Se estima que 20.000 soldados perdieron la vida en la batalla de Waterloo el 18 de junio de 1815 en una de las confrontaciones armadas más duras que ha conocido la humanidad.
El Imperio Napoleónico se acabó aquel día, aplastado por las tropas aliadas comandadas por el Duque de Wellington, pero los restos de los que combatieron por y contra él permanecieron sobre el terreno, cubiertos por capas de tierra y de tiempo. Ahora, una investigación arqueológica británica ha conseguido hallar nuevos huesos más de dos siglos después del combate.
Con un nombre forzosamente ligado a la historia, Waterloo es una localidad que se encuentra a unos 20 kilómetros al sur de Bruselas, en Bélgica. El descubrimiento de los huesos, recién anunciado, tuvo lugar la semana pasada en los alrededores de la granja Mont-Saint-Jean, donde Wellington había instalado el principal hospital de campaña aliado.
“Tenemos lo que parece un esqueleto humano completo y, al lado, hay otra pierna amputada”, ha dicho Tony Pollard, profesor de la Universidad de Glasgow y uno de los directores de la misión, a la agencia France-Presse.
El hallazgo, que califican de “increíblemente raro”, aparece rodeado de instrumental médico, cajas de munición y restos de caballos, lo que puede indicar la situación de emergencia trágica en la que se encontraba el hospital. Todavía no se sabe si esa persona murió en el fragor de la batalla y su cuerpo fue trasladado al hospital o si su vida se acabó en el hospital mismo.
“En los campos de batalla napoleónicos, este tipo de depósito muy antiguo es muy infrecuente. Hemos estado trabajando aquí desde 2015 y esta es la primera vez que encontramos una gran fosa de estas características”, ha señalado el arqueólogo. Solo se había encontrado un esqueleto completo en el campo de batalla, durante la construcción de un museo.
Según una investigación publicada por el propio Pollard en el Journal of Conflict Archaeology, es muy probable que esa escasez de huesos se deba a que en su día fueron vendidos como abono. Poco después del fin de la batalla, los curiosos y saqueadores ya habrían empezado a merodear por la zona, tratando de sacar algún tipo de beneficio, según refieren las crónicas periodísticas de la época, en busca de vestimenta, objetos personales e incluso prótesis dentales de los caídos en combate.
Según esta hipótesis, el abundate material óseo habría sido convertido en harina para abonar. Aunque la incertidumbre sobre lo que realmente ocurrió todavía es grande.
No obstante, los descubrimientos en la zona han ido goteando a través de los años. El proyecto de excavación, que incluye a arqueólogos, estudiantes, militares y veteranos, se puso en marcha en 2015 con motivo del bicentenario de la batalla. En 2019, descubrieron restos de tres piernas amputadas en el sitio. Luego, la excavación se interrumpió debido a la pandemia de coronavirus. Eva Collignon, una arqueóloga belga, ha señalado que los últimos huesos descubiertos probablemente se recolectaron “a toda prisa” en una zanja cerca del hospital de campaña porque el número de víctimas era muy alto.