El eterno encanto de la cultura pandillera

Géneros en boga como el ‘trap’ o el reguetón absorben el imaginario de las bandas juveniles y delincuenciales que ha sido objeto de fascinación constante en la literatura, el cine y la música

Era el Bilbao de los años noventa y la liaban pardísima. Duelos con motos, peleas en los bares y las plazas, menudeo de hachís y speed, robos de material de obra, pequeñas extorsiones familiares, algún navajazo en zonas secundarias del cuerpo.

Sustraer un tostador en la vivienda familiar para venderlo en una casa de empeños. Dinerito fresco para sobrevivir en las calles y vivir una imagen fantasiosa de uno mismo.

En la novela Un tal Cangrejo (Sexto Piso), el escritor Guillermo Aguirre recrea de manera muy libre sus experiencias como macarrilla adolescente en el Nervión posindustrial, miembro de un grupo de “chiquillos salvajes”. Y reflexiona sobre lo que lleva a ciertos jóvenes (a él mismo) a perseguir el ideal del malote. Porque las pandillas, la delincuencia juvenil, el macarrismo interesan. Y el interés no cesa.

Su novela, publicada en mayo, es el último punto de una línea con orígenes antiguos. Las pandillas juveniles, rebeldes y violentas, se han reproducido a lo largo de la historia, así como el interés por el fenómeno en las representaciones culturales. Desde las bandas de apaches en el París de principios del XX a las citadas calles bilbaínas, pasando por filmes como West Side Story, Grease, Quadrophenia, The Warriors, La naranja mecánica, el cine quinqui de José Antonio de la Loma o de Eloy de la Iglesia, o series muy actuales como Peaky Blinders. Cada época tiene sus pandillas, con sus características y su propia idiosincrasia. ¿Por qué resultan tan atractivos los jóvenes gregarios y asilvestrados? ¿Por qué les interesa el lado oscuro y callejero a esos mismos jóvenes?

“En la adolescencia algunos confunden el respeto y el liderazgo con ser temido, y para llegar a eso la manera más rápida es la violencia ?opina Aguirre?. Se trata de alcanzar valores propios del mundo adulto de otra forma, y se consigue, pero de manera deformada”. Los pandilleros piensan que están haciendo una revolución, resistiéndose al sistema. “Pero en realidad lo que quieren es ingresar en ese sistema adulto antes de tiempo”, añade el autor.


La banda de 'gangsta rap' N.W.A.: desde la izquierda, Ice Cube, DJ Yella, Dr. Dre, Mc Ren y, en primer plano, Eazy E, en marzo de 1989.