fox Talbot (Reino Unido, 1800-1877) considerado uno de los pioneros de la fotografía.
Para la publicación de su primer cuaderno, Millás, hace una minuciosa selección de 30 fotografías. Edita por intuición, según sus propias palabras, basándose en su fascinación por la fotografía, “por la proeza técnica que encierra una imagen”, como escribe en el texto, cargado de referencias literarias y sentimientos, con el que cierra su álbum. Un libro que bien podría ser un diccionario en el que cada foto es una palabra con significado propio con el que toma distancia de esos trabajos en los que se valora más el conjunto que la esencia de una imagen por separado.