El punto final de la actuación de ETA como organización terrorista, en octubre de 2011, fue seguido por numerosas publicaciones relativas a su historia.
En esa cascada de nuevos ensayos, destacó pronto la intensa labor del baracaldés Gaizka Fernández Soldevilla, perteneciente al círculo de estudios sobre el nacionalismo formado en la Universidad de Leioa. La aportación de este núcleo venía de atrás, a partir de la historia de Acción Nacionalista Vasca, de José Luis Granja, y con notables desarrollos sectoriales.
Había elaborado ya una notable síntesis histórica, El péndulo patriótico, saludada con fervor por Xabier Arzalluz: “Este es un libro de historiadores y no de elorzas”.
Fernández Soldevilla rompió el fuego en 2012, a medias con su colega Raúl López Romo, en ETA y el nacionalismo radical (1958-2011), ofreciendo una buena síntesis del doble camino, terrorista y político, seguido por ETA a lo largo de su historia. Siguió en 2013 la Historia de Euskadiko Ezkerra, y tras ella se sucedieron sin descanso nuevos trabajos, entre ellos La voluntad del gudari (2016), momento de reflexión sobre la “génesis y reflexión de la violencia [no terror] de ETA”. La serie se cierra ahora con El terrorismo en España.
De ETA al Daesh, donde los otros terrorismos no dejan de ser marginales respecto del tema central vasco.
El autor aborda éste con un claro sentido didáctico, de crónica política por un lado y por otro, como complemento, una selección de biografías de víctimas en las cuales se reflejan las mutaciones en la propia estrategia etarra. Es un tema ya abordado con anterioridad por Rogelio Alonso y Florencio Domínguez en el magistral Vidas rotas. En la actualidad, Soldevilla es figura destacada en el Centro Memorial de las Víctimas del Terrorismo, recién inaugurado oficialmente, en el cual trabajan los historiadores de Leioa. Lo preside Florencio Domínguez. Dadas las circunstancias actuales, tanto sus obras como los demás estudios publicados del Centro adquieren una doble dimensión, historiográfica y política.
La divisoria se plantea entre el enfoque, dominante en el Centro, que ve en ETA un fenómeno episódico de eclosión del terror, que tuvo su principio y ha tenido su final, prueba de “su error”, y la visión que enmarca a ETA en una trayectoria de larga duración del nacionalismo; con la ideología del odio del fundador, Sabino Arana, inspirando tanto a ETA como a la ambigüedad calculada del PNV en los años de plomo. Ni que decir tiene que la posición oficial del Gobierno Vasco está dispuesta a hacer todo lo posible para convertir en invisible la segunda opción.
La divisoria se plantea entre el enfoque que ve en ETA un fenómeno episódico del terror y la visión que la enmarca en una larga trayectoria del nacionalismo, con la ambigüedad del PNV en los años de plomo
La obra de Fernández Soldevilla registra un deslizamiento desde el primer libro con López Romo, donde reconstruía el hilo negro que arranca de la exclusión étnica del nacionalismo basada en la raza con Sabino. En La voluntad del gudari cambia y en El terrorismo en España, la tesis del origen sabiniano es abiertamente rebatida. Siguiendo a Granja, opina que el fundador “rechazó siempre explícitamente la violencia”. Ello es falso y ahí están sus primerizos asaltos al Círculo carlista con la bandera española y al centro bilbaíno de la calle Jardines por admitir maketos.
Otra cosa es que fuera consciente de que el Estado estaba ahí. Para Sabino, o para Arzalluz, es olvidada siempre la impronta jesuítica, sin la cual poco se entiende.