La respuesta a tu pregunta está totalmente ligada a la actualidad porque el pasado miércoles, 7 de abril, se publicaron dos artículos que han ampliado y modificado un poco las ideas que teníamos previamente sobre el cruce entre neandertales y sapiens. Hasta no hace mucho, gracias tanto al registro arqueológico como a la investigación genética, pensábamos que los neandertales y los sapiens se habían cruzado en el área de Oriente Próximo.
Desde hace unos diez años sabemos que los neandertales y los sapiens se encontraron e hibridaron —es decir, tuvieron descendencia que portaba el ADN de las dos especies— y que tal vez el primer cruce entre ambas especies habría tenido lugar hace unos 100.000 años. Antes de esto, había habido algunas hipótesis sobre la posible hibridación, pero la metodología que se utilizaba en genética no permitía afinar tanto. Solo a partir de la secuenciación genética completa de los restos neandertales de yacimientos como los de Sidrón (Asturias), Vindija (Croacia) o Mezmaiskaya (Rusia) se pudo comparar con la de los sapiens y se confirmó el cruce entre ambas especies: los humanos llevamos en nuestros genes entre un 1% y un 4% de ADN neandertal. El descubrimiento de los fósiles humanos del yacimiento de Denísova (Altái, Siberia, Rusia) en el año 2010 nos mostraron que otra especie convivía con las otras dos al mismo tiempo en Europa y Asia Central.
El contacto entre las dos especies fue completamente normal desde la llegada de los primeros sapiens a lo que hoy es Europa y que se produjo, según los nuevos descubrimientos, al menos hace unos 50.000 años
Los avances en la reconstrucción del ADN de estas tres especies han ido cada vez más lejos. En 2018 se publicó el hallazgo de los restos de una niña, hija de una mujer neandertal y un hombre denisovano; en 2020 se publicaron los resultados de la prueba de la hibridación entre sapiens y neandertales y el miércoles pasado, las nuevas publicaciones científicas sobre el ADN de los restos humanos de los yacimientos de Bacho Kiro, en Bulgaria, y Zlaty Kun, en Chequia. Este último trabajo nos muestra que la hibridación entre sapiens y neandertales no habría sido puntual, sino que al menos provendría de seis o siete generaciones anteriores. De ahí deducimos que el contacto entre las dos especies fue completamente normal desde la llegada de los primeros sapiens a lo que hoy es Europa y que se produjo, según los nuevos descubrimientos, al menos hace unos 50.000 años.
Durante mucho tiempo, cuando la tecnología no permitía afinar desde el punto de vista genético, nos hemos basado en el estudio de la cultura material: qué tipo de herramientas tenían y cómo eran sus estructuras de hábitat y sus formas de subsistencia. Sobre todo, las herramientas líticas (cultura material) son un instrumento taxonómico que cuando no hay datación nos puede ayudar a situar a qué periodo cronocultural puede pertenecer un yacimiento. Y es verdad que ya hace mucho tiempo, sobre todo la gente que trabajamos en yacimientos neandertales, que hemos demostrado que los modos de vida de los neandertales y los sapiens eran muy similares, por no decir casi equivalentes. Y en Oriente Próximo se habían encontrado yacimientos en los que se hallaron conjuntos, o culturas materiales, de neandertales asociados a sapiens y de sapiens asociados a neandertales, lo que ya nos mostraba una posible hibridación o, al menos, convivencia.