En el exitoso ensayo El fin del amor. Tamara Tenenbaum (Buenos Aires, 33 años) recuerda cómo descubrió la diplomacia del cortejo cuando abandonó los estrictos preceptos del judaísmo ortodoxo para entrar en un instituto público.
Pasó de la infinidad de tabúes y prohibiciones que imponía su antigua religión a la gran cantidad de códigos que existen en torno al amor actual que, para sus nuevos compañeros de clase, eran palabra de Dios. Vivir entre esas dos aguas le otorgó la distancia y la lucidez necesarias para analizar las formas y modos románticos de toda una generación y defender en su texto que la pareja no debe ser el centro de nuestro universo.
Todo ese relato personal se convierte en una reflexión coral en El fin del amor, comedia dramática argentina que ficciona las reflexiones de Tenenbaum a través de tramas y personajes inspirados en su propia vida. Amazon Prime Video intenta colocarse en la conversación global con esta serie que llega a las pantallas de todo el mundo el próximo 4 de noviembre.
La trama explora el viaje de Tamara, una filósofa de la cultura pop que sirve de trasunto de la propia Tenenbaum. Durante una de sus intervenciones radiofónicas en Buenos Aires, la protagonista se sorprende hablando de la libertad cuando ella misma no se siente libre.
Entonces, se rebela contra el amor romántico y la monogamia en una búsqueda por descubrir su verdadero deseo. Tras reencontrarse con su propia educación judía ortodoxa, deja a su novio y busca una alternativa al concepto tradicional de romance, como en su día hizo con su fe.
Cuatro mujeres conforman el póker femenino en la producción ejecutiva de este proyecto, de 10 entregas de media hora cada una.
La guionista nominada al Emmy Erika Halvorsen decidió contactar con la escritora al leer su libro, sorprendida al descubrir el pasado religioso de quien denomina “la reina de la rebeldía”, tal y como explicaba a mediados de septiembre en un cine de Madrid, tras una proyección privada de los primeros capítulos de esta comedia.
- Fue solo el comienzo. Sabiendo que la industria iba a tratar la adaptación de un ensayo filosófico, que es además un relato femenino, como un proyecto de nicho, convenció a una “reina del pop” como Lali Espósito (Sky Rojo), una de las artistas más famosas en el mundo latino actual, para que apareciera como actriz principal, y ayudara así a que la serie se convirtiera en un relato de masas.
Terminó por invitar a la española Leticia Dolera, cuya premiada serie Vida perfecta se había convertido para ella en “un absoluto referente de los relatos femeninos en pantalla”, para que se encargara de dirigir los episodios iniciales de esta historia.
Protagonista irritante
Entre las idas y venidas con el pasado y el presente de la Tamara ficticia, el espectador descubre a un personaje contradictorio, muy a menudo irritante. “La primera serie generacional de chicas que vi fue Girls y sigo pensando que es la mejor en ese ámbito. Lo creo por su personaje principal.
Es insoportable. Las chicas jóvenes quieren ser como la protagonista de Fleabag. Nadie quiere ser Hannah Horvath [el personaje principal de Girls creado por Lena Dunham].
Y eso me parece una genialidad. Es la magia de la ficción, que sigues a gente que no querrías tener en tu vida, pero que no puedes dejar de mirar”, admite Tenenbaum a este periódico.
Pensando en lo detestable de su falsa Tamara, desde el principio le estimuló la idea de ver a un “personaje público tan adorado y adorable como Lali [Espósito]” encarnándolo en pantalla.
Espósito, cantante y actriz con más de 11 millones de seguidores en Instagram, aceptó el reto. “Me entusiasmaba la idea de hacer un personaje políticamente incorrecto, poner a prueba al público invitándoles a divertirse y también contribuir creando algo que no se ha hecho antes en la industria”, comentó durante su visita a España para hablar de El fin del amor.
De tanto deconstruir el ideal romántico, El fin del amor se suma a la tendencia actual de los relatos en los que las relaciones primordiales no son las de pareja o las de familia, sino las de amistad.
“Aunque las de amistad sean relaciones elegidas y no amorosas, enfrentan problemas muy similares. Y no por eso hay que descartar amistades, sino trabajarlas como se haría con una pareja o un familiar”, advierte Tenenbaum.’