En resumen

A pocas horas de concluir este año, me gustaría hacer un recuento de algunos de los mensajes que compartí en este 2017 con el fin de recordarlos y volverlos a invitar a vivir algunos principios que nos pueden ayudar a estar en paz con Dios, con la vida y con nuestros “compañeros de viaje”. En LA PRINCESA QUE QUERÍA OTRO CUENTO hablaba de dejar de vivir entre cuentos ajenos y lamentaciones propias, enfocándonos en disfrutar el “cuento” que nos tocó vivir aplicando dos principios importantes: el aprecio y la gratitud. En PEQUEÑOS EXPERIMENTOS invitaba a redescubrir cosas nuevas o tal vez olvidadas: el magnetismo personal que produce una actitud positiva, el poder de la concentración al enfocarnos en alcanzar nuestras metas y la generación de “sonidos agradables” al expresar para los demás palabras de aliento y elogio sinceros. En MENSAJES OCULTOS hablaba de no esperar a que la vida nos de permiso para ir a luchar por nuestros sueños; lanzarnos tras ellos sin temor al riesgo o al fracaso. En PEQUEÑAS TORPEZAS hablaba de perdonarnos nuestras imperfecciones, de no ser jueces tan duros con nosotros mismos y mucho menos auto etiquetarnos como “fracasados”. En EL PILÓN invitaba a todos a dar siempre el “extra” en cualquier servicio que ofrezcamos y hacerlo de buena gana, con una sonrisa, recordando que lo que se da sin delicadeza, se recibe sin gratitud. En ÉBANO Y MARFIL reflexionaba sobre los grandes problemas que se generan cuando de una u otra manera los humanos nos sentimos superiores unos a otros, olvidando que como las teclas de un piano, fuimos enviados aquí para que sin importar nuestras diferencias, produzcamos una bella melodía que sea del agrado de nuestro creador. En AMAR Y COMPARTIR recordaba que a esta vida vinimos a eso e invitaba a todos a tratar de embellecer este mundo con pequeñas y cotidianas acciones de amor. En ¿ESCULTURA O ESCULTOR contrastaba la diferencia entre vivir la vida como una escultura (de manera reactiva, permitiendo que sean otros los que le den forma a tu vida) y vivirla como un escultor (de manera proactiva, tomando el control, siendo una fuerza de la naturaleza y no una hoja que lleva el viento), invitando a ser lo segundo. En TRAJE DE LUCES los invitaba a “colocarse” la investidura apropiada para enfrentar con éxito los peligros y las embestidas de la vida, que a veces pueden parecer más atemorizantes que un toro de 500 kilos. En UN SENCILLO CONSEJO, pues daba este sencillo consejo: “nunca pierdan la fe en ustedes mismos”. Por experiencia propia les puedo decir: mantengan la fe y muéstrense dispuestos a dar todo lo que tienen, por muy poquito que les parezca y la vida, tarde o temprano, les dará el milagro que están necesitando. Y en EL DIFÍCIL PAPEL DE UN CRÍTICO DE CINE mencionaba lo difícil que es ir por la vida concentrándose sólo en lo negativo de lo que nos toca vivir, mencionando también las muchas consecuencias adversas que esto provoca e invitando a dejar de auto llenar nuestro hígado de piedritas, teniendo una actitud más tolerante y menos crítica hacia las pequeñas (o grandes) imperfecciones de los demás. Estos son sólo algunos de los mensajes que he compartido este año. Si alguien no leyó alguno de ellos y desea leerlo completo, envíenme un mensaje y con gusto se los hago llegar. Cada uno de ellos, como lo dice el subtítulo de los dos libros que he publicado, es “un mensaje lanzado al océano de la vida para ayudarnos a vivirla mejor”. O al menos, para tratar de ayudarnos en eso. En resumen, mis queridos amigos: estamos aquí de paso, pero al final de nuestro tránsito por esta vida quedará una “estela” que será recordada y dará testimonio de la forma en que vivimos. Cada uno tenemos el poder de decidir cómo nos gustaría ser recordados y qué nos gustaría que se dijera de nosotros cuando ya no estemos aquí.  Que Dios los bendiga para que ese recuerdo tenga el aroma de una bella fragancia y para que nuestros pasos dejen en los corazones el deseo de ser seguidos. ¡Feliz año 2018!