La música de Camilo Lara (46 años, Ciudad de México), que se presenta como Instituto Mexicano del Sonido, es como el menú degustación de un restaurante fino que permite probar de todo en platos pequeños: cumbia, punk, electrónica, rock o hip-hop, "pero preparado toscamente con tijeras para zurdos y mezclado en naco (cutre)", dice riendo.
REFERENTE
Músico, intérprete y productor, Lara es uno de los nombres de referencia en la música de América Latina gracias a su forma genuina de mezclar folclore y modernidad mientras olisquea y descubre nuevos talentos "como un perro trufero".
Como productor, por sus manos han pasado personajes tan dispares como Lila Downs, Norah Jones, Beck, Graham Coxon (Blur) o Beastie Boys y como músico sus conciertos atraen a una legión de entusiastas capturados como una secta por sus hipnóticas mezclas de guarache y esmoquin.
- Comenzó pinchando en Madrid con amigos y en los últimos años ha sido reclamado por la industria con encargos tan dispares como musicalizar las películas Coco o Y tu mamá también, con la que estuvo nominado a un Grammy, o intervenir el videojuego más vendido de todos los tiempos, Grand Theft Auto V.
Su último trabajo es una carta de amor a la Ciudad de México, a la que se resiste a llamar CDMX, y su nueva gira comienza este miércoles en Madrid antes de viajar a San Sebastián, Zaragoza, o Jaén entre otros sitios.
Pregunta. La única estatua de Madrid dedicada a un músico es mexicano y lleva su apellido
Respuesta. Agustín Lara (risas), en Madrid me siento como en casa.
P. El primer fenómeno de masas en España fue Jorge Negrete llegando a Madrid. ¿Por qué nos gusta tanto la música mexicana?
R. Siempre ha habido un fenómeno de ida y vuelta entre ambos países, como si se tratara de una paloma mensajera que lleva en el pico música popular, son, rock o pop. Es un robo sano alimentado por el hecho de que tenemos una conexión cultural fuerte. Compartimos un ADN cultural le guste o no a los gobiernos y los políticos.
P. ¿De qué está hecha la música mexicana?
R. Para mí hay dos ingredientes fundamentales: el ritmo, que incluye los sonidos del Caribe como la Cumbia o la música tropical, y la lírica, que lo aportan el bolero, el son o el hip hop. Al final son dos cosas: cabeza y baile y el mexicano siempre está debatiéndose entre ambas.
Compartimos un ADN cultural le guste o no a los gobiernos y los políticos
P. Su último disco es una carta de amor a la Ciudad de México. ¿Cómo se construye musicalmente algo así?
R. Es una ciudad que se ha construido y destruido muchas veces. De los temblores a las invasiones y de la Tenochtitlan a la actual CDMX. Y mi vida también es eso, un montón de capas que se mezclan. Sí siento que voy unido a ella.
P. ¿La Ciudad de México está mal contada y mal cantada? ¿Debe cambiar de jefe de prensa?
R. (risas) El DF es el lugar donde se unen todos los que quieren ser algo en el mundo de la música en México. Lo es para los locales y también lo fue durante décadas para cualquier latinoamericano que quería triunfar como Bola de nieve, Pérez Prado, Benny More o Chavela Vargas. Es la última frontera donde hay que probar si vas a ser alguien en la música.
P. ¿Cómo es eso de que Juan Gabriel y Morrissey (The Smiths) se parecen?
R. Hay una fascinación entre los chicanos y los mexicoamericanos por Morrisey. La cercanía entre ambos es muy fuerte: los dos tienden a burlarse de la muerte, son irónicos, ríen cuando toca llorar y juegan a la ambigüedad sexual que es tan interesante en México, una sociedad tremendamente machista.
P. ¿José Alfredo Jiménez es el primer punk rock?
R. Sin duda, su forma de vivir y de entender el amor lo han convertido en nuestro Johnny Cash.
R. ¿A qué hay que estar pendiente de lo todo lo que está pasando musicalmente en México?
R. Hay muchas cosas pasando a la vez. Por un lado, los neofolcloritas como Silvana Estrada, los experimentalistas como Mabe Fratti y Dolores Huerta o la escena de hip hop con mucha gente haciendo cosas increíbles. Y, por supuesto, el regional mexicano como Peso Pluma, Natael o Calle X vida. Lo más interesante es que cada género es muy distinto al otro.
P. ¿Y el corrido tumbao? ¿Qué le parece?
R. Me tiene fascinado. Es un fenómeno fascinante de una generación increíble de 20 ó 25 años que entienden la música y el negocio de forma distinta. Son muy inteligentes y conocen la calle y como ganarse la vida creando su industria.
P. ¿Todo lo que toca lo convierte en oro?
R. Creo que soy un perro trufero (risas). Detecto el talento. Tengo la fortuna que lo que me gustaba y era contracultural en su momento se volvió después algo importante. Hace décadas cuando pinchaba cumbia, que era considerado un género naco entre las clases medias, me chiflaban (silbaban) y después terminó triunfando.
Hace décadas cuando pinchaba cumbia, que era considerado un género naco entre las clases medias, me chiflaban (silbaban) y después terminó triunfando.