"Necesito un relato histórico para entender la cultura en la que vivo"

La autora colombiana Laura Ortiz presenta ´Indócil´, una novela coral en la que recrea una olvidada huelga de inquilinos en Argentina a inicios del siglo XX

Los años que vivió Laura Ortiz Gómez (Bogotá, 38 años) en Argentina le dejaron no solo una maestría en escritura creativa, sino dos libros publicados: Sofoco, libro de cuentos que ganó el premio Elisa Mújica en 2021, publicado por Laguna Libros en 2022, y la novela Indócil, recientemente publicado por Editorial Planeta. Los dos libros están marcados por la distancia. Cuando llegó a Argentina, Ortiz comenzó a sentir con mayor fuerza sus raíces y eso la llevó a escribir sobre Colombia, el país que tanto había recorrido como promotora de lectura. Con la novela se fio a la inversa: narra a Argentina desde Colombia. Recibe a EL PAÍS justamente tras ese regreso, en Bogotá, para conversar de esa nueva obra, que recrea una olvidada huelga de inquilinos en la Argentina de inicios del siglo XX. "Necesito un relato histórico para entender la cultura en la que vivo", relata para explicar el tema que eligió para su primera novela

Pregunta. ¿Por qué se interesó por la huelga de las escobas?

Respuesta. Necesito el relato histórico para entender la cultura en la que vivo, y sentí un choque cultural muy grande cuando llegué a Argentina. Me sentía muy extraña. Tomé tres herramientas para familiarizarme: los libros, la música y la historia. Argentina recibió muchas oleadas de inmigración y por ese lado me empecé a conectar con el barrio donde vivía, San Telmo, que recibió muchos inmigrantes.

Luego, en una parte más anecdótica y personal, yo vivía en una casa de comienzos de siglo XX que estaba realmente derruida, pero las condiciones de alquiler eran muy usureras. En la casa se dañaba el agua o la cloaca y los dueños nunca querían hacerse cargo de las reparaciones. Además, los alquileres subían sin que hubiera un techo legal y, como hay tanta inflación, era normal un aumento del 60% semestral. Comencé a a obsesionarme con el tema de los inquilinos y de los alquileres. Pensaba "¿cómo es posible que, en una ciudad con tanta movilización, con tanta protesta, no haya un espacio de defensa de los inquilinos?". Empecé a rastrear el problema y encontré que en 1907 ya habían sucedido huelgas de inquilinos, migrantes, que pedían cosas que en este momento sería muy sensato pedir. Entendí que era un problema histórico.

P. Su novela devela una gran investigación...

R. Quería entender el momento y encontré un correlato muy interesante: a comienzos de siglo no solo hubo una gran inmigración europea, sino que fue el momento de las campañas del desierto —porque fueron varias— unas expediciones militares financiadas por las familias más ricas de Argentina, que siguen siendo las familias más ricas de Argentina, para hacer una gran matanza indígena. Pensé en cómo se constituye una nación desde muy temprano: "Vamos a matar a todas estas comunidades indígenas, apropiarnos de estas tierras fértiles y a abrirnos a la inmigración europea", porque querían "mejorar la raza". Con la "mala suerte" de que se querían llenar de ingleses y alemanes y los que llegaron fueron españoles e italianos pobres. Muchos de ellos venían con ideas anarquistas, que desafiaban incluso la propiedad privada. Esto generó, en ese momento, pánico social.

P. ¿Por eso resultó tan importante el anarquismo para su novela?

R. Investigué mucho sobre el anarquismo de comienzos de siglo XX y me interesó que eran muy progresistas. Ellos, los anarquistas fundan la FORA, la Federación Obrera Regional Argentina, la primera organización obrera argentina que fue la base de las las organizaciones sindicales peronistas. Me pareció interesante que estuviera borrada esa memoria de la movilización social obrera en Argentina, que no es una invención de Perón, del socialismo o del comunismo.

También fueron relevantes en la prensa, que proliferaba en ese momento. Los periódicos eran sostenidos por los lectores y funcionaban como una especie de red social, de Twitter. Había peleas: una persona escribía, otra le respondía y los diarios publicaban todo ello. Las mujeres comenzaron a hablar mucho. La voz de la mujer fue un periódico anarquista dirigido por mujeres. Y apareció la huelga de las escobas, un fenómeno muy lúcido, porque la lideraron las mujeres y fue casi como un performance, arte de de vanguardia, con todo el simbolismo asociado. Las mujeres eran quienes trabajaban en las casas, no solo haciendo el trabajo doméstico, sino que muchas de ellas lavaban o cosían para otros. Así que no fue solo una huelga por un lugar donde vivir, sino por sus medios de producción. Que se defendieran con escobas tenía la simbología de las brujas pero también de lo doméstico. Ahí dije: "Quiero que las protagonistas sean mujeres". Después pensé: "Y si son lesbianas, ¿cómo sería visto en esa época?".