O'FALLON, Missouri, EE.UU. — Un comprador acordó pagar 2,2 millones de dólares a los propietarios privados de la cueva, junto con las 17 hectáreas (43 acres) de colinas que rodean el sitio cerca de la ciudad de Warrenton, a unos 95 kilómetros (60 millas) al oeste de San Luis.
Bryan Laughlin, director de Selkirk Auctioneers & Appraisers, la empresa con sede en San Luis que realizó la subasta, dijo que el mejor postor se negó a ser identificado. Una familia de San Luis que ha sido propietaria del terreno desde 1953 lo ha utilizado principalmente para la caza.
La cueva era el lugar donde se celebraban rituales sagrados y entierros. También tiene más de 290 pictogramas prehistóricos, o símbolos jeroglíficos utilizados para representar sonidos o significados, "lo que la convierte en la mayor colección de pinturas policromadas de los pueblos indígenas en Missouri”, según el sitio web de la subasta.
Precisamente por eso, Carol Diaz-Granados se oponía a la venta. Ella y su marido, James Duncan, pasaron 20 años estudiando la cueva y escribieron un libro sobre ella. Duncan es un investigador de la historia oral de los osage, y Díaz-Granados es una investigadora asociada en el departamento de antropología de la Universidad de Washington en San Luis.
“Subastar un sitio sagrado de indígenas norteamericanos realmente manda el mensaje equivocado”, dijo Diaz-Granados. “Es como subastar la Capilla Sixtina”.
La Nación Osage señaló en un comunicado que la venta era “verdaderamente desconsoladora”.
“Nuestros ancestros vivieron en esta zona por 1.300 años”, se lee en el comunicado. “Esta era nuestra tierra. Tenemos a cientos de miles de nuestros ancestros enterrados en Missouri e Illinois, incluida la cueva”.
La cueva contiene pinturas de personas, animales, aves y criaturas míticas. Diaz-Granados dijo que se utilizaron varios medios para crear el arte. Se utilizó material botánico carbonizado para dibujar. Para una representación de un ser mítico, el artista creó una figura blanca raspando la piedra arenisca marrón.
Díaz-Granados dijo que los complejos detalles distinguen a la cueva de Missouri de otros lugares con pinturas rupestres.
Hace años, los químicos analistas de Texas A&M utilizaron muestras de pigmentos para determinar que los dibujos tenían al menos 1.000 años de antigüedad.
Díaz-Granados mantiene la esperanza de que el nuevo propietario la done a la Nación Osage.
“Es su cueva”, dijo. “Es su santuario sagrado, y debería volver a ellos”.